Distritos claves desvelan a los candidatos

Debajo de la hipernacionalización de las PASO del próximo domingo asoman elecciones en provincias y municipios que serán cruciales para definir la oferta presidencial. Ahí auscultan, buscan descifrar y tratan de influir los gurúes de campaña de Sergio Massa, de Patricia Bullrich y de Horacio Rodríguez Larreta. En medio de la absoluta ausencia de certezas.

La fragmentación de la demanda social y los altos porcentajes de rechazo y los moderados índices de adhesión que tienen todos los precandidatos presidenciales les dan a los comicios de varios distritos una capacidad de influencia singular, que potencian el peso de candidatos subnacionales así como subrayan la importancia de la logística y la ingeniería electoral de cada espacio para el día de la votación. Al mismo tiempo, alimentan especulaciones y elevan las cotizaciones de las acciones de referentes locales.

¿Con qué candidato te identificás?

En primer lugar, la importancia habitual que tiene la provincia de Buenos Aires, como distrito que concentra el 37% del padrón, suma este año una nueva peculiaridad, que desafía a la historia electoral desde el regreso de la democracia para las dos grandes coaliciones.

La madre de las batallas, como tantas veces se ha denominado a la elección en territorio bonaerense, depende más que nunca del resultado de varias batallas subsidiarias que se darán dentro de seis días.

El siempre relativizado valor del tramo medio de la boleta, que lleva a los candidatos a gobernador y vicegobernador, podría tener en esta instancia un peso mayor tanto para el principal precandidato presidencial del oficialismo, Sergio Massa, como para los cambiemitas Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Esto potencia la importancia de los siempre influyentes intendentes bonaerenses.

En Unión por la Patria (UP), la figura nítida y al mismo tiempo compleja de Axel Kicillof abre una doble incógnita respecto del impacto que podría tener su desempeño para la postulación de Sergio Massa.

El gobernador es en la boleta bonaerense el candidato a un cargo ejecutivo que más y mejor representa al kirchnerismo, por lo que Massa debería poder descansar en el poder de tracción de su figura para retener a ese electorado.

Sin embargo, existen dudas fundadas respecto de si todos los kirchneristas puros que se sienten representados política, ética y estéticamente por el gobernador irán a votar al ministro de Economía o si un número significativo optará en las PASO por darle su apoyo al líder de los movimientos sociales Juan Grabois.

Por las dudas, en el equipo massista han lanzado una ofensiva contra su rival interno, que debía ser subliminal y encarada por figuras poco identificables con el candidato, como la influencer Mayra Arena. Sin embargo, la locuacidad de la esposa de Massa, Malena Galmarini, alteró los planes y la hizo explícita para malestar del comando electoral massista.

La precandidata que buscar recuperar el bastión de Tigre para la familia le subió el precio al rival, en lugar de bajárselo, como indican los manuales.

Los intendentes cotizan alto

La otra duda para Massa en el territorio bonaerense es sobre el desempeño de los siempre ubicuos intendentes peronistas en las PASO, expertos como pocos en cuidar su patrimonio (político).

Por un lado, muchos tienen una fuerte desafección con Kicillof, al que nunca sintieron propio ni él los dejo ser parte del poder provincial y de los beneficios que eso reporta.

Por otra parte, la crítica situación económica nacional que golpea sobre los electores de sus distritos impactaría negativamente en sus posibilidades para la elección municipal. Intendentes que tienen más de 60% de imagen positiva y una intención de voto personal de alrededor del 50% bajan significativamente su potencial cuando aparecen junto a los referentes nacionales del oficialismo. Ya lo vivieron en las PASO de mitad de mandato, hace solo dos años. Doble motivación para hacer la suya. Por eso, muchos barones bonaerenses han vuelto a practicar el viejo oficio de sastres electorales para armar votos a demanda. Massa lo hizo en 2009 con la boleta que encabezaba Néstor Kirchner, que sufrió un serio corte en Tigre respecto de la boleta local. Massa se aprestaba entonces a abandonar el cargo de jefe de Gabinete de Cristina Kirchner para refugiarse en su territorio.

Realidades y antecedentes que en nada ayudan a tranquilizar a Massa y al cristinismo. Ambos necesitan del aporte bonaerense tanto como de los cuasi cautivos votos del norte del país que les aseguran los caudillos provinciales.

Al ministro-precandidato le resulta imprescindible contar con ese respaldo para poder seguir soñando con que las PASO sean un trampolín hacia la Casa Rosada desde la ciénaga de la situación económica que habita y las muchas inconsistencias políticas que aporta la unión por conveniencia entre massismo y kirchnerismo.

Cristina Kirchner y los suyos requieren de esos votos y la preservación del territorio bonaerense como eventual refugio o fuerte para la resistencia, tanto en caso de derrota como de triunfo del actual ministro de Economía, del que dependen en la misma medida en que desconfían.

Malos antecedentes

En ese horizonte de sumas y restas, también operan como señales de alertas los recientes antecedentes de las provincias que adelantaron sus elecciones, salvo los casos de los feudos de Tucumán y Formosa.

La reciente performance de los candidatos (más o menos) alineados con el oficialismo nacional en Chubut, San Juan, Santa Fe, San Luis, Córdoba y Mendoza estuvo en casi todos los casos muy por debajo de las elecciones de 2019 y de 2021. Y en algunos de esos distritos, como es el caso cordobés, se especula con que a la boleta de UP no le sería sencillo lograr siquiera la mitad del porcentaje (31%) que la fórmula Fernández-Fernández obtuvo en 2019.

Por todo eso, saben que la aspiración de Massa y (casi todo) el oficialismo de ser el candidato individual más votado dentro de seis días no está asegurada. Y aun cuando lo lograra eso podría servir de poco para capitalizarlo. Si la suma de votos en todo el país de UP fuera tan magra o más que la de las catastróficas primarias de 2021, cuando el oficialismo apenas arañó el 31%, será difícil instalar aquella imagen. En el oficialismo y, especialmente, en el kirchnerismo no descartan que eso ocurra. El pesimismo aumentó en los últimos días.

Cambiemitas en trance

En el universo opositor, en primer lugar emerge el caso del precandidato a gobernador Diego Santilli en el territorio bonaerense, en quien confía (o se ilusiona) Rodríguez Larreta.

Contra lo que indican la historia, la intuición y el sentido común dominante hasta ahora, confía en que Santilli apalancará su propia postulación presidencial. La figura de Larreta logra apoyos en varios distritos del conurbano, pero fuera de esa geografía tiene apenas algo más de magnetismo que un corcho. Eso es lo que debe suplir el precandidato a gobernador.

El desconocimiento del precandidato bullrichista Néstor Grindetti y, por el contrario, el buen posicionamiento del postulante larretista hacen soñar al jefe de gobierno porteño con el milagro.

“No tenemos dudas de que la candidatura del Colo [por Santilli] va a tirar para arriba nuestra boleta presidencial”, les dice el propio Larreta a sus interlocutores cuando le expresan dudas por lo que pueda ocurrir en la provincia de Buenos Aires.

Las encuestas no ayudan en nada a despejar dudas: algunas llegan a mostrar a Bullrich superándolo por apenas un par de puntos y otras duplicándolo en intención de voto, como la que realiza y le gusta exhibir al radicalismo bonaerense, que conducido por Maximiliano Abad se alineó con la postulante macrista.

Larreta y su equipo confían en que el efecto Santilli le permita, además de ganar en la provincia de Buenos Aires, compensar resultados adversos o poco benévolos que le pronostican en Córdoba, Mendoza y, curiosamente, en su propio distrito, la ciudad que él gobierna, para quedarse con la candidatura presidencial cambiemita. Como se ve, para ganar en esa ruleta se requieren numerosas martingalas. Y mucha fe.

La creencia es sustentada en cierta mejora reciente del alcalde porteño reconocida casi por unanimidad y reforzada por la tesis de un consultor que es escuchado por equipo de Larreta.

El analista sostiene que en las dos últimas semanas se registró un deterioro de la imagen de Massa, a causa de la nueva ola inflacionaria y la suba del dólar, que deriva en probables votos para el jefe de gobierno porteño. Hipótesis.

El dilema de Macri

Lo cierto es que la confianza larretista y esa aparente mejoría no solo envalentonaron al candidato y su equipo, sino que llegaron a instalar dudas en Mauricio Macri.

El expresidente decía sobre el fin del domingo que aún no había decidido si explicitaría su apoyo a Bullrich, durante la entrevista que le hará este lunes a Joaquín Morales Solá en su programa de televisión Desde el llano, o si solo mantendría su discurso sobre lo que considera que debe hacer el próximo gobierno y con el que respalda más que implícitamente la propuesta de la precandidata, pero sin llegar a nombrarla.

“Nunca se ha visto que un candidato de Juntos por el Cambio haya logrado un porcentaje mayor en la provincia que en la ciudad de Buenos Aires y me cuesta pensar que Horacio pueda conseguirlo. Pero si lo hace habrá que creer que hasta es posible que logre su propósito de cambiar el país con el apoyo hasta de los que no quieren que nada cambie”, le escucharon decir a Macri en las últimas horas con tanta perplejidad como ironía.

Las dudas alimentan la indecisión y en el campamento bullrichista no logran asimilarlas. Para ellos la elección primaria está cerrada y su precandidata la tiene ganada. Aunque su demanda para que el expresidente se defina parezca contradecir tanta confianza.

De todas maneras, Macri glorifica los motivos de sus dudas respecto de la conveniencia o inconveniencia de explicitar su preferencia y evitar que se vea como una simple especulación táctica en cuanto al efecto que podría tener sobre él un eventual triunfo de Larreta.

“Va a ser coherente con lo que piensa y lo va a decir muy claro. En eso no van a quedar dudas de que coincide con lo que propone Patricia. La duda radica en un dilema crucial: cómo influir en la PASO sin afectar la unidad después del domingo, para que JxC mantenga sus chances de volver al poder”, dice uno de sus más cercanos colaboradores.

Nerviosismo, deslealtades y cambios de tendencia a una semana de las PASO

“La idea es que lleve claridad sobre lo que quiere para el 13 y aporte previsibilidad y unidad para después del 14″, completan en su círculo más íntimo.

Macri sabe que no será fácil resolver ese intríngulis y también sabe y admite que será más difícil su trabajo para mantener unida a la dirigencia si quien gana es Larreta. Bullrich nunca se ha rendido fácil. Pero el mayor desafío para todos será sumar y retener los votos.

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