La justicia chaqueña dictó este jueves las prisiones preventivas de siete acusados del presunto homicidio de Cecilia Strzyzowski. Ellos son César Sena, de 19 años, el marido de Cecilia; los padres de él, que son los líderes piqueteros Emerenciano Sena y Marcela Acuña (aliados políticos del gobernador Jorge Capitanich), y cuatro colaboradores de la familia Sena-Acuña: Gustavo Obregón, Fabiana González, Gustavo Melgarejo y Graciela Reynoso. Obregón y González, que son pareja -aunque hay versiones de que hoy estarían separados-, eran del círculo de confianza del clan, se movían como satélites del matrimonio piquetero y fueron candidatos a concejales por el grupo político que lideraba Sena. Melgarejo era el casero de la chanchería que explotaba la familia; Reynoso, su mujer.
César Sena
Lo acusan de homicidio premeditado triplemente calificado: por el vínculo, por femicidio y por el concurso de dos o más personas.
Era el marido de Cecilia y es el principal acusado de su crimen. La última vez que se la vio fue con él y la última imagen de ella la muestra entrando a la casa familiar de los Sena, donde los investigadores creen que la mataron. Según testigos, Cecilia pensaba que estaban a punto de irse juntos a Ushuaia, pero lo cierto es que ese viaje era una mentira.
Las múltiples pruebas que comprometen a César, de 19 años, incluyen: sus versiones contradictorias a la familia de Cecilia cuando lo llamaron preguntando por la joven, los rasguños en el cuello de César que quedaron registrados en una foto horas después de la última vez que se la vio con vida y las declaraciones de los testigos; sobre todo, la de Gustavo Obregón, que relató que él había acompañado a César a deshacerse del cuerpo y de los bienes de Cecilia. Pero también la declaración de su madre, que sugiere que él la mató cuando ella y Emerenciano Sena no estaba en la casa.
De acuerdo con la reconstrucción del día del presunto asesinato, Sena habría entrado a la vivienda de sus padres con su mujer a las 9.16 (los padres no estaban). Y volvió a irse durante la mañana. Gustavo Obregón contó que estuvieron juntos en una actividad en un lugar llamado “Casa 8″ -donde también estaba Marcela Acuña- y que almorzaron allí cerca de las 11. Después, César volvió solo a la casa familiar y media hora después lo hicieron sus padres. César se volvió a ir a las 13. Obregón dice que esa mañana el joven no tenía los rasguños que después se le ven en el cuello. Los fiscales creen que ese mediodía, cuando los tres estaban en la vivienda de la calle Santa María de Oro, fue cuando César y sus padres la mataron.
Según Obregón, por la tarde, el joven y él sacaron el cuerpo de la casa para destruirlo y quemarlo, y lo mismo hicieron con los objetos personales de Cecilia.
Marcela Acuña
La acusan de homicidio premeditado con el concurso de dos o más personas.
Es la madre de César Sena, suegra de Cecilia, a quien no quería como nuera. Tanto es así que le pagó para que se divorciara de su hijo; sin embargo, la relación entre ellos continuó. Por su hijo, en cambio, mostraba devoción. Llevaba la cara de él tatuada en su brazo y decía que era “el significante y el significado” de su vida y la de Emerenciano, su marido.
De 51 años, es abogada, hija de un abogado militante de izquierda que estuvo preso durante la dictadura. La relación con Sena empezó siendo clandestina porque la familia de ella no lo aceptaba a él, que era albañil.
Acuña fue detenida una semana después de la desaparición de su nuera. Cuando declaró como acusada dijo que ella no la mató y contó que vio un “bulto” en su casa que imaginó que podía ser el cuerpo de Cecilia.
Según la declaración judicial de Acuña, el día de la desaparición de Cecilia, ella vio por primera vez a su hijo entre las 10.30 y las 10.45, cuando él se sumó a un acto que estaban haciendo, y advirtió que tenía rasguños. Él le dijo -siempre según la declaración de ella- que se había peleado con Cecilia y después regresó a la casa familiar. Madre e hijo se reencontraron allí cerca del mediodía (esto coincide con la reconstrucción de los investigadores), él se largó a llorar y le pidió ir a un operativo de salud que se haría a la hora de la siesta en la localidad de Colonia Elisa, dijo. Ella dice no haberle preguntado más y declara que después de dormir una siesta, entró al comedor y una puerta semi abierta llamó su atención. Ahí vio el “bulto”, pero dijo que cuando lo advirtió, llegó Emerenciano y decidió no hablarle del tema.
En cambio, relató que le mandó un mensaje a Gustavo Obregón para que fuera a ver qué había, suponiendo que era un “cuerpo”. Dijo que fue Obregón quien le confirmó que lo era. La versión de ella es que no habló ese día con el hijo porque siempre estaba presente Emerenciano y no quería contarle lo ocurrido.
Después de la desaparición de Cecilia, ella siguió su vida con total normalidad y hasta encabezó una revuelta en la comisaría cuando empezó la investigación por la desaparición de Cecilia y su hijo y Fabiana González fueron citados a declarar. Acuña se mostraba indignada por el trato que les estaban dando y, con un grupo de mujeres, se llevó por la fuerza a González cuando estaba declarando. Ya detenida empezó una huelga de hambre y presentó recursos y habeas corpus reclamando su liberación y la de su marido.
Emerenciano Sena
Lo acusan de homicidio premeditado con el concurso de dos o más personas.
Padre de César y marido de Acuña, es el líder político del clan y el hombre con quien tenía un vínculo estrecho el gobernador Jorge Capitanich, que no solo compartió decenas de actos políticos y boleta electoral con él, sino que también fue padrino de la boda entre Sena y Acuña, y prologó un libro sobre la vida de Emerenciano escrito por la mujer del piquetero.
Además, fue durante el gobierno de Capitanich que Emerenciano logró ser declarado propietario, a título personal, de las tierras de Campo Rossi donde después montaría su chanchería y donde, según los investigadores, quemaron el cuerpo de Cecilia.
Nunca declaró en la causa penal y su mujer pidió que le dieran prisión domiciliaria alegando problemas de salud, pero no lo consiguió. Al igual que Acuña, él continuó con su campaña política y su militancia social después de la desaparición de su nuera.
Gustavo Obregón
Lo acusan de encubrimiento agravado.
Es una persona de máxima confianza del clan piquetero, que entre sus múltiples tareas oficiaba de chofer de César Sena, que recibía un trato de extrema protección de parte de sus padres.
Obregón fue quien más colaboró con los fiscales. Según fuentes judiciales, confesó haber ayudado al joven a descartar el cuerpo de Cecilia y describió que la habían “machacado con objetos contundentes”. Obregón estuvo en la casa de los Sena, el último lugar donde Cecilia fue vista con vida, el día de la desaparición. Ingresó a las 17 y después acompañó a Cesar con su auto mientras el joven manejaba una camioneta Hilux, que llevaba un bulto envuelto en una frazada.
Los dos se dirigieron hacía la chanchería de los Sena, a unos 25 kilómetros de Resistencia, donde prendieron un fuego y habrían quemado el bulto. Luego, se fueron a comer a la casa de los hermanos de Emerenciano, de acuerdo con la causa.
Obregón brindó información clave para el avance de la investigación porque fue quien aportó el dato de dónde habrían descartado los restos de Cecilia. Fue llevado al lugar por la policía para colaborar con la búsqueda y en ese operativo en el río Tragadero, cerca del criadero de chanchos de los Sena, buzos tácticos encontraron huesos humanos triturados y el dije en forma de cruz que después reconoció la familia de Cecilia.
Esta semana amplió su declaratoria y precisó que también estuvo con César durante la mañana del viernes (el día que desapareció Cecilia). Según Obregón, almorzaron cerca de las 11 en un lugar que llaman “Casa 8″ y en ese momento, César no tenía rasguños. Su declaración refuerza la hipótesis de que el crimen fue después de ese horario -entre las 12 y las 13, creen los fiscales-, cuando los tres Sena estaban en la vivienda. Este testimonio sobre los rasguños fue clave para acreditar la hora del crimen y sostener que los padres de César fueron también autores del crimen.
Fabiana González
La acusan de encubrimiento agravado.
Es la colaboradora más íntima de la familia: acompañaba en todos los actos al matrimonio Sena. Incluso estuvo en una actividad con el matrimonio y estudiantes en el barrio Emerenciano el viernes 2 de junio, el día que una cámara registró la última imagen de Cecilia con vida, cuando ingresaba con César Sena a la casa de sus padres, en Santa María de Oro 1460, a las :15.
González entró a esa casa a las 17. Diez minutos después salió, se subió a un Citroen C4 y se agarró la cabeza. Cinco minutos después bajó del auto y se fue. Este lunes pidió ampliar su declaración: dijo haber visto “un bulto envuelto en una manta marrón” cuando ingresó en la casa, tras lo cual salió “corriendo”. La declaración de González coincide con la de Marcela Acuña, quien agregó: “Supuse que era un cuerpo”. González pidió prisión domiciliaria porque está amamantando. Fue pareja de Obregón, pero hoy están separados, según informaron fuentes judiciales.
También continuó con actividades públicas de campaña junto a la familia Sena después de la desaparición de Cecilia. El sábado 3 a la noche estuvo en el escenario de una bailanta repartiendo regalos con Acuña y César. El martes, el día que la mamá de Cecilia hizo la denuncia, González participó de un té de mujeres que encabezó Acuña en una casa a pocas cuadras de lo del matrimonio Sena.
Al día siguiente de que la familia de Cecilia denunciara su desaparición, González fue llamada a declarar como testigo junto con los Sena. Un día después, acompañó a César en su primera declaración -dijo que había tenido una discusión con Cecilia y que ella después se fue a pie-. Cuando era el turno de que declarara González, tomaron la comisaría para llevársela. Acuña dijo que “estaba secuestrada ahí adentro”. El día después, fue detenida junto con Obregón.
Gustavo Melgarejo y Graciela Reynoso
Los acusan de encubrimiento agravado.
Gustavo Melgarejo es el casero del campo de la familia Sena y fue detenido junto a su pareja, Griselda Reynoso. Durante la rueda de indagatorias, fue uno de los que accedió a declarar. Aseguró que vio a Cecilia con vida, amordazada, en la cabina de una camioneta en una zona rural que está a unos 15 kilómetros del campo de sus patrones.
Con el tiempo, su versión fue perdiendo verosimilitud. La Justicia dispuso allanamientos en la zona rural que él marcó y los rastrillajes no dieron resultados. Su abogada dijo que la familia considera que “está más seguro adentro que afuera” por lo mediático que se tornó el caso y por el “miedo” que Melgarejo manifestó.
Ayer, amplió su declaración. Según dijeron fuentes judiciales a LA NACION, agregó que “un abogado que no conocía” fue quien le pidió que dijera que el cuerpo de Cecilia estaba en un basural y que él lo hizo porque “tenía miedo”. La fiscalía investiga si esta nueva versión es cierta.