CASCAIS.- Desde un campus universitario hasta una población costera, el Papa incitó hoy a los estudiantes universitarios a hacer del mundo un lugar más justo e inclusivo. Durante el segundo día de su viaje a Portugal por la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), llamó a los jóvenes a que utilicen sus privilegios para combatir el cambio climático, la injusticia social y las desigualdades de género.
Francisco recibió una cálida bienvenida en la Universidad Católica, una de las instituciones de enseñanza superior más importantes del país. Luego mantuvo un encuentro más íntimo e informal con jóvenes en el antiguo pueblo pesquero de Cascais, donde lo recibieron con un fado, la melancólica canción tradicional de Portugal.
Permanecerá en Portugal durante el resto de la semana para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud, un multitudinario evento católico iniciado por San Juan Pablo II en la década de 1980 para alentar a los jóvenes católicos en su fe. Francisco siguió con gusto el legado de Juan Pablo en su intento de inspirar a las próximas generaciones a respaldar sus prioridades en materia de justicia social, económica y ambiental.
En su intervención de hoy, el pontífice instó a los estudiantes a asumir riesgos y a rechazar la tentación de perpetuar únicamente el statu quo – el “sistema actual global de elitismo y desigualdad” – con una actitud de autoprotección.
“Un título académico no debería verse solo como una licencia para acumular riqueza personal, sino como un mandato para dedicarse a una sociedad más justa e inclusiva, es decir, más avanzada”, dijo.
Defender el planeta de la “grave destrucción ecológica”
Así, pidió a los jóvenes que en su lugar utilicen el privilegio de su educación para trabajar por el bien común, especialmente en el cuidado del medio ambiente, los pobres y los marginados. Las promesas actuales para frenar el calentamiento global se han quedado en meras “medidas a medias que simplemente retrasan el inevitable desastre”.
“Ustedes son la generación que puede vencer este desafío, tienen los instrumentos científicos y tecnológicos más avanzados, pero, por favor, no caigan en la trampa de visiones parciales”, indicó. “Necesitamos poner el drama de la desertificación en paralelo al de los refugiados, el tema de las migraciones junto al del descenso de la natalidad, necesitamos ocuparnos de la dimensión material de la vida dentro de una dimensión espiritual”.
Llamó a los jóvenes a ser maestros de humanidad y maestros de la defensa del planeta: “Sueño que su generación sea una generación de maestros. Maestros en humanidad, maestros en compasión, maestros en nuevas oportunidades para el planeta y sus habitantes, maestros de esperanza y maestros que defiendan la vida del planeta amenazada en este momento por una grave destrucción ecológica”.
A su juicio, hay que “reconocer la urgencia dramática de cuidar la casa común” pero señaló que no hay que conformarse con “medidas paliativas o con compromisos tímidos y ambiguos”. “En este caso, los términos medios son sólo una pequeña demora en el derrumbe. No olviden esto”, dijo. Se trata más bien, según añadió, de hacerse cargo de lo que lamentablemente sigue siendo postergado, es decir, la necesidad de redefinir lo que se llama progreso y evolución porque en nombre del progreso se ha abierto el camino a una gran regresión”.
Igualdad de género
Además, defendió que las mujeres son “indispensables” pero lamentó que en el “inconsciente colectivo muchas veces está pensar que las mujeres son de segunda”.
“La contribución femenina es indispensable. En el inconsciente colectivo, ¿cuántas veces está pensar que las mujeres son de segunda? Son suplentes, no juegan de titulares, y eso existe en el inconsciente colectivo”, agregó.
Muchos jóvenes católicos de todo el mundo han adoptado algunas de las principales enseñanzas de Francisco sobre la corrección de las injusticias económicas y la promoción de la protección del medio ambiente, uniéndose a fundaciones y movimientos sociales patrocinadas por la iglesia bajo la bandera de la “Economía de Francisco”, el “Pacto Mundial por la Educación” y el movimiento “Laudato si”, bautizado con el nombre de la encíclica papal de 2015 sobre el medio ambiente.
Después del evento, el papa se reunió con otro grupo de estudiantes en el balneario de Cascais, en la oficina local de su fundación Scolas Ocurrentes, un movimiento que fundó hace años para reunir a jóvenes de diversos orígenes y nacionalidades. Sentado en una sala pintada con colores brillantes, Francisco conversó informalmente con los jóvenes, que le hablaron de sus inquietudes.
Les dijo que una vida sin caos ni crisis era como beber agua destilada, insípida y “crasa” y les exhortó a superar sus conflictos con otros. “Es importante caminar juntos, resolver crisis juntos y avanzar creciendo”, dijo.
Ayer, en su primer día del viaje, se centró en la crisis de abusos sexuales cometidos por el clero en el país, que se agravó luego de que un comité de expertos contratados por la Conferencia Episcopal portuguesa reportó en febrero que los sacerdotes y otro personal eclesiástico podrían haber abusado de al menos 4.815 niños y niñas desde la década de 1950.
En su encuentro con los obispos en el emblemático Monasterio de los Jerónimos de Lisboa, Francisco fustigó al clero portugués por el “escándalo” de los abusos sexuales, que dijo que perjudicaba a la iglesia y espantaba a los fieles. Además, dijo que las víctimas deben ser bienvenidas y escuchadas siempre. De hecho, a la noche, tras una larga jornada de viaje y visitas protocolares, el pontífice se reunió durante más de una hora con 13 víctimas en la embajada vaticana y escuchó sus traumas, dijo el Vaticano.
Agencia AP y AFP