La muerte del fotorreportero Facundo Molares Schoenfeld durante un operativo de la Policía de la Ciudad en el Obelisco, volvió a traer a los titulares periodísticos argentinos el nombre de la que supo ser una de las principales guerrillas latinoamericanas: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El militante fallecido este jueves fue uno de los pocos extranjeros que se destacó en sus filas de esa agrupación armada de izquierda, en la que operaba bajo el alias de “El Argentino” o “Camilo”.
Los nexos entre las FARC y la Argentina supieron ser noticia hace más de veinte años, cuando el gobierno del por entonces presidente Fernando De la Rúa se mostraba abiertamente preocupado por la presencia de voceros de la organización en el país. Sin embargo, según pudo saber LA NACION, la guerrilla colombiana fundada en 1964 no cuenta con representantes oficiales en la Argentina ni con vinculaciones orgánicas con agrupaciones de izquierda locales.
“Las FARC están desmovilizadas, no existen más como estructura”, desliza ante este diario una fuente avezada en la temática. Y agrega: “La gran mayoría de la izquierda argentina es parte del campo del trotskismo, y las FARC no tienen nada ver con él. Después sí, pueden haber personas con simpatía hacia esos procesos, pero con vínculo orgánico nulo”.
“En el año 2017 concluyen los Diálogos por la Paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de la FARC con la firma de un acuerdo. Yo soy parte de los firmantes de ese acuerdo y eso es lo que determina mi vuelta al país, mi vuelta a la Argentina”, indicaba Molares Schoenfeld en una entrevista con Revista Cítrica de abril del año pasado, mientras todavía se encontraba preso en la cárcel de Ezeiza por estar acusado del secuestro de un concejal colombiano.
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En 2016, tras firmarse el acuerdo de paz, una parte de la agrupación en desacuerdo con lo decidido comenzó autodenominarse Estado Mayor Central (EMC). A partir de ahí, se erigieron como el principal grupo de disidentes de las FARC. Hoy continúan operando, pero en regiones dentro de Colombia. “Hoy en día, la guerrilla más importante de Colombia es el Ejército de Liberación Nacional (ELN), un grupo que de por sí tiene poco trabajo internacional”, apuntan.
“Movimientos legales”
En el año 2000, el por entonces ministro del Interior, Federico Storani, confirmaba en declaraciones periodísticas la preocupación del gobierno de Fernando De la Rúa por la actividad en la Argentina de voceros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). “Todavía no se han tomado medidas, pero aseguro que los seguimos con mucha atención”, indicaba el dirigente radical, que distinguía dos alternativas en los pasos del grupo guerrillero por el país.
“Por un lado, los movimientos de las FARC en la Argentina están totalmente detectados y hasta el momento son legales. La Argentina apoya el proceso de paz que mantiene el gobierno del presidente Banzer con las FARC y mientras los movimientos de los voceros sean legales no habrá problemas”, indicaba.
Pero agregaba: “Lo otro que estamos investigando es que no se dediquen a propagandear su forma de insurrección. Es seguro que no permitiremos la importación de una insurrección que no tiene nada que ver con nuestro Estado de Derecho. Nosotros los seguimos con mucha atención”.
Años más tarde, ya fuera del poder, Storani se explayaba acerca de que “no hubo datos fundados ni hechos que pudieran probar” la relación entre esos “delegados políticos” de las FARC y las protestas piqueteras que se sucedieron en aquellos tiempos en el país. Y explicó que, mientras estuvo al frente del Ministerio del Interior, esas personas que “vienen al país y mantienen reuniones con otras fuerzas políticas o sindicales, de ningún modo se detectó que estén detrás de las protestas sociales, que las financien o traten de capitalizarlas”.
Historia militante
Morales Schoenfeld, de 47 años, militaba actualmente en el Movimiento Rebelión Popular. Oriundo de la localidad bonaerense de San Miguel, el fotoperiodista había comenzado su vida como activista político a mediados de los 90, cuando su temperamento lo llevó a recorrer varios de los países de América Latina, según consigna Página/12.
Es que su trayectoria militante no se limitó a los territorios de la Argentina y Colombia, país al que arribó tras la crisis de 2001. También viajó a Ecuador, Cuba, Paraguay, Brasil, Perú y Chile, además de Bolivia, en 2019, tras producirse el derrocamiento del gobierno de Evo Morales. Al llegar a Santa Cruz de la Sierra, mientras se desempeñaba como reportero, fue herido cuando cubría unos incidentes en la ciudad de Montero.
Allí recibió tres disparos. Sobre ese hecho recordaba hace un año: “Estuve a punto de morir, 23 días en coma inducido, y los médicos que me salvaron terminaron presos. Perdí casi toda la visión en el ojo derecho y tengo un problema cardíaco por las balas de los golpistas. Terminé preso 13 meses acusado de terrorista en Chonchocoro, la cárcel de máxima seguridad, a casi 5000 metros de altura en el Altiplano. Enfermé dos veces de Covid-19, dormí meses sentado contra la pared”.
La liberación y el regreso a la Argentina llegaron a finales de 2020. Menos de un año después, el 7 de noviembre de 2021, Molares Schoenfeld fue detenido en la localidad chubutense de Trevelin, en base a un pedido de captura internacional emitido por la orden de extradición de Colombia. Dos meses después, el 7 de enero de este 2022, Molares se presentó ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) de Colombia para solicitar la amnistía, la que llegó finalmente en julio del año pasado.