Zelensky “habla como una jam session de jazz”, mientras que Putin no tiene problema en usar el lenguaje vulgar.
Eso y más le contó a la BBC la cotizada traductora independiente Irina Morgan, quien, por ser bilingüe en ruso y ucraniano, es solicitada cada vez que se requiere una traducción simultánea de lo que dicen el presidente de Ucrania o de Rusia.
Brindar ese servicio con todos los matices necesarios implica creatividad y riesgo.
Y es que en situaciones de alta presión, como reuniones políticas y diplomáticas, o discursos en vivo y declaraciones impromptu, lo que los asistentes o la audiencia escuchan es su interpretación.
“Es tensionante”, afirma. “Creo que los que nos dedicamos a esto somos adictos a la adrenalina”.
Irina se dedicó al difícil arte de la traducción simultánea luego de descubrir que “simplemente era buena para eso”.
Ocurrió en 1991 durante el golpe fallido contra Mijaíl Gorbachov en Rusia, cuando Ucrania declaró su independencia.
Trabajaba como periodista y, como no había servicio de intérpretes para la prensa occidental, tradujo para ellos.
“Me di cuenta de que podía hacerlo en tiempo real, y lo he estado haciendo desde entonces”.
Primum non nocere
Al igual que la medicina, la primera regla de la interpretación simultánea es primum non nocere o “primero, no hagas daño”, señala.
Transmitir el mensaje es el “estándar mínimo”, dice Irina, “y luego, por supuesto, un buen traductor simultáneo también proyectará el sabor, la forma de hablar y el uso idiomático del lenguaje”.
“Para eso necesitas aplicar no sólo tu conocimiento de ambos idiomas, sino también tu cultura general”.
Y, a veces, se falla.
Irina recuerda que en la gira mundial de parlamentos, el presidente Zelensky mencionó lo que se conoce como el puente aéreo de Berlín en el parlamento alemán.
Iniciado en respuesta al bloqueo soviético de los sectores de la ciudad controlados por Occidente en junio de 1948, es uno de los símbolos más potentes de la Guerra Fría.
Irina tuvo dificultades traduciendo el nombre del evento pues “crecí en la Unión Soviética y no nos enseñaron sobre ese episodio porque no fue un momento favorable en su historia. Así que no se me ocurrió automáticamente cómo nombrarlo”.
En ocasiones, ni siquiera saber historia ayuda.
En vísperas de que Zelensky hablara ante el parlamento danés, Irina le preguntó a su esposo, que es licenciado en historia, qué referencias podría mencionar.
Llegó armada de hechos históricos más y menos conocidos pero, al final, la referencia local que el presidente ucraniano usó fue “hygge”, la palabra danesa para lo acogedor.
Traduje como “le pediría a la gente en casa de las familias danesas hoy que encienda una vela en memoria de las vidas ucranianas que se han perdido por la invasión rusa”.
“Sé que en Dinamarca, una vela es una imagen de hygge y de una vida hogareña normal. Esa es una vida que muchas personas en Ucrania apenas pueden imaginar”, dijo.
Dos hombres, dos estilos
“Cuando traduces a los políticos, siempre hay un elemento de sorpresa porque quieren que sus discursos sean interesantes o quieren proyectar una determinada imagen.
“El presidente Putin, en particular, quiere proyectarse como un hombre del pueblo, como una especie de hombre macho en control.
“Y lo hace usando un lenguaje callejero, este tipo de expresiones muy informales, casi de gángster”.
Por eso no rehuye a expresiones que pueden sonar vulgares.
Refiriéndose a la OTAN el año pasado, por ejemplo, “usó una expresión cuyo significado primario es ‘nos dejaron’, pero en el contexto la interpretación correcta era ‘nos jodieron’”.
En el Foro Económico Internacional de San Petersburgo de este año, le dijo a la audiencia que los países que hablaban sobre la reducción de armas nucleares podían “irse a la mierda”.
A veces, se ahorra las palabras soeces, pero proyecta la misma actitud.
Hablando de que Ucrania tenía que cumplir con los acuerdos de alto el fuego pactados tras la invasión de Crimea, Putin usó una frase que vista como misógina: “Gústele o no, se lo tiene que aguantar, mi belleza”.
“A lo que Zelensky respondió: ‘Sí, Ucrania es hermosa, pero no es tuya’”, recuerda Irina.
El caso es que el presidente de Rusia tiende a usar frases coloridas y modismos, “y siempre usa nuevos, por lo que siempre estamos un poco nerviosos cuando lo estamos traduciendo”.
Sin embargo, observa Irina, notablemente solo utiliza ese tipo de lenguaje “cuando está relajado”.
Después del intento de golpe del Grupo Wagner en junio, por ejemplo, no recurrió a ninguna expresión idiomática, algo que, para Irina, dejó traslucir “que no sentía que tenía el control total”.
Traducir simultáneamente a Zelensky también es un reto, pero diferente.
“El presidente de Ucrania a veces sigue un guión y otras no.
“Cuando se dirige a los parlamentos o a las naciones, tiene discursos preparados llenos de referencias históricas interesantes, así que necesitas tu conocimiento general.
“A veces se te va la mano, como me pasó con lo del hygge en Dinamarca, pero con Zelensky siempre debes anticipar que habrán algunas referencias académicas de muy alto nivel”.
Aunque una vez fue comediante, parece haber dejado atrás deliberadamente cualquier cosa que pueda verse como un chiste intrascendente.
Pero todavía repentiza.
De hecho, según Irina, escucharlo es como asistir a un encuentro informal de improvisación musical.
“Cuando reacciona espontáneamente a un evento o hace estos discursos nocturnos muy cortos o entrevistas y reuniones con la prensa, es un desafío interesante.
“Comienza en algún punto y luego entra en muchas subcláusulas y oraciones muy largas y explica las cosas de una manera muy poco ortodoxa.
“No es como el típico político hablando con frases preparadas, acartonadas y pulidas. Es más bien como una corriente de conciencia.
“Siempre es interesante oírlo hablar. Siempre lo hace con mucha emoción. Pero todo eso hace que gramaticalmente sea muy difícil interpretarlo.
“Es un sujeto muy desafiante”.
Eso es problemático porque, según cuenta Irina, hay escasez de traductores de ucraniano.
“Se usa todo lo que se puede, incluido Google Translate, que es bueno con el ucraniano.
“Pero cuando se trata de una situación nueva o de alto riesgo, o si se trata de un político de visita o una delegación del gobierno, se necesitan intérpretes humanos para traducir los matices y modismos”.