Miércoles por la tarde. Máximo Kirchner baja de su oficina del sexto y último piso hasta la segunda planta. Toma una silla y se sienta frente a una hilera de militantes jóvenes que están encargados, entre otros menesteres, de cargar los spots de campaña en radio y televisión y difundir el contenido proselitista en redes sociales. “¿Cómo la ven?”, les pregunta. El primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, al que se le suelen escuchar los diagnósticos más pesimistas de cara al proceso electoral, quiere tener un termómetro realista del devenir de la campaña de Sergio Massa.
La noche previa, el fundador de La Cámpora casi no hizo comentarios en la reunión con los intendentes de la primera y la tercera sección electoral en la planta baja del búnker de Bartolomé Mitre 363, el edificio que hoy materializa la alianza política entre el Frente Renovador y el kirchnerismo. Los caciques del conurbano comieron picada y carne con puré junto al candidato presidencial en la sala de reuniones, sentados a una mesa cuadrangular para 50 personas que tiene un micrófono para cada invitado.
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En ese mismo espacio, unos días antes, el equipo de Unión por la Patria recibió a los 30 “voceros políticos” de la campaña para unificar la línea discursiva. Se trata de dirigentes, funcionarios y referentes económicos, desde el titular de la Aduana, Guillermo Michel y el secretario de Industria, José Ignacio De Mendiguren hasta el exvicepresidente Amado Boudou. Son los únicos autorizados para hablar de coyuntura en los medios durante la temporada electoral.
En el búnker de Unión por la Patria, circulan sin pausa unas 200 personas que se dedican desde la realización de contenidos audiovisuales hasta la elaboración de una plataforma de gobierno, la fiscalización y la organización del proselitismo callejero básico, con reparto de boletas puerta a puerta. Entre los colaboradores rasos, a diario suelen deambular los miembros de la cúpula de Unión por la Patria. Además de Massa y Máximo Kirchner, tienen oficinas estables el primer candidato a senador Eduardo “Wado” De Pedro, y los responsables de las campañas nacional, bonaerense y porteña: Juan Manuel Olmos, Martín Insaurralde y Mariano Recalde, respectivamente. También está afincado allí el consultor estrella de Unión por la Patria, el asesor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí. Su despacho está en el quinto piso, el mismo que el del candidato presidencial.
Nadie recuerda un búnker tan imponente en la historia del peronismo. Para tener un pantallazo del lugar basta con atravesar la fachada vidriada, pararse en el atrio delantero y mirar hacia arriba. Así se disciernen los seis pisos de oficinas con escaleras a la vista, construidos de punta a punta con estructuras de hierro. Hacia abajo hay tres subsuelos. En el último hay un comedor y una cocina, la que proveyó la cena para los intendentes.
En el peronismo aseguran que pagan unos $5 millones mensuales por el alquiler del edificio, que alguna vez fue un banco y que permaneció muchos años despoblado. Las oficinas -que podrían esfurmarse apenas termine la campaña- fueron montadas con paredes de durlock y empapeladas con imágenes de Perón, Evita, Néstor y Cristina Kirchner con estética pop art.
Piso por piso
En el primer y el segundo piso están desplegado el staff de contenidos y redes, además de los equipos de prensa de los candidatos, donde talla Santiago García Vázquez, histórico encargado de comunicación de Massa que ahora trabaja coordinado con los equipos de La Cámpora y los voceros de los gobernadores. Se valen, muchas veces, del material generado en el segundo subsuelo, donde se montó una sala de streaming y un estudio de fotografía. El día que los candidatos hicieron la primera sesión de fotos, Massa pidió que sonaran temas de Pablo Lescano. Cumbia massista para levantar el espíritu de la tropa.
El mentor estético y realizador técnico de todo el dispositivo es Ignacio Saavedra, el productor artístico de los actos del kirchnerismo y dueño del Complejo C, donde el 13 de agosto los candidatos esperarán el resultado de la elección primaria.
En el tercer piso tienen despacho los coordinadores efectivos de la tarea proselitista. Allí se instaló Olmos, que es, para todos, el que cumple el rol de jefe de campaña en la práctica, aunque el título formal lo lleve De Pedro . El vicejefe de Gabinete -desde hace unos meses devenido en fixer de Massa- pasa cada vez más tiempo en el búnker de Bartolomé Mitre y menos en su oficina de la Casa Rosada. Tras el trabajo fino que hizo para entronizar al ministro de Economía como candidato de unidad, se convirtió en un engranaje clave de la campaña oficialista.
En esa misma planta tienen su lugar de trabajo Mariano Recalde, jefe de la campaña porteña que lleva a Leandro Santoro como candidato, y Martín Insaurralde, dedicado a la cuestión bonaerense. Varios reconocen que el lomense es quien tiene la tarea más intrincada: los equipos de Axel Kicillof se mueven en La Plata y van poco a Bartolomé Mitre -cada tanto la ven a Agustina Vila, directora de Cultura y Educación de la provincia y funcionaria de confianza del gobernador-. Todo está teñido por la ya indisimulable rispidez entre Kicillof y Máximo Kirchner.
El cuarto piso está dedicado al “comando interior”, donde se coordina el trabajo en las provincias. Allí pisa fuerte Juan José “Juanjo” Álvarez, de extrema confianza de Massa, que fue el primer intendente de Hurlingham y luego devino en operador político todoterreno. En esta campaña, además, Álvarez logró muy buena sintonía con La Cámpora gracias al acuerdo que selló en su distrito con Damián Selci para destronar al intendente actual, Juan Zabaleta. También tiene allí un espacio reservado el jefe de Gabinete y candidato a vice, Agustín Rossi. Se lo ve menos, por la demanda que le insume su función en la Casa Rosada y su reporte directo a Alberto Fernández.
Massa, en su doble faz de ministro de Economía y candidato, suele aparecer por el edificio de Bartolomé Mitre recién al atardecer. “Siempre después de las 18″, dicen todos. A veces el candidato presidencial es el que “apaga la luz” del lugar, a altas horas de la noche. El quinto piso es todo para el Frente Renovador, mientras que, una planta más arriba, trabajan Máximo Kirchner y De Pedro. A “Wado” lo ven cada vez más seguido en Bartolomé Mitre, coordinando toda la agenda de campaña con Massa, y menos en el ministerio del Interior de la Casa Rosada.
En el búnker, massistas y kirchneristas conviven integrados a unas tres cuadras de distancia de la Casa Rosada. Tan cerca y tan lejos, como una metáfora de la actual geografía de poder.