Una tragedia que volvió a mostrar los enormes riesgos de navegar en las profundidades del mar

BOSTON.- La desesperada búsqueda del sumergible que explotó mientras llevaba a cinco personas a ver los restos del Titanic llamó la atención sobre otros operativos de rescate en alta mar.

Desde un sumergible en Irlanda hasta un submarino en la costa de New Hampshire, varios de estos rescates fueron sin embargo menos complejos que la búsqueda del sumergible Titán, y en otros eran embarcaciones más granes.

Muchos terminaron con la muerte de algunos, si no todos, los pasajeros a bordo, lo que demuestra el riesgo inherente de operar en las profundidades del océano.

Sumergible Pisces III

Hace cincuenta años, dos marineros británicos quedaron atrapados en un sumergible a más de 450 metros bajo la superficie del Océano Atlántico, enfrentándose a un destino incierto mientras un equipo internacional se esforzaba por encontrar la forma de liberarlos.

Las vidas de Roger Chapman y Roger Mallinson dependían del éxito de la misión, que resultó ser el rescate submarino más profundo conocido. La operación ilustra la dificultad de llevar a cabo rescates en aguas profundas. El calvario comenzó cuando ambos estaban tendiendo un cable telefónico transatlántico a unos 240 kilómetros de la costa de Cork (Irlanda) el 29 de agosto de 1973.

Durante lo que debió ser un turno rutinario, el agua empezó a inundar la sección de popa del buque, que tenía sólo unos dos metros de diámetro. El Pisces III se hundiría hasta unos 480 metros.

Cuando el vehículo llegó al fondo del mar, los dos pudieron hacer poco más que comprobar si había fugas y hacer todo lo posible por conservar el oxígeno. Y pudieron mantener la comunicación con los que estaban en la superficie.

El Pisces III estaba demasiado profundo para los buzos, así que los rescatistas empezaron a buscar otras opciones. Una de ellas era un sumergible teledirigido estadounidense llamado CURV-III, por Controlled Underwater Recovery Vehicle (Vehículo de Recuperación Submarina Controlada). También acudieron los guardacostas canadienses y la Marina Real, y se enviaron dos sumergibles similares.

Los rescatistas consiguieron fijar los cables al sumergible varado. Cuando el oxígeno disponible se estaba agotando y ambos habían ingerido su única comida -una lata de limonada y un bocadito de queso-, los rescatistas empezaron a izar el Pisces III hasta que emergió a la superficie.

Chapman y Mallinson tuvieron que esperar un poco más mientras los rescatistas luchaban durante 30 minutos para abrir la escotilla y permitir la entrada de aire fresco.

Los dos habían estado en la cápsula durante más de 84 horas y se calcula que les quedaban 12 minutos de oxígeno cuando pudieron salir del estrecho habitáculo.

Meterse bajo el mar “es una de las tareas más difíciles” que se pueden emprender, dijo Roger Litwiller, historiador naval canadiense. “La tecnología más avanzada evoluciona constantemente. Pero aún así, el fondo del océano sigue siendo el fondo del océano. Sabemos más de la Luna”. “Básicamente lo apagaron todo, incluidos ellos mismos”, dijo Litwiller. “Básicamente hibernaron”.

Mallinson, que ahora tiene más de 80 años, dijo en declaraciones a la cadena británica Sky News esta semana que temía que algo “fuera muy mal” para los tripulantes del Titán porque no habían enviado una señal. “Hubiera pensado que un martillo en un agujero en alguna parte sería un buen transmisor, y lo transmitiría”.

USS Squalus

Frente a la costa de New Hampshire, el submarino diesel-eléctrico USS Squalus realizaba una inmersión de prueba en marzo de 1939 cuando una falla en una válvula provocó la inundación de una parte del submarino. El Squalus tocó fondo a más de 70 metros de profundidad frente a la Isla de Shoals.

Las operaciones de rescate comenzaron al día siguiente. Por primera vez, la Marina utilizó la cámara de rescate McCann -una cámara de acero en forma de pera- que se bajó al submarino y transportó con éxito a la superficie a los tripulantes supervivientes. En las 13 horas siguientes se rescató a 33 tripulantes supervivientes. Otros 26 se ahogaron en el accidente inicial.

“Durante la emergencia y todo el tiempo que estuvimos en el fondo, todos los tripulantes mostraron frialdad y precisión en el desempeño de las tareas de sus puestos”, recordó el teniente W.T. Doyle, uno de los supervivientes. “Las órdenes del oficial al mando se cumplieron con prontitud y eficacia. A pesar de las bajas temperaturas y el hacinamiento, no hubo quejas. Nunca habrá un grupo de hombres de mejor calidad y espíritu que los del Squalus”.

Minisubmarino ruso

En 2005, un minisubmarino ruso AS-28 se hundió en el Océano Pacífico tras enredarse en una red de pesca. El AS-28 fue enviado a investigar una antena de vigilancia submarina que se había enredado en unas redes. Mientras inspeccionaba la zona, el submarino quedó atrapado a unos 190 metros de profundidad.

Los siete marineros atrapados empezaron a escribir cartas de despedida a sus seres queridos a medida que disminuían las reservas de agua y se enrarecía el aire en el claustrofóbico minisubmarino en el fondo del Pacífico. Pero con sólo varias horas de oxígeno de sobra, una nave robótica británica pudo liberar el submarino.

Los miembros de la tripulación recordaron tres días de oscuridad y temperaturas gélidas. “Hacía frío, frío, mucho frío. Ni siquiera puedo describirlo”, dijo un miembro de la tripulación mientras los marineros caminaban hacia la costa con la mirada aturdida y los ojos inyectados en sangre después de que su buque se soltara de los cables que lo habían enganchado.

Poco después, las autoridades que investigaban el siniestro detectaron problemas en las labores de rescate. Entre ellos, informes de que la Marina podría haber rechazado inicialmente la petición del submarino de ser remolcado, por temor a dañar el conjunto de la antena submarina.

La respuesta recordó a la del desastre del submarino Kursk en 2000, en el que la mayoría de los 118 miembros de la tripulación murieron en el acto. Mientras el submarino se hundía en el fondo del mar, a sólo unos 108 metros de la superficie, 23 hombres pudieron huir a un compartimento trasero, donde esperaron ayuda. Pero los retrasos en el lanzamiento de un esfuerzo de rescate y la posterior búsqueda de ayuda occidental condenaron al resto de la tripulación, que en su mayoría murió asfixiada.

Submarino indonesio

Hace dos años, un submarino indonesio desapareció frente a la isla turística de Bali con 53 marineros a bordo. El submarino perdió el contacto tras recibir autorización para sumergirse. Según el Ministerio de Defensa, un helicóptero detectó más tarde una mancha de petróleo cerca del punto de partida de la inmersión.

La Marina lanzó una búsqueda frenética y predijo que el submarino se quedaría sin oxígeno en los próximos días. Un robot submarino equipado con cámaras encontró el submarino perdido en al menos tres piezas en el fondo del océano a una profundidad de 838 metros. Los 53 tripulantes murieron.

La causa del hundimiento del submarino diésel de fabricación alemana sigue siendo incierta. Según la Marina, un fallo eléctrico podría haber impedido al submarino ejecutar los procedimientos de emergencia para salir a la superficie. Se encontraron flotando bajo el agua trajes de supervivencia de emergencia que normalmente se guardan en cajas, lo que parece indicar que la tripulación podría haber intentado ponérselos durante la emergencia.

USS Thresher

En 1963, la tripulación de un buque de rescate escuchó impotente tras recibir un ominoso mensaje -”excediendo la profundidad de prueba”- antes de que el USS Thresher, de propulsión nuclear, se desintegrara bajo la aplastante presión del mar. Murieron 129 marineros y civiles en una inmersión de prueba rutinaria frente a Cape Cod.

Las fuerzas armadas llevaron a cabo una búsqueda masiva con sonares, magnetómetros y detectores de radiación. Se recuperaron algunos restos flotantes. Pero no fue hasta varios meses después cuando un batiscafo de investigación descubrió los restos a una profundidad de unos 2590 metros.

Los restos del submarino cubren un kilómetro y medio de fondo oceánico, según el oceanógrafo Robert Ballard, que utilizó su descubrimiento del RMS Titanic en 1985 como tapadera de la Guerra Fría para ocultar que había inspeccionado el Thresher en la misma misión.

Por Steve LeBlanc

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