En silencio, la vicepresidenta Cristina Kirchner llegó ayer por la tarde a Buenos Aires desde Río Gallegos, capital de una provincia en la que el domingo se terminó la hegemonía kirchnerista, que duró más de tres décadas.
A distancia prudencial de la campaña para las PASO, que terminó en sonora derrota y de la que participó en tres actos junto al candidato Sergio Massa, la expresidenta se reunió ayer en el Senado con el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, referente camporista y jefe de campaña nacional de Unión por la Patria. Sin comentarios sobre el cónclave, que pudo confirmar LA NACION, todos en su espacio esperan su señal de bandera de largada para arrancar “la campaña en serio”, según afirmaron desde la planta baja de la Casa Rosada y el búnker de la calle Bartolomé Mitre, cerrado ayer y hoy.
“Es imposible saber lo que va a decidir Cristina, no me animo a arriesgar”, afirmó una fuente del espacio con llegada al Instituto Patria. La decisión de jugar “a distancia” de la expresidenta, que no estuvo en el búnker derrotado ni en los cierres de campaña. Máximo Kirchner, titular de La Cámpora, tampoco apareció durante la etapa previa a las PASO y se mostró contrariado durante los discursos de Massa y Axel Kicillof en la amarga medianoche del cierre del comicio, en el Complejo C del barrio de Chacarita.
“No es la primera vez que Máximo aparece enojado, en 2021 (derrota en las legislativas) hizo lo mismo. Hay una disconformidad absoluta con este proceso político, y la verdad es que esto es un fracaso sin precedentes, pasamos de ganar en 2019 sin segunda vuelta a salir terceros, con todos peleados con todos”, reconoció un referente del espacio que tiene buen vínculo con Máximo Kirchner. En los discursos finales, el único que recordó a la expresidenta fue el dirigente social Juan Grabois, quien le pidió “disculpas por no haberte defendido lo suficiente”, e intentó expresar a los leales de la vicepresidenta con un discurso muchas veces en las antípodas del de Massa, a quien enfrentó en la interna oficialista.
Mientras se preparan para retomar las reuniones con vistas a las generales del 22 de octubre, desde el comité de campaña, a metros de la Casa Rosada, no ahorran críticas hacia el hijo mayor de Cristina y el fallecido expresidente Néstor Kirchner. Afirman por lo bajo que “tiene mucha resistencia adentro”, y le cuestionan haberse enojado con Kicillof por no haber aceptado ser candidato a presidente, para ir por su reelección en la provincia de Buenos Aires. “No puede ser que se haya borrado, nadie lo vio en la campaña”, lo critican desde una de las terminales del comité de la campaña oficialista.
Mientras poco y nada trasciende por el momento de la reacción inicial de Cristina ante la debacle electoral, voceros recordaron que la vicepresidenta almorzó el domingo electoral con su cuñada la gobernadora Alicia Kirchner, quien a pesar de la derrota del PJ en la elección a gobernador terminó siendo la más votada en su búsqueda de una banca en el próximo Senado. Al igual que Máximo, Cristina encontró consuelo en los triunfos de referentes de La Cámpora como los intendentes Mayra Mendoza en Quilmes; Juan Ustarroz en Mercedes, y Leonardo Boto en Luján, más victorias en las internas de Lanús y Hurlingham. Muy poco para una fuerza que hoy parece resignada a la conducción de Massa, enfrascado por estas horas en la fuerte devaluación del peso y una inflación que toma impulso en las últimas semanas.
“Cristina acertó cuando dijo que esta era una elección de tercios. A nosotros nos fue mal, pero a Juntos por el Cambio le fue peor, tenemos chance de llegar al ballottage”, se ilusionan desde el comité de campaña, donde ya comenzó el trabajo de polarizar con el libertario Javier Milei, el gran ganador de la noche del domingo a quien el jefe de gabinete, Agustín Rossi, calificó de “peligro para la democracia”. En ese contexto, desde la calle Mitre festejaron recientes mensajes de figuras taquilleras para el público juvenil, como los cantantes Lali Espósito, Trueno y Ca7riel, quienes advirtieron contra las propuestas de Milei de limitar la inversión estatal en educación y salud públicas.
“Tenemos que hacer un gobierno malo, con que sea solo malo y no un desastre alcanza para llegar con chances a octubre”, ironizaron desde una oficina manejada por referentes del Instituto Patria, preocupados por evitar un cataclismo económico que deje sin chances al oficialismo en su búsqueda de continuar en el poder.