KIEV.- En estos 529 días de guerra, América Latina estuvo no solo físicamente lejos de la guerra en Ucrania. Aunque en general la invasión por parte de Rusia fue condenada en la región, solo un puñado de países se ha sumado a la alianza occidental liderada por Estados Unidos y la OTAN. Un puñado de países ha enviado armas para que esta exrepública soviética pueda defenderse de la agresión de Vladimir Putin o ha impuesto sanciones económicas o de otro tipo en contra de Rusia, potencia que sigue teniendo una gran influencia en el continente y con la que muchos, incluso la Argentina, siguen haciendo negocios.
Consciente de esto y mientras intenta sumar consenso mundial en torno a su fórmula de paz de diez puntos, sobre la que organizará una cumbre global en los próximos meses, en una entrevista con medios latinoamericanos, entre ellos LA NACION, en la oficina presidencial de Kiev, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, reclamó apoyo y comprensión de la situación de agresión.
“Es importante que las personas en la Argentina comprendan qué es esta guerra y sus terribles consecuencias… Al fin y al cabo, somos personas con los mismos valores”, dijo. Al invitar a todos los países latinoamericanos a discutir su fórmula de paz en esa cumbre global que prepara -ya que al momento no logró organizar una reunión solo con líderes de América Latina-, no ocultó su malestar con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, a quien consideró mal informado y manipulado por la narrativa de su adversario, Vladimir Putin.
“Ustedes saben qué es el colonialismo”, también dijo Zelensky, ataviado con su clásica vestimenta informal de tipo militar, al destacar que la agresión lanzada por Rusia, que “siembra terrorismo”, es parte de una guerra colonialista de la autocracia de Putin. Elogió, por otro lado, al papa Francisco, por su respaldo en la misión de recuperar a miles de niños ucranianos deportados por Rusia y en el intercambio de prisioneros. “Le estoy muy agradecido, él nos apoya”, aseguró, al reiterar una invitación al máximo líder católico a visitar a Ucrania que consideró, de todos modos, secundaria. “Si él logra ayudarnos en el regreso de los niños [deportados a Rusia] será suficiente. Si puede venir a Ucrania, mejor todavía, pero si tuviéramos que elegir, elegiríamos el regreso de los niños deportados”, aseguró.
Organizada por la ONG ucraniana Transatlantic Dialogue Center y con la ayuda de la Fundación internacional International Renaissance Foundation, la entrevista tuvo lugar en una sala de reuniones híper custodiada del cuarto piso de la Oficina Presidencial de esta capital, después de controles y chequeos exhaustivos y gestiones muy difíciles.
La entrevista duró una hora, en la que, pese a la guerra, las sirenas antiaéreas y el cansancio de casi un año y medio al frente de un país de rodillas debido una pavorosa destrucción, miles de muertes y espantosos crímenes de guerra, Zelensky, de 45 años, se mostró relajado, humilde, y hasta sonriente.
-En la mayoría de los países de América Latina ha habido declaraciones de condena a la invasión rusa pero no necesariamente acciones que de alguna manera demuestren esa condena. ¿Cómo cree usted que los gobiernos de América Latina pueden ayudar en estos momentos que Ucrania está en un terrible momento debido a la guerra?
–Gracias por la pregunta. Me parece que para comprender cómo hay que ayudar hay que comprender qué es lo que está sucediendo, cuáles son las consecuencias de la guerra, comprender que es una agresión no provocada que tenemos en nuestro territorio. Es un primer paso. Las personas comprenden todo cuando alguna cosa les toca, cuando la sienten en su piel. Aquí por ejemplo una de las consecuencias son las minas: 200 kilómetros cuadrados de territorio nuestro están cubiertos de minas. Por ejemplo, ¿pueden imaginarse eso en Uruguay, que haya minas por todas partes? Aquí es así. Vinieron los rusos y lo minaron casi todo. La gente no puede trabajar para labrar la tierra, los niños no pueden ir a la escuela. Por ejemplo, en Kajovka hubo una explosión, y en cinco regiones no hay agua potable. Imagínense que un territorio en sui país bastante basto en su país, pero sin agua. Este es el cuadro que trato de pintar.
No digo ni siquiera que sea un conflicto, o simplemente una guerra, es un terror horrible, porque ellos por todas partes no dejan rastro de guerra sino terrorismo, siembran el terror. Para liberar de minas un territorio igual al de Uruguay, ¿cuánto tiempo se necesita? Entonces, ¿cuánto tiempo hay que esperar para que se acabe la guerra? El enemigo quiere que pasen muchos años para que podamos eliminar las minas. Entonces cuando uno se pregunta cómo ayudar, es necesario hacer llegar esto a la sociedad para que lo sepa bien.
No todos los estados pueden apoyarnos con armas por causa de su legislación, o simplemente porque no las tienen. Puede ser ayuda humanitaria, sistemas, equipos de agua potable, tuvimos serios problemas con la electricidad… También hay otra cosa que es presión política, hay que ejercer presión política. El hecho que ustedes se encuentren aquí es una ayuda y se los agradezco.
-Existe una frase atribuida al expresidente mexicano Porfirio Díaz que pretende ilustrar que los países invariablemente son prisioneros de su geografía. En ese sentido, ¿qué le diría a aquellos que señalan que las aspiraciones de Ucrania de unirse a la OTAN —cuestión que está al epicentro de esta guerra—sería el equivalente a que Rusia colocara bases militares en territorio mexicano, con todo lo que eso implicaría?
-Me parece que nosotros tenemos que mirarlo un poco diversamente. Cuando dicen que la OTAN combate con Rusia en territorio ucraniano, esto lo dice Rusia. Porque no le cabe en la cabeza imaginarse cómo un ejército tan chico puede resistir a un ejército tan grande como el de ellos. Entonces para justificar los esfuerzos que hacen y que no pueden ganar. Algunos Estados, como los del Báltico, por ejemplo, estarían contentos si el ejército ucraniano estuviera o se encontrara en su territorio para protegerlos, pero después de la guerra. Nosotros no tenemos necesidad de bases ni norteamericanas ni de otros países socios. Ucrania, geográficamente, se encuentra cerca de Rusia y de otros países y ahí también hay un ejemplo: donde está la OTAN, no hay guerra. Y nuestra actitud tiene que considerarse en el marco de que los países que pertenecen a la OTAN lo hicieron en su tiempo porque recelaban que la Unión Soviética pudiera volver, regresar o por otras razones. La OTAN para Ucrania no es para agredir, para hacer ofensiva, es para desocupar nuestro territorio, ante todo o solo para esto. La OTAN es una asociación de seguridad pero en su territorio no hay guerra.
Pero se habla también de la seguridad de Rusia. Algunos piensan que Ucrania puede venir al territorio ruso, pero nosotros nunca hemos querido ninguna guerra. Toda nuestra industria se la llevaron de los territorios ocupados. Y esto es colonialismo. Por eso lo de la OTAN, discúlpenme, es una cuestión de nuestra seguridad y protección de nuestra gente y eso es todo.
– Usted ya hizo varios esfuerzos para mostrar al presidente Lula y al gobierno brasileño las realidades de la guerra y lo que está en juego aquí. Pero esta semana, el presidente Lula volvió a decir que ni usted ni el presidente Putin están interesados en la paz; que solo quieren ganar la guerra, cueste lo que cueste. El asesor presidencial de Lula, el embajador Celso Amorim, quien se reunió con usted aquí en Kiev, también dijo esta semana que cualquier negociación de paz debe tener en cuenta las preocupaciones reales de seguridad de Rusia. ¿Cómo respondes a estas afirmaciones?
-Me parece que el presidente Lula es una persona con experiencia. Pero no lo entiendo muy bien. ¿Cree que su sociedad no entiende completamente lo que está pasando y cuenta con eso? Las declaraciones de Lula no traen paz en absoluto. Es extraño hablar de la seguridad de Rusia. Solo Rusia, Putin y Lula hablan de la seguridad de Rusia, de las garantías que hay que dar para la seguridad de Rusia. Simplemente creo que él (Lula) tiene su propia opinión. Me parece que no es necesario que sus pensamientos coincidan con los pensamientos de Putin. Su país no está en guerra con nadie, y su país, Brasil, es mucho más respetado que Rusia hoy en el mundo. Se respeta al pueblo (de Brasil), se respeta su visión, sus visiones del mundo. Brasil no es un país agresor, sino un país pacífico. ¿Por qué necesita estar de acuerdo con las narrativas del líder del estado (ruso, Vladimir Putin), quien no es diferente de cualquier colonizador? Él (Putin) miente constantemente, manipula constantemente, desinforma constantemente a la gente. Está matando a nuestros niños y violando a nuestras mujeres. Para ser honesto, si el presidente Lula quiere decirme algo, que se siente (conmigo) y me lo diga. Y creo que vamos a terminar con esto. Para ser honesto, pensé que él tenía una comprensión más amplia del mundo. Creo que es muy importante ver el mundo entero. Porque lo que me dices (que dijo) es triste, muy triste.
-Desde el comienzo de la invasión nunca pudo encontrarse físicamente con el presidente de la Argentina, Alberto Fernández, pero sí pudo encontrarse físicamente con otro argentino, el papa Francisco. Sabemos que el papa Francisco y el Vaticano están trabajando con Ucrania en dos puntos: el tema de la devolución de los niños deportados y el tema de los prisioneros. ¿Qué más cree que podría hacer el papa Francisco? ¿Sigue esperando que haya una visita de él a Ucrania? Y, además, ¿cómo evalúa la misión emprendida, por voluntad del Papa, del cardenal Matteo Zuppi, que estuvo en Kiev, en Moscú, en Washington y que sabemos que ahora va a ir también a Pekín?
-Bueno, tuve dos encuentros con el papa Francisco y también otros miembros del gobierno tuvieron encuentros con él. Le estoy muy agradecido por esos encuentros. Él nos apoya, reza por nosotros, con sus oraciones. Esta también es una ayuda porque aquí hay muchos católicos que le están agradecidos. Pero son señales importantes no solo para los católicos, también para los ateos, porque el papa Francisco es un personaje importante. También a veces logramos enterarnos de otras cosas que él dice que hace, por eso esperamos que él pueda seguir su actividad, son cosas muy importantes para nosotros. Al Papa lo invitamos, lo hemos invitado, yo personalmente lo he invitado a Ucrania. Yo quisiera que él pueda venir a cualquier ciudad, no necesariamente a la capital, a donde pueda venir, porque también en otras ciudades hay otras cuestiones importantes que tratar. Pero sí, hay dificultades por la guerra, al transporte, etcétera. Pero es siempre importante, son siempre señales importantes del punto de vista del apoyo para la sociedad ucraniana. Y seguramente en las cuestiones que planteé hablando con él, de apoyar con su equipo y también el cardenal Zuppi, la fórmula de la paz, la cumbre como tal en términos generales y estar de algún modo presente, en algún formato. Y en lo que se refiere al regreso de los niños y de los prisioneros, el Papa me dijo que va a seguir haciendo todo para eso. Creo que todo eso ya es suficiente. Si él logra ayudarnos en el regreso de los niños (deportados a Rusia) será suficiente. Si puede venir a Ucrania, mejor todavía, pero si tuviéramos que elegir, elegiríamos el regreso de los niños deportados.
-Usted mencionó el término “colonialismo” y en ese sentido le quería preguntar por quienes en América Latina sienten dolor por el sufrimiento ucraniano, pero que no avalan apoyar formalmente a Ucrania por los aliados que tienen los ucranianos. ¿Qué opina al respecto?
– No creo que tengamos valores diferentes [con las sociedades latinoamericanas]. Nosotros reímos cuando estamos alegres y lloramos cuando estamos tristes. También podemos ser hinchas de fútbol, ser hinchas de nuestro equipo y alegrarnos o ponernos tristes, pero estamos agradecidos al destino también por nuestros logros, por nuestros hombres y por nuestras pequeñas victorias. No podemos criticar la sociedad, a las personas, si una parte no apoya a Ucrania. Pero creo que la gente simplemente tantas veces está desinformada, porque los círculos políticos limitan el espacio de información. Pero potencialmente los países latinoamericanos también pueden apoyarnos. Solo hay que hablar abiertamente con las personas, explicarles todo, para que haya más conocimiento. Y es muy importante que las personas en la Argentina comprendan qué es esta guerra, cuán terribles son las consecuencias. Y que, al fin y al cabo, somos personas con valores iguales. No creo que haya tanta diferencia entre nosotros.
-Por ejemplo, hay argentinos que encuentran contradictorio apoyar a un país aliado al Reino Unido por la guerra de Malvinas de 1982…
-Sí, lo entiendo. Cualquier estado, cualquier pueblo que sufrió, que conoció una guerra, [conoció el] sufrimiento. Sí, se puede comprender la pérdida, los sufrimientos de tu pueblo [el argentino] y sé también que fueron pérdidas muy dolorosas también para su pueblo. En nuestra tierra hubo varias guerras diferentes, pero estamos hablando de lo que está sucediendo hoy. Antes estuvieron aquí fascistas, nazis y millones de ucranianos murieron por causa del nazismo alemán que había venido a esta tierra. Y eso ha sido una tragedia horrible para toda la humanidad. Hubo torturas, hubo ucranianos torturados, judíos torturados. Pasa el tiempo, las civilizaciones cambian. Hoy Israel tiene relaciones con Alemania, hoy Ucrania tiene buenas relaciones con Alemania y con Israel también. Es muy importante comprender bien lo que está sucediendo hoy. Gran Bretaña hoy es nuestro aliado y nos ayuda mucho. Yo no digo que hay que olvidar lo que fue. Pero hoy hay también una guerra real. Y precisamente hoy Rusia nos está matando a nosotros. Por eso lo más importante es saber quién combate con quién y por qué cosa. Y que es necesario que Rusia termine esta guerra. Que hay solo un agresor hoy. Y los demás, independientemente de las circunstancias históricas, hoy apoyan a Ucrania.