Emigró hacia Australia a buscar un futuro mejor pero la mató una “ola monstruo” mientras caminaba por la playa

El pasado domingo 30 de julio mientras la mayoría de los colombianos se despertaban con la alegría del triunfo de la Selección Colombia Femenina frente a Alemania, la familia Sandoval Guzmán inició el día con la dolorosa noticia del fallecimiento de su hija Katherine.

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La joven, de 30 años, había viajado a Australia tan solo cinco meses antes para cumplir sus sueños y desarrollarse profesionalmente. Pero todas sus ilusiones y propósitos se los llevó el mar, cuando una ola monstruo (rogue wave) la impactó mientras pasaba una tarde de amigos en la playa de Cronulla, al sur de Sídney.

Un ángel en la tierra

Los padres y hermanos de Katherine la recuerdan como un ser humano extraordinario, alegre y bondadoso, que siempre tenía una palabra de aliento para aquel que estaba triste y a quien le gustaba ayudar a los demás. De hecho, desde muy pequeña sentía misericordia por los más necesitados, como cuando a los siete años hizo que su papá le comprara unos zapatos a una compañera.

“Había una niña que su papá no tenía dinero porque en ese momento estaba desempleado y ella llevó a la niña a la casa para que mi papá le comprara tenis porque los suyos estaban rotos. Entonces, se puso a llorar hasta que mi papá fue y le compró unos zapatos a la niña”, recordó con nostalgia a EL TIEMPO Ángela Sandoval, hermana mayor de Katherine.

Ese corazón sensible y compasivo fue lo que la motivó a estudiar trabajo social y a colaborar para diferentes fundaciones en Bogotá. Antes de viajar a Australia estuvo apoyando diferentes causas: dictaba talleres a niños, compraba comida para refugios de animales y, durante la pandemia, hizo colectas para llevar mercados a familias de bajos recursos.

“Ella siempre fue muy activa en el tema social, ella siempre veía la necesidad de la gente y se inventaba proyectos, vacas, cualquier cosa como para intentar suplir a las personas”, le contó Ángela a EL TIEMPO.

Una obra social que continúo en Sídney, a donde llegó el 23 febrero de 2023 llena de sueños, ilusiones y, sobre todo, ganas de servir a los que la rodearan.

Una nueva vida en Australia

Quienes conocieron a Katherine no solo destacan su solidaridad, también la recuerdan como una mujer trabajadora, juiciosa y, como se dice popularmente, “echada pa’lante”. Justamente, esas cualidades fueron las que la motivaron a vivir en Australia, pues una amiga que ya estaba radicada allí le comentó que su perfil profesional sería atractivo en el país oceánico.

“Decidió venir a Sídney porque una amiga en común le contó sobre las oportunidades que tenía en este país para recibir la residencia en el futuro debido a sus dos carreras. Sabíamos que era una persona muy trabajadora, así que todas estas cualidades le depararían un gran futuro en Australia”, recordó Jhonatan Leon, amigo de Katherine.

Katherine no solo era profesional en trabajo social, también tecnóloga en estética, tenía un técnico en belleza y tenía una especialización en gerencia de proyectos. Todos sus conocimientos sumados a su personalidad alegre hicieron que, desde el día uno, se robara el corazón las personas en Australia.

“Como persona, era muy sociable, con un optimismo y sentido del humor como pocos. Tenía una sonrisa perspicaz y una forma de ser que te hacía sentir que ella era muy feliz”, destacó Leon, quien fue testigo del empeño que puso la colombiana para tener una estabilidad económica al tiempo que estudiaba inglés.

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Pese a la barrera del idioma, el cambio de costumbres y lo lejos que estaba de sus seres queridos, Katherine logró estabilizarse trabajando haciendo cortes de uñas, cabello y maquillajes y servicios de limpieza.

Sin embargo, al mes de su llegada, su hermano menor falleció en un accidente de motocicletas en Bogotá, Colombia, un golpe duro para toda la familia, pero especialmente para Katherine, quien no pudo despedirse de él. Aun así, en medio del dolor, la colombiana siguió adelante y nunca perdió la fe en Dios.

De hecho continuó sirviendo con más fuerzas a su comunidad, especialmente a la iglesia cristiana a la que pertenecía. “Katherine desapareció durante algunas semanas, refugiándose en la comunidad de la iglesia en el suburbio de Auburn. A pesar de que intentamos apoyarla en su pérdida, ella era una persona muy fuerte y, aunque lo sucedido la afectó, cada vez que la veíamos, se veía risueña y serena”, confirmó Leon.

Recuerdo con el que concuerda Ángela, quien también destacó que su hermana era una mujer muy positiva, a la que siempre le gustaba ver el lado lindo de la vida: “Ella todo el tiempo estaba haciendo chistes, ella siempre se reía, o sea, ella podía estar muy triste, pero ella siempre tenía un chiste para el momento”.

El día de la tragedia

La noche del sábado 29 de julio (hora colombiana) Katherine habló con su familia por última vez. Hicieron una videollamada y ella les comentó a sus papás y a su hermana que iría con tres de sus amigos de la iglesia a dar un paseo por Cronulla.

“Ella nos dijo que iba a salir con los chicos de la Iglesia, que iban a ir a una playa, que no iba a tener señal entonces que no nos preocupáramos si ella no nos hablaba, pero que tranquilos que cuando ella llegara nos avisaba”, describió Ángela.

Según le relataron los amigos de Katherine a la familia, los jóvenes estaban caminado por una plataforma de piedras cerca al mar. De acuerdo con Jhonatan Leon, este no es un sitio peligroso y es un lugar que acostumbran visitar los estudiantes internacionales porque el mar no suele invadir el espacio de las rocas.

Sin embargo, justo cuando la colombiana y sus amigos se tomaban fotos en la zona, se dio un fenómeno conocido como olas monstruo (rogue wave), que son olas grandes que nacen espontáneamente y que, en este caso, chocaron contra la colombiana y sus amigos.

“De un momento a otro llegó una ola muy alta, de la nada, y la ola tiró a ella y a otro chico, pero lo que pasó con ella es que del golpe, o sea, de la fuerza de la ola, ella se golpeó la cabeza con una roca. Entonces ella quedó como inconsciente y no pudo nadar”, contó su familia.

Desafortunadamente, la mujer perdió el sentido y, aunque sus conocidos lograron sacarla del mar con ayuda de unos pescadores y brindarle los primeros auxilios, cuando llegaron los bomberos a atender la emergencia confirmaron la terrible noticia: Katherine estaba sin vida.

“Esa fue nuestra noticia del domingo a las seis de la mañana, o sea, finalizando el domingo en Sidney”, manifestó Ángela con la voz entrecortada.

Las malas noticias

Eran las seis de la mañana cuando Ángela se percató de que tenía un mensaje en Facebook de un perfil desconocido. El remitente se presentaba como el pastor Ezequiel Medina y le pedía que se comunicara urgentemente a un número de WhatsApp para hablar de su hermana.

Lo primero que pensó fue que se trataba de un estafador, pero luego analizó el texto y recordó que su hermana aún no había respondido los mensajes de la noche anterior, no le había compartido videos por Instagram y no les había contado cómo le había ido en su paseo.

De a poco, la corazonada de que le había pasado algo a Katherine se fue haciendo real. Al otro lado de la línea, el pastor de la iglesia a la que asistía su hermana le relataba la tragedia. Cada palabra del hombre era como un puñal en el corazón de Ángela, quien tendría la difícil tarea de contar la terrible noticia a sus padres y hermanos.

“En Australia era de noche entonces digamos que no podíamos hablar con nadie. Nosotros obviamente acá estábamos en un mar de lágrimas. Yo llamé a mis hermanos, todos vinieron a mi casa como para estar acompañados en medio de todo”, relató Ángela.

Al dolor de la pérdida se sumó la angustia de saber que el cuerpo de Katherine se encontraba a uno 16.000 kilómetros de distancia. Pero, además, había otra preocupación latente: el dinero.

El drama de la repatriación

Los Sandoval Guzmán no sabían qué hacer, en medio de su dolor, cientos de pensamientos los invadía. Con el paso de los minutos surgían más y más preguntas, la mayoría de ellas relacionas con cómo harían para volver a ver a Katherine y darle el último adiós.

Aunque Ezequiel Medina les dijo que debían esperar a que las autoridades de Australia se comunicaran con el consulado de Colombia, para ellos era urgente iniciar con el proceso de repatriación del cuerpo. Sin embargo, el cambio de horario no los beneficiaba.

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Pese a todo, Ángela le escribió a los contactos de su hermana en Australia contándoles sobre su deceso, de tal forma que tan pronto vieran el mensaje se pudieran comunicar con ella. Y así fue, las personas más cercanas a la colombiana se dirigieron al consulado para preguntar qué hacer, sin embargo, argumentan que fueron muy hostiles.

“Recibimos la noticia el lunes por la mañana (hora australiana). La hermana de Katherine nos contactó y desde ese momento nos pusimos manos a la obra para ayudar a su familia. Su agente de estudios, Diana Uribe, y otras personas de su iglesia y amigos nos pusimos en la tarea de contactar a la embajada lo antes posible. Desde las 8 a. m.”, explicó Jhonatan Leon.

El joven asegura que estuvieron llamando constantemente al consulado, pero que nadie les respondió. Por lo que tuvieron que ir a la sede, aun así, se demoraron en atenderlos y lo único que les explicaron fue que la familia era la que debía contactarlos.

Los padres de Katherine enviaron un correo explicando la situación, al que el consulado respondió con el listado de una serie de documentos que requerían para el proceso. De acuerdo con Ángela, aunque finalmente atendieron su solicitud, no han sentido un acompañamiento y una guía por parte del consulado, más aun teniendo en cuenta los trámites que hay que hacer.

Esperaban que el cuerpo de Katherine llegara lo antes posible, pero el proceso tuvo demoras porque, según cuentan, la funeraria tuvo algunos problemas de comunicación con el consulado y están a la espera del registro de defunción. Una vez con el documento, se coordina el vuelo y envían el cuerpo a Colombia.

Un último adiós emotivo

“El lunes de la semana pasada a media noche el pastor creó un fondo, porque obviamente es mucho dinero y no se tenía. Entre todos los compañeros, amigos y conocidos del collage y un montón de gente empezó compartieron la información y en menos de 9 horas se completó el dinero que se requería. Todos se pusieron la 10, crearon hasta un grupo por WhatsApp y entre todos ayudaron”, contó Ángela.

Si bien nadie ni nada les podrá devolver a su ser querido, les consuela el saber que Katherine tocó muchos corazones a lo largo de su vida y, en tan solo cinco meses, impactó positivamente la vida de muchas personas en Australia, quienes la despidieron en una emotiva ceremonia el pasado sábado 5 de agosto.

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“El sábado hicieron un servicio de despedida para mi hermana y fue muy bonito ver que la gente decía como: ‘O sea, a Kate le pasaban muchas cosas, que a uno lo hubieran quebrado, pero ella en medio de su dolor siempre tenía una sonrisa y siempre le daba gracias a Dios por lo que estaba viviendo y ella siempre tenía una palabra de apoyo para los otros’”, mencionó Ángela.

Y añadió que, ahora, pese a la distancia, gracias a su hermana tiene una familia extendida en Australia, la misma que acogió con ternura y cariño a Katherine cuando llegó en febrero.

“Viendo todo lo que ha sucedido a raíz de la muerte de mi hermana, uno se da cuenta que Dios no se queda con nada. El amor que ella dio y de lo que por gracia ella recibió y por gracia dio, ahora nosotros por esa misma gracia la estamos recibiendo”, concluyó Ángela.

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