El brutal asesinato y decapitación de un joven peluquero reabre el debate sobre la precariedad laboral y la inmigración en Italia

ROMA.- Mahmoud Abdalla, de 19 años, había llegado a Italia desde Egipto como menor no acompañado hace un par de años y soñaba con convertirse en peluquero y ayudar a su familia en el país africano. Trabajaba como aprendiz en una peluquería en la provincia de Génova regentada por compatriotas. Los clientes apreciaban su estilo y pedían que, de entre todos los peluqueros, él se encargara de sus peinados. Pero el salario era bajo, las horas de trabajo, siempre de pie, eran demasiadas y había decidido buscar mejores condiciones laborales. Había encontrado otra barbería que le ofrecía un contrato más conveniente a iba a dejar el anterior empleo.

Pero no pudo alcanzar sus metas. Su cuerpo ha aparecido esta semana en el mar, mutilado y decapitado. El propietario de la peluquería, Abdelwahab Ahmed, y otro empleado, Mohamed Abdelghani, han confesado el crimen. Temían que al irse, Mahmoud se llevara a los clientes. Los jóvenes, de 26 y 27 años, están acusados de homicidio voluntario agravado por motivos fútiles y destrucción de cadáver. Según el fiscal del caso son “altamente peligrosos” y pueden destruir pruebas, ya que en un primer momento intentaron convencer a la policía de que se trató de un accidente.

Los investigadores han confirmado que Abdalla quería cambiar de trabajo por las malas condiciones en las que trabajaba. Han concluido, después de escuchar a varios testigos, que el joven egipcio entró junto con sus asesinos en el departamento del barrio genovés de Sestri Ponente, que compartía con otros empleados de la peluquería. Según las reconstrucciones, una vez en la vivienda, el chico, a pesar de las amenazas de sus jefes, reiteró su deseo de cambiar de trabajo. Fue entonces cuando los dos, según publica la prensa italiana, lo atacaron con un cuchillo y un punzón. Después guardaron el cadáver en una valija y lo transportaron en taxi hasta cerca de la desembocadura del río Entella. Allí descuartizaron el cuerpo, cortándole la cabeza y las manos, y luego arrojaron los restos al mar.

La #barberia di via Merano a Sestri Ponente dove lavorava Mohamed Mahmoud Sayed Abdalla, il giovane di 19 anni ucciso domenica 23 luglio, è stata posta sotto #sequestro dai carabinieri ieri sera, dopo una nuova ispezione nel tardo pomeriggio. pic.twitter.com/v1RaXSbqcm

— BabboleoNews (@BabboleoNews) August 2, 2023

El caso ha sacudido Italia por las connotaciones que esconde sobre la precariedad en el mercado laboral y la inmigración. “Asesinado porque quería cambiar de trabajo” es el titular más repetido en la prensa italiana. Algunos medios, como Il Corriere della Sera señalan que el joven asesinado había contado a la policía que sus jefes lo explotaban y que trabajaba sin contrato.

Videos para apreciar su talento

El dueño de la nueva barbería en la que Mahmoud quería comenzar a trabajar había colgado unos videos en Instagram en los que se veía al chico durante una prueba y en los que se podía apreciar su talento. El hombre ha explicado que cuando el joven ya se había marchado, los dos detenidos entraron en su negocio y mostraron su oposición a dejar marchar a Mahmoud, porque su renuncia les habría hecho perder clientes. También ha revelado que recibió una llamada amenazante, advirtiéndole de que no lo contratara.

El crimen ha conmocionado a la comunidad musulmana local. “Rezamos por Mahmoud una oración colectiva con algunos de sus amigos que están todos muy tristes y enojados. Nuestra ley prohíbe desfigurar a un difunto, es una ofensa para él y para sus familiares. Lo que pasó es terrible y además por algo tan trivial”, ha declarado el representante de los musulmanes de Génova, Hussein Salah.

Italia arrastra ciertas problemáticas laborales, como la inadecuación de los salarios en algunos campos o el trabajo irregular. Según el Instituto Nacional de Estadística, en Italia hay cerca de 3 millones de trabajadores que cobran sus salarios de manera irregular y la economía sumergida supera el 10% del PBI.

Debate sobre el salario mínimo

Italia debate estas semanas sobre la implantación del salario mínimo: es uno de los pocos países europeos que no tiene. La oposición pide que este sea de nueve euros la hora, pero el Gobierno rechaza esta propuesta.

La explotación de los trabajadores en el sector agrícola —aunque no solo—, donde la mayoría son inmigrantes, es otro fenómeno que golpea a todo el país, a pesar de que se considera delito desde 2011, castigado desde 2016 con penas de hasta seis años de prisión. Los sindicatos calculan que afecta a más de medio millón de trabajadores y solo en el campo mueve cerca de 5000 millones de euros, con una evasión fiscal por valor de 1800 millones.

Varias cooperativas de acogida que ayudan a los inmigrantes a encontrar vivienda y empleo o a estudiar, como las que asistieron a Mahmoud cuando llegó a Italia como menor no acompañado, han denunciado la indiferencia de la sociedad ante estos casos, en los que la precariedad y la inmigración van de la mano. “Era un chico que merecía un futuro diferente. La verdadera pregunta que deberíamos hacernos como sociedad es si estamos haciendo lo suficiente; creo que no, y a todos los niveles, solo espero que llegue el momento en que demos la debida importancia a estos jóvenes que buscan un futuro mejor”, ha señalado Marco Montoli, presidente de la cooperativa de acogida a inmigrantes “il Ce.Sto”.

Por Lorena Pacho

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