El peronismo no alcanzó su caudal histórico de 30 puntos y Sergio Massa perdió hasta en su pago chico, Tigre. El cristinismo y La Cámpora se consolaron con los triunfos parciales en Quilmes, Hurlingham y Lanús, pero el rostro serio y casi enojado de Máximo Kirchner en el búnker oficialista lo decía todo, luego de la derrota en Santa Cruz. Gobernadores peronistas como Juan Manzur, Alberto Rodríguez Saá o Mariano Arcioni fueron barridos por la ola Milei, y Axel Kicillof, el único que cantó real victoria en territorio bonaerense, lo hizo por una diferencia exigua. Esta fue la foto de la madrugada, con millones de votos fugados. A la mañana, con la reacción negativa de los mercados, el Gobierno sorprendió con una devaluación del peso del 21,8% al llevar el dólar oficial a $350.
“¿Cómo estamos? En Chacarita”, ironizaba un funcionario que también fue candidato cerca de la medianoche, cuando la postal de la derrota se parecía demasiado a la paz del cementerio de ese barrio porteño. “Como dice Manzur, abolladitos”, acotó otro dirigente con despacho en la Casa Rosada.
En un contexto de derrota generalizada, en el oficialismo rechazan dar por cerrada la disputa de cara a las presidenciales del 22 de octubre. Y apuntaban a polarizar con el libertario Javier Milei, intentando dejar fuera de la discusión a Juntos por el Cambio, que terminó segundo en las PASO. “Tenemos que plantear un eje muy fuerte, convocar a una sociedad que desea seguir viviendo en democracia”, dijo el jefe de gabinete Agustín Rossi, en clara alusión al gran ganador de la noche del domingo. “Hay dos tercios de los que votaron que no lo votaron a Milei, más los que no fueron a votar. Hay que evitar que este señor gobierne la Argentina porque no sabemos para dónde va a llevar al país, es un peligro para la democracia”, insistió ante radio El Destape el jefe de gabinete, referente del peronismo santafesino que tampoco se salvó de la debacle.
Sin declaraciones matinales luego del resultado electoral, la portavoz presidencial Gabriela Cerruti retuiteó bien temprano un video en el que Milei, en febrero pasado, aparecía justificando su voto negativo en el Congreso contra la ley de cardiopatías congénitas.
“La gente decidió que la oposición sea Milei. Hay que pelear contra ellos, seducir a los once millones que no fueron a votar, más sumar a los votantes de partidos que quedaron afuera como (Guillermo) Moreno”, explicó un referente massista, a tono con la apelación del ministro de Economía a construir una “nueva mayoría” para fortalecidos a la primera vuelta, y de allí al ballottage de noviembre. Cerca de Massa se despidieron sin alegría.
“Hay que ordenar un poco y ya, ojalá hagamos un buen Gobierno”, arriesgó en soledad un funcionario con terminal en los movimientos sociales, que abonaba la teoría de un Massa “amplio”, que convoque a más sectores contra la amenaza de Milei. “No creo que lleguemos, está muy muy difícil”, reconoció otro funcionario, en una Casa Rosada vacía y con el presidente Alberto Fernández en Olivos, preparando para esta tarde su viaje a Paraguay para la asunción de Santiago Peña como presidente, ceremonia que se llevará a cabo mañana, en Asunción.
Claro que ese ordenamiento será, al menos, difícil de alcanzar, y la muestra fue el escenario con tono de forzado entusiasmo en la medianoche del domingo. Allí, Máximo Kirchner y Axel Kicillof apenas cruzaron miradas y no se saludaron cuando terminaron los discursos. Tampoco Juan Grabois, el candidato derrotado en la interna, pareció muy contento cuando Kicillof elogió a Massa y lo definió como “el mejor candidato a Presidente”, a pesar de que dejó en claro que saldrá a militar por el tigrense en las diez semanas que restan hasta las generales del 22 de octubre.