Alberto Fernández, que desde noviembre de 2021 insistía con que hubiera una PASO para “democratizar” al peronismo, había ablandado sus convicciones desde hacía varios días. En sus charlas, una competencia interna, en lugar de ser “imprescindible”, bajó al estatus de “herramienta”. El problema -decía el Presidente- era que él no estaba en condiciones de bajar a Daniel Scioli. A todos les negaba, una y otra vez, ser el promotor en las sombras del embajador en Brasil.
Cristina Kirchner, por su parte, desde hace tiempo que tenía las dos variantes sobre la mesa. En un escenario de PASO, su idea era llevar a un candidato puro como Eduardo “Wado” De Pedro para ganar la interna y terminar con la discusión sobre quién tiene la hegemonía en el peronismo. La vice quería ir con alguien propio y llevó al extremo su tubo de ensayo, al punto que el ministro del Interior llegó a lanzar su candidatura presidencial.
Massa-Rossi: la peor derrota de Cristina Kirchner
Pero en el “focus group peronista”, la fórmula de Wado con Juan Manzur no tuvo buena aceptación en las horas posteriores. Gobernadores e intendentes picaron cerebros de toda la alta dirigencia para evitar una interna de dos listas que alborotara sus territorios. Los caciques del interior, directamente, amenazaron con no hacer la campaña nacional.
En la cena del jueves que, en un lugar de la Capital Federal, la vicepresidenta mantuvo con Sergio Massa, De Pedro y Máximo Kirchner, comenzó a destrabarse el frente kirchnerista. Todo en permanente contacto con el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, que inteligentemente logró ubicarse como un interlocutor válido entre la Casa Rosada, el Palacio de Hacienda y el Congreso. “Hubo que hacer un trabajo político con Cristina, pero el problema que quedaba era bajar a Scioli, tan simple como eso. Fue todo en 24 horas”, dijo un colaborador muy al tanto de las conversaciones de los últimos días.
La propuesta a Fernández fue que él eligiera al candidato a vicepresidente, siempre que fuera alguien digerible para los Kirchner. “Así había una fórmula donde él participaba con dos de sus ministros, se garantizaba que no fuera una campaña contra su gobierno y lograba la estabilidad para llegar hasta el final”, dijo un alto funcionario a LA NACION.
Fernández eligió a Agustín Rossi. “Siempre lo defendió a Alberto, sin dejar de hacerlo con Cristina. Es un todo terreno. Y es lo suficientemente nac & pop para mantener los ideales del kirchnerismo”, explicó un dirigente relevante a LA NACION. El Presidente pidió un lugar expectante para Victoria Tolosa Paz, a quien sí reconocía como propia. También para Santiago Cafiero, que hasta el jueves trabajaba de lleno en la campaña de Scioli, pero el viernes se alineó con la lista de unidad.
Cuando Fernández llamó a Scioli para pedirle que diera un paso al costado porque todo el peronismo estaba parado en otro lugar, no fue tan difícil. El exmotonauta no pidió nada a cambio y se corrió.
El objetivo del “piso”
Con la fórmula de unidad de Unión por la Patria, todos abandonaron un poquito sus convicciones en un culto al pragmatismo. “Pisos, pisos, Cristina siempre dijo pisos”, argumentó un importante colaborador kirchnerista para explicar el golpe de timón de la vice. Aludió así a lo que ella dijo en C5N, cuando explicó que la clave de la elección pasa por meterse en el ballotage en octubre.
El trazo grueso que hacen en el Gobierno, a partir de las encuestas que tienen contratadas, es que, con suerte, el peronismo puede salir segundo en las generales. El fantasma que sobrevuela a todos es salir terceros, como aparecía en algunos sondeos hacía algunas semanas.
Así, si se mira la foto grande, la flamante estrategia electoral del oficialismo tiene tres pasos. En las PASO, el peronismo con Massa aspira a disputar votos con Horacio Rodríguez Larreta y necesita como el agua que la interna de Juntos por el Cambio la gane Patricia Bullrich.
En las generales -y suponiendo que en el menú quedará Javier Milei- Unión Por la Patria aspira a atraer a los votos del centro para la izquierda. “Massa es una centro derecha que frena antes que Patricia, pone más difusas las fronteras entre UP y JxC”, dijo a LA NACION un importante referente kirchnerista. “Tenemos que aceptar que otra vez el sector mayoritario de la coalición no encabeza. Ese sabor amargo va a estar, para algunos más que otros. Tenemos que aceptar que Massa es nuestro aliado”, dijo.
Y agregó: “Quizás Massa es una mejor opción si llegamos a un ballotage con Bullrich. Es pragmatismo puro. A dónde va a ir el kirchnerismo… a ningún otro lado”. Hay, en alguna dirigencia kirchneristas, una dificultad para terminar de digerir la decisión de ayer.