El impacto de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en la economía se sintió de manera avasallante en los días posteriores al triunfo de Javier Milei. La devaluación del gobierno de Alberto Fernández y la disparada del dólar provocaron que un gran número de comercios frenara sus ventas al no poder fijar un precio de mercado, una situación se extendió también a algunos establecimientos gastronómicos. Así es el caso de la parrilla Vino El Pollo, ubicada en la esquina de 122 y 77, al límite entre La Plata y Berisso, cuyos dueñós decidieron cerrar las puertas hasta el viernes para no “estafar” a sus clientes.
En principio, el local le comunicó a sus clientes su decisión por vía del número de WhatsApp por el cual se podían hacer pedidos: “Estimado cliente, debido a la incertidumbre de precios en los productos decidimos no abrir hasta el viernes al mediodía. Nuestra idea no es inventar ningún costo que perjudique tu bolsillo y tampoco podemos perjudicar el nuestro. Te pedimos disculpas y nos reencontramos el viernes. Gracias por la banca de siempre”.
“Es la segunda vez que nos pasa. Y como no nos queremos sumar a la locura de formar un precio que no lo vale, preferimos esperar y ver si se acomoda un poco la cosa”, dijo a LA NACION Nicolás Lamberti, dueño del lugar, al recordar el momento en que un brote de gripe aviar provocó un fuerte aumento del precio del pollo en marzo de este año. “No es que guardamos mercadería, directamente no la compramos y decidimos esperar. Y no creo que sea algo solamente del Gobierno. Hay un poco de todo. Por eso preferimos no sumarnos a una especulación”, sostuvo.
El razonamiento detrás de la decisión de Lamberti y sus dos socios, sin embargo, va más allá de una cuestión de oferta y demanda, sino que pone el foco en el rol que cumple su parrilla en su comunidad. “Nosotros estamos en el medio de un barrio donde nos criamos. Somos tres amigos que decidimos emprender apostando a este lugar, y si nosotros le cobramos al cliente algo que no vale, es una estafa”, dijo y agregó: “Engañar a alguien que confía en vos nos parece que no va. Porque si no te dicen que el pollo vale esto y mañana cuesta lo mismo… ¿pongo un precio por las dudas?”.
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Según contó a este medio su dueño, la parrilla, que nació hace casi tres años, es frecuentada por gente que ellos mismos conocen desde su infancia, y por ello se siente responsable en cuanto a los precios que ofrezca en el lugar: “Los clientes son vecinos, son amigos, intentamos cuidarlo. Podemos equivocarnos en una cocción o demorar en algún servicio o algo que implica un gaje del oficio, pero cobrar algo con un precio inventado no. Si cobrás mucho estafás y se quedás bajo perdés”. Lamberti explicó que “somos un comercio bien puesto que hace las cosas en serio. Somos como un ‘negocio del centro’ nos dicen los vecinos. No los podés estafar, son vecinos de mil años que nos vieron crecer acá”.
Por el momento, los socios mantienen la decisión de reabrir el viernes, cuando suponen que se calmarán las aguas con respecto a la corrida, pero también son conscientes de que, para el funcionamiento del lugar, no es conveniente sostener esta determinación en el corto plazo. “Obviamente no podés tener mucho más tiempo cerrado, pero al menos ver si se acomoda un precio del producto”, reconoce Lamberti, un reflejo fiel de uno de los sectores más afectados por la incertidumbre económica que no parece encontrar descanso.