La formación de alianzas y el creciente proceso de fragmentación son algunas de las notas dominantes del sistema político argentino. Así lo muestra un trabajo del sociólogo e investigador Marcos Novaro, sobre “La difícil relación entre coaliciones electorales y de gobierno”, que recibió el premio de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
La distinción fue entregada en una sesión pública de la corporación, presidida por su titular, el doctor Alberto Dalla Via, y en la que el historiador Luis Alberto Romero, miembro de número de la institución, presentó los fundamentos de la decisión del jurado que otorgó el premio.
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Novaro –investigador principal del Conicet y director del Centro de Investigaciones Políticas (Cipol) y del Archivo de Historia Oral de la Argentina Contemporánea del Instituto Gino Germani- apunta en su investigación que en poco más de treinta años, la Argentina pasó de tener un “sistema bipartidista casi puro” a un “multipartidismo polarizado”. Se pasó de un promedio de 2,2 agrupaciones con representación parlamentaria a 7, entre 1983 y 2019.
Al presentarlo, Romero destacó que el trabajo premiado por la Academia “parte de la constatación de las dificultades que en la Argentina experimentan las coaliciones para perdurar y para gobernar con eficacia”. Y expresó que propone “una sugerente explicación centrada en los rasgos de los partidos y en su interacción con reglas específicas del sistema, que organizan su actuación institucional y entorpecen la cooperación”.
Estuvieron presentes en el acto miembros de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, entre ellos José Claudio Escribano, María Sáenz Quesada, Jorge Vanossi, Horacio Jaunarena y Adalberto Rodríguez Giavarini: invitados especiales, como Graciela Fernández Meijide, Jesús Rodríguez y Vicente Palermo, y el gerente general del Banco Ciudad, Gustavo Cartdoni, entidad que patrocina el premio.
Experiencias en la Argentina
Luis Alberto Romero puso de relieve que el investigador galardonado “pasa revista a las experiencias de coaliciones –la Alianza, la transversalidad y Cambiemos- a la luz de los factores institucionales”. Y añadió que un estilo de gestión personalista, centrado fuertemente en la figura del Presidente de la Nación, ha derivado en “frágiles reglas para conformar y hacer funcionar los gabinetes”, así como para articular los funcionamientos del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, lo cual “conspira contra la estabilidad y la solidez de las coaliciones”.
Explicó que el autor realiza una aguda descripción del contexto institucional de las coaliciones, como antecedente para interpretar los comportamientos de los actores en las recientes etapas de la vida política del país, desde la recuperación de la democracia.
Respecto del contexto institucional, él trabajo menciona distintos desafíos que se presentan, como “el federalismo y la territorialización de los partidos, que originan una variedad de acuerdos distritales en coaliciones multinivel, con incongruencias entre los acuerdos nacionales y distritales”, observó el historiador Romero.
El trabajo de Novaro muestra que la formación de coaliciones no facilitó la alternancia de mayorías legislativas sólidas, que la hegemonía peronista en el Senado continuó y que las coaliciones solo tuvieron mayorías ocasionales.
Para Novaro, el surgimiento de coaliciones, como ocurrió en otros países latinoamericanos en los años 90, compensaron el efecto dispersivo de la fragmentación. Las alianzas se expresaron en mayorías electorales y legislativas. “En el marco de la disminución del voto de pertenencia a los partidos, las coaliciones lograron movilizar adhesiones transversales, que ayudan a entender su proliferación y ocasional éxito”, dice el autor en su trabajo. Sin embargo, ni siquiera en estos casos lograron perdurar y ser eficaces en la gestión, como sí lo hicieron en otros países de la región.
En su investigación Novaro considera conveniente que las coaliciones cuenten con instancias de conducción colegiadas, reglas para la toma de decisiones y la selección de candidatos y funcionarios, para la eventual ampliación de los acuerdos y para consensuar el rumbo de las políticas como los cambios ante eventos no previstos.