¿Plazo fijo o dólar blue? Mejor comprar carne y guardarla en el freezer

Nadie en el Gobierno debería sorprenderse; casi todos lo sabían: la aplicación del dólar maíz impactaría rápidamente en el precio de la carne. Por lo pronto Sergio Massa, que incluso había explicado los motivos no bien asumió, hace un año, cuando lanzó su primer dólar soja: aplicaría un tipo de cambio diferencial sólo sobre el complejo sojero, dijo, justamente porque casi el 94% de esa producción se exporta y no habría, por lo tanto, traslado a precios. “La mesa de los argentinos”, los llamó él ese día. El reciente aumento en las góndolas por la nueva medida, que las consultoras privadas estiman en 20% y algunos carniceros en niveles superiores, no es entonces más que el efecto natural.

Los gráficos que muestran el alza de los valores de la hacienda en pie en julio son impresionantes. Sólo en la primera parte de esta semana fue de 40%. Y se duplicaron desde enero. “Con la suba de estos días, el precio promedio en Liniers volvió a ser de un dólar MEP”, dijo en Twitter el economista Luciano Cohan. Ya el viernes de la semana pasada, según publicó LA NACION, el traslado a las carnicerías le había agregado 300 pesos en promedio a cada kilo, según el corte.

El punto de inflexión fue la medida que el Gobierno tomó para motivar la liquidación de divisas y acumular reservas, tal como lo exige la meta del acuerdo con el FMI. Porque hasta junio, según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), la carne acumulaba en los doce meses anteriores un aumento de 71,3%, todavía por debajo de la inflación general anual, el 115,6% que difundió el Indec.

Lo que se ve ahora debajo de los mostradores son entonces, como ironizaba esta semana, el enésimo meme del cantante español, “las facturas de Julio”. La inflación obliga a cubrirse y ya hay matarifes y frigoríficos guardando mercadería para venderla en el momento oportuno. Un ejercicio simple de este diario indica que, para un ahorrista, comprar carne y meterla en el freezer podría ser incluso más atractivo que buscar refugio en el dólar blue. También si se ahorró en hamburguesas, una de las manufacturas del sector.

Para el cálculo se utilizaron las ofertas semanales de una conocida cadena de carnicerías de la Capital Federal y se las contrastó con las cifras del Indec sobre junio, la proyección de consultoras privadas para julio y el rendimiento de un plazo fijo después de la última modificación del Banco Central, el 15 de mayo. Así, entonces, quien el 17 de ese mes hubiera adquirido un kilo de asado al precio de entonces, 1890 pesos, tendría ahora por el mismo corte en su freezer algo que vale $ 2400, un 27% más. Le ganó a la inflación, que desde entonces fue del 22%, y mucho más al dólar, que subió 14,8% si se toma una cotización de hoy 572 para el blue.

Aunque hay otras inversiones con las que fácilmente se lograría cobertura respecto del IPC, ninguna resulta tan atractiva como la de una tira de asado. El pack de 12 hamburguesas que la misma cadena ofrecía ese día a 1900 pesos, por ejemplo, se le acerca: si las congeló y compara, el ahorrista deberá saber que ya cuestan $ 2399, un 26,3% más. Es un empate agónico y exacto con lo que habría obtenido si hubiera colocado desde entonces esos mismos 1900 pesos en un plazo fijo y renovado cada 30 días: un rendimiento de 26,3%, es decir, 500 pesos más. Su capital habrá quedado entonces en $ 2400, lo que cuestan las hamburguesas.

Son extravagancias típicas de los tiempos de inflación. La Argentina vuelve a tropezar con ellas. “Con la misma piedra”, cantaría Julio.

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