PARÍS.– Francia asistió ayer por tercer día consecutivo a escenas de guerrilla urbana, con destrozos, incendios, heridos y detenciones tras la muerte de Nahel, un joven de 17 años, herido mortalmente por un policía cuando intentó escapar a un control en la ciudad de Nanterre, en los suburbios de París. El agente autor del disparo fue acusado de homicidio voluntario y colocado en prisión preventiva. Para contener los desmanes de la víspera, en los cuales 170 agentes del orden resultaron heridos y 180 personas fueron detenidas, las autoridades desplegaron 40.000 agentes en todo el país.
“Cuatro veces más que los efectivos presentes en la noche del miércoles a jueves, durante la cual participaron 9000 agentes”, especificó el ministro del Interior, Gerald Darmanin, que desechó, sin embargo, la idea de decretar el estado de emergencia a nivel nacional. No obstante, algunas municipalidades de los suburbios parisinos y el interior del país decidieron instaurar el toque de queda a partir de anoche.
Tras dos noches de pesadilla, los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden recomenzaron por la tarde durante una marcha en Nanterre, donde más de 6000 personas exigían a coro “justicia para Nahel” y denunciaban que “la policía mata”.
La manifestación estuvo liderada por Mounia M., la madre del adolescente muerto, quien en una entrevista pidió a todos “una marcha en calma”. Subida en un camión blanco, la madre coreó junto a los demás manifestantes consignas contra la Justicia francesa y a favor de su hijo.
“Me sacaron mi vida, mi corazón. Lo extraño. No puedo soportar el dolor”, dijo, evocando a un joven “respetuoso y amable”. Mounia M. no acusó a toda la policía: “La culpa la tiene uno solo de ellos. El que mató a mi hijo”, repitió.
Nahel nació en 2006 en el seno de una familia franco-argelina. Según informes oficiales, el adolescente era “conocido por los servicios de policía” por repetidas negativas a obedecer, conducía su vehículo sin registro y había sido objeto de 17 detenciones por diversos delitos, entre ellos, posesión de drogas y robos menores.
El martes por la mañana, Nahel circulaba por un carril de colectivos en Nanterre al volante de un Mercedes. Según la versión policial, los agentes intentaron controlarlo, pero el adolescente se negó a obedecer y arrancó el auto con intención de atropellarlos. Fue entonces cuando uno de ellos disparó con su arma de servicio. Pero un video difundido en Twitter puso en tela de juicio esa versión. Las imágenes muestran a dos policías controlando un auto amarillo. Uno de ellos, apoyado en el parabrisas, apunta a Nahel con su pistola. Cuando el joven arranca, el agente dispara a quemarropa.
El vehículo terminó su carrera unos metros más adelante, encastrado en una columna. La víctima murió poco después, a pesar de la intervención de los servicios de urgencia.
Homicidio voluntario
Por la tarde, en conferencia de prensa, el procurador de Nanterre, Pascal Prache, afirmó que “las condiciones legales de la utilización del arma no estaban reunidas. El policía que realizó el disparo fue enviado ante la Justicia, acusado de homicidio voluntario”.
El magistrado solicitó además su detención provisoria. Durante su interrogatorio, el policía –conocido según sus superiores por tener una excelente foja de servicio– explicó que quería “evitar una nueva huida” del joven y justificó su gesto “por la peligrosidad de su conducta que le provocó el temor de que alguien fuera atropellado y ser él mismo herido por el vehículo”.
“Las primeras palabras que pronunció fueron para pedir perdón y las últimas palabras que pronunció fueron para pedir perdón a la familia” de la víctima, declaró el abogado del agente inculpado, Laurent-Franck Liénard, en la cadena BFMTV.
Anoche, las autoridades de la región suburbana de París tomaron la decisión excepcional de suspender la circulación de colectivos y tranways a partir de las 21 de hoy “para garantizar la seguridad de agentes y viajeros”, según afirmó la presidenta de región, Valérie Pecresse. La misma medida fue decidida por la municipalidad de Lille, en el norte del país.
“Once colectivos fueron incendiados de miércoles a jueves en toda la región y, por primera vez, los tranways fueron atacados”, escribió Pecresse en Twitter. “No hay gesto más estúpido, más imbécil que incendiar un bien del servicio público. Nada lo justifica. Son millones de euros esfumados”, se lamentó.
La situación es tan tensa en todo el país, que muchos se preguntan si la muerte de Nahel no conseguirá precipitar a Francia en una suerte de guerra civil.
Anteanoche, contrariamente al día anterior, cuando los enfrentamientos entre fuerzas del orden y jóvenes encapuchados se habían limitado a la ciudad de Nanterre, la violencia se propagó a todo el país: de los suburbios de París a Niza, pasando por Lyon y otras grandes ciudades.
Todos esos enfrentamientos, mostrados por innumerables videos, son apenas creíbles: colectivos robados que circularon a toda velocidad por las calles, individuos que disparaban contra las cámaras de vigilancia urbanas con fusiles a repetición, edificios administrativos, municipalidades, comisarías, medios de transporte y escuelas incendiados mediante el uso de la nueva arma de los encapuchados, los fuegos artificiales.
La violencia descontrolada alcanzó su paroxismo a eso de las dos de la madrugada, con un fallido intento de intrusión en el centro penitenciario de Fresnes, 18 kilómetros al sudoeste de París, por parte de decenas de individuos.
Resistiendo al pedido de los partidos de derecha de decretar el estado de emergencia, el presidente Emmanuel Macron convocó anoche un consejo de crisis, que se reunió en la sede del Ministerio del Interior.
Antes de comenzar, el jefe de Estado calificó la violencia de “injustificable”. Por su parte, la primera ministra Elisabeth Borne, así como el resto de los miembros del gobierno, lanzó un llamado “al apaciguamiento”. “Nada justifica tanta violencia”, insistió.