Desde algún momento de 2022, Carlos Melconian viene liderando un esfuerzo que encaran varias decenas de profesionales, no todos economistas, destinado a elaborar un programa económico para ser aplicado por quien gane la próxima elección presidencial. El referido esfuerzo se realiza por encargo de la Fundación Mediterránea. En la Argentina 2023, donde dentro mismo de las diferentes agrupaciones políticas se habla de distintos “modelos” que serían aplicados, ¿para qué sirve la iniciativa de la Mediterránea? Además de lo cual, cabe preguntar: ¿solo Melconian lo puede aplicar, o cualquier otro que sea designado ministro de Economía?
Al respecto consulté al ucraniano Mikhail Ivanovich Tugan Baranovskii (1865-1919), quien durante un corto tiempo fue ministro de Hacienda de su país. Según Olga Crisp, se calificó a sí mismo de socialista, pero afirmando que para él era más científico el socialismo utópico que el socialismo científico de Karl Heinrich Marx. Alexander Nove lo consideró el más original de los economistas rusos de su generación. Es principalmente recordado por su aporte a la teoría de los ciclos. Sus escritos tuvieron gran recepción en Occidente. Werner Sombart lo denominó “el padre de la nueva teoría de los ciclos” y, según Alvin Harvey Hansen, “comenzó una nueva manera de pensar el problema del ciclo económico”.
–Sus dos obras principales fueron sus tesis, la primera en el nivel de maestría, la segunda para doctorarse.
–Efectivamente. Comencé recolectando y sistematizando estadísticas, para evaluar las ideas de los populistas rusos de fines del siglo XIX. El primer libro, titulado Las crisis industriales en Inglaterra, fue publicado en 1894, luego de haber pasado un semestre en ese país. En la obra desarrollé la tesis de la desproporcionalidad, según la cual las crisis surgen por el desequilibrio entre las inversiones de las industrias de bienes de producción y consumo, resultado de la falta de coordinación.
–¿Y la otra?
–La fábrica rusa, ayer y hoy, publicada en 1898, describe el desarrollo de la industria en gran escala en Rusia desde el siglo XVII. Allí afirmo que, en contra de la opinión corriente, las industrias fomentadas por Pedro el Grande no fueron flores de invernadero. Habían sido precedidas por las industrias existentes, y detrás de ellas estaba una acumulación sustancial de capital, consecuencia del comercio de los siglos XVI y XVII.
–Aprovecho su experiencia como ministro de Hacienda de Ucrania para ayudarnos a entender la utilidad de la labor que se está desarrollando en la Fundación Mediterránea.
–Con gusto, aclarando que no leí los documentos, sino que hablaré sobre la base de lo que se conoce a través de los medios de comunicación. Pues bien, una política económica no es algo que se adopta “a libro cerrado”. Por el contrario, cuando se la encara profesionalmente, explicita los objetivos, plantea los instrumentos y diseña el proyecto de legislación que los permitirá implementar. Todo lo cual requiere la labor complementaria de varias profesiones: economistas, ingenieros, abogados, etcétera.
–Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta afirman, o al menos sugieren de manera insistente, que tienen diferentes enfoques o modelos para encarar la porción económica de sus presidencias. Si sus objetivos no coinciden con los documentos de la Fundación Mediterránea, ¿para qué sirve el esfuerzo?
–Los objetivos de cualquier política económica son suficientemente generales como para que la labor encarada por la Mediterránea no resulte 100% inservible. Las circunstancias, más que la ideología, terminarán definiendo las prioridades, a partir del 10 de diciembre próximo.
–¿Está usted diciendo que el próximo ministro de Economía puede elegir las porciones de los estudios patrocinados por la Mediterránea como quien elige las masas finas en una confitería?
–No tanto, pero sí que seguramente encontrará valioso todo el trabajo específico, incluyendo los proyectos de legislación, cuando llegue la vorágine propia de la elaboración de la política económica. Cualquier economista profesional puede captar rápidamente lo que encuentre útil para su gestión.
–Hablando de elaboraciones de política económica, seguro que si uno va al FMI encontrará programas “enlatados”. ¿Por qué el de la Mediterránea será mejor?
–Porque, conociendo a sus autores, seguramente que tendrán en cuenta las restricciones políticas e institucionales existentes en la Argentina 2023, cuestión que no digo que será ignorada por los programas estándar elaborados por el Fondo, pero muy probablemente subestimada. Ningún burócrata del FMI será penalizado por recomendar un programa elaborado sobre la base del “catecismo”, que ignora el componente político en el cual se tiene que insertar.
–Buen punto, porque, como bien se dice, el primer “cliente” de una política económica es el presidente de la Nación, quien tendrá luego que respaldar a su ministro de Economía.
–Fundamental. No es nada personal, pero entre el ministro de Economía, sus pares del gabinete y el resto de los funcionarios la tensión que generan los recursos escasos es inevitable. Y para eso el ministro tiene que sentir que cuenta con el respaldo presidencial, que no es ni automático ni permanente.
–Carlos Melconian lidera el esfuerzo patrocinado por la Fundación Mediterránea. ¿Puede otro ministro de Economía implementar sus ideas o la propuesta requiere que él encabece el equipo económico del próximo gobierno?
–Sí, pero… Claro que otro economista puede llevar adelante el programa económico sugerido por la Fundación Mediterránea, ajustándolo según sus prioridades, su actitud frente al riesgo, etcétera.
–Pero usted dice “pero”. ¿Pero qué?
–Que si yo fuera el próximo presidente de la Argentina, consideraría muy seriamente encargarle a Melconian la cartera económica.
–Lo dice para quedar bien conmigo, porque conoce la particular relación de respeto personal y cariño que le tengo.
–Lo digo porque lo creo firmemente. Durante un corto tiempo fui ministro en Ucrania, de manera que sé qué significa tener una responsabilidad ejecutiva de esa dimensión. Cuando uno escucha o lee a Melconian, de inmediato advierte que tiene la cabeza en sintonía con la labor de un ministro de Economía. No es el único economista argentino que la tiene, pero muchos que hablan de economía argentina no la tienen y, por consiguiente, efectúan recomendaciones de política económica que lucirán muy bonitas en seminarios universitarios o reuniones con amigos, pero no son aplicables. Le digo más…
–¿Qué más me dice?
–Que la cuestión no es Melconian sí o Melconian no, porque dado el desafío económico del 10 de diciembre próximo, el presidente de la Nación entrante los necesitará a todos.
–Don Mikhail, muchas gracias.