El hermetismo es directamente proporcional a la tensión, a las operaciones de distracción y a las presiones (o aprietes) en el tramo final del cierre de candidaturas y listas. Ocurre en el oficialismo kirchnerista y en los campamentos de la oposición, aunque no en todos lados se juega de la misma manera. Los matices diferenciales cuentan. Y mucho.
Si a la última semana se llegó con más incógnitas abiertas que nunca para definir las postulaciones y los armados nacionales, dos acontecimientos que sacuden al norte del país le acaban de agregar una cuota de dramatismo e incertidumbre aún mayor, y tienen en vilo a las dos grandes coaliciones.
El oficialismo ya experimentó su primer gran impacto con el resultado de las PASO realizadas anteayer en Chaco, donde el peronismo que controla el fiel kirchnerista Jorge Capitanich tuvo la peor performance electoral de los últimos 16 años y quedó segundo en el total de votos, detrás de los obtenidos por las dos fórmulas de Juntos por el Cambio.
La burocrática explicación del secretario de Derechos Humanos de la Nación de por qué no fue a Chaco
Imposible desvincular ese resultado de la desaparición de Cecilia Strzyzowski, por la que están detenidos dos dirigentes vinculados al gobernador, que iban como precandidatos en listas encabezadas por Capitanich. Un llamado de atención, que en el oficialismo nacional y, sobre todo, en el ala kirchnerista sonó demasiado fuerte. Tanto como para provocar un estridente silencio, frente a lo que parece un crimen del que no es ajeno el poder político local.
Un pésimo contexto para la definición del candidato kirchnerista a la presidencia, a lo que estuvo dedicado en estos días el comando superior oficialista, integrado por Cristina Kirchner, con la asistencia de su hijo Máximo. Un proyecto colectivo, cuyas decisiones claves dependen siempre de la inspiración de la jefa y que, en los casos de apertura mayor, valida el asesor familiar.
El proverbial secretismo cristinista alcanzó su máxima expresión durante el fin de semana, para desvelo de los tres potenciales precandidatos a presidente (Sergio Massa, Eduardo de Pedro y Axel Kicillof, en ese orden) y, sobre todo, para sus respectivos equipos. Cada uno ve señales para alimentar ilusiones, mientras algunos todavía no descartan otra jugada mágica de la jefa.
En medio del silencio patagónico, el ruido del horror chaqueño amplifica los desembozados intentos de “proscribir” a Daniel Scioli y evitar que haya disputa por los principales cargos en el espacio oficialista. Como si diera por descontado que la democracia interna, la competencia electoral y el debate de proyectos e ideas son para sus seguidores cuestiones formales irrelevantes y no les importara darle aún más entidad al rótulo de sectarios, el kirchnerismo no descansa para dificultar la participación de la lista que cuenta con el apoyo del herético Alberto Fernández. La Unión por la Patria no es para todos.
El despliegue de artimañas reglamentarias, el juego de las escondidas burocráticas y las presiones territoriales sobre gobernadores e intendentes para evitar que el otrora fiel Scioli pueda llegar a competir alcanza cimas que solo explica la fragilidad del oficialismo, estragado por el actual gobierno fallido y un fin de ciclo al que solo le dieron sobrevida los gruesos errores de los cambiemitas, cuando fueron gobierno y ahora que son oposición. La tozudez de Scioli, apalancada por tres ministros de Fernández, es ahora el mejor adhesivo para los Kirchner y los Massa. A la inversa que en 2013. Final abierto. Como entonces.
Jujuy, en la mira kirchnerista
Por otra parte, lo que ocurre en Chaco no es sencillo de desvincular de lo que sucede desde hace unos días en otra provincia norteña, como Jujuy. Los disturbios que allí estallaron tienen reverberaciones y tentáculos que traspasan los límites provinciales. El disparador fue la aprobación de la reforma constitucional que incluye la limitación de las protestas, impulsada por el gobernador radical, Gerardo Morales, y apoyada por un sector del peronismo,
Así como en Chaco el Gobierno y los principales dirigentes del kirchnerismo se mantuvieron ajenos (salvo la portavoz presidencial), en el caso de Jujuy altos funcionarios de la administración nacional se apresuraron a decir presente para darle visibilidad y apoyar la protesta. Y hasta viajaron al lugar, como lo hizo el polémico secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, para poner la lupa sobre el accionar de la policía jujeña, cuando la oposición a la reforma derivó en enfrentamientos entre manifestantes y policías, en los que hubo violencia de un lado y represión policial del otro.
Para el gobierno jujeño, la mano que encendió la llama y atiza los reclamos es la del kirchnerismo nacional, que, además, fogonea a sectores de izquierda y comunidades indígenas para amplificar el reclamo, cobrarse viejas cuentas con Morales y, también, desviar la atención de la desaparición de Strzyzowski. El doble estándar que suele caracterizar al kirchnerismo ante situaciones similares, según los afectados sean amigos o adversarios, otorga crédito a la acusación de Morales.
Aún nada está cerrado, el conflicto podría alcanzar un nuevo pico de tensión hoy cuando se firme la nueva Constitución, para lo cual han sido llamados a movilizarse oficialistas y opositores políticos y sociales. El paro nacional de docentes al que convocó el gremio Ctera, enrolado en el kirchnerismo, agrega combustible y visibilidad. Todos están atentos. En la noche de este lunes, Morales buscó descomprimir tensiones: anunció que dará de baja dos de los artículos más resistidos por las comunidades originarias.
Los opositores al gobernador jujeño, derrotados en las elecciones realizadas hace 40 días, centran su mirada en la situación local y, a pesar de las evidencias, minimizan la influencia externa. Hacen hincapié en la convergencia de distintos conflictos abiertos en la provincia y en lo que ellos califican de “crisis de representación”, a pesar del rotundo triunfo del oficialismo el pasado 8 de mayo. A su juicio, el 49,6% de los votos obtenidos por el Frente Cambia Jujuy, que le dio la victoria al ministro de Hacienda de Morales, Carlos Sadir, se explica por la ley de colectoras más que por el apoyo con el que cuenta la actual gestión. Hipótesis.
Lo cierto es que la compleja y siempre tensa política jujeña no está desligada desde hace muchos años de cuestiones nacionales.
Desde que la sociedad entre el kirchnerismo y la dirigente social Milagro Sala (condenada y con prisión domiciliaria) fue desplazada del control absoluto del poder provincial por Morales, hace ocho años, el gobernador jujeño siempre ha estado en la mira del kirchnerismo más radicalizado. Las facturas y planes de revancha siempre están abiertos. Y el mandatario radical nunca les ha respondido con flores.
El hilo que une a Chaco con Jujuy no es solo una cuestión de coincidencia temporal en la tensión social. El líder piquetero Emerenciano Sena, detenido junto a su esposa, Marcela Acuña, por la desaparición de su nuera, Cecilia Strzyzowski, es conocido como “el Milagro Sala chaqueño”. Causalidades.
La interna cambiemita
A Morales no le desagrada (más bien todo lo contrario) ser visto como férreo defensor del orden público y que se lo identifique con la mano dura, aun a riesgo de ser acusado de cometer abusos por parte del kirchnerismo, partidos de izquierda y organismos de derechos humanos.
Por eso, no teme que los incidentes de estos días mellen sus chances de acompañar en la fórmula presidencial a Horacio Rodríguez Larreta, sino todo lo contrario.
“Haber terminado con el poder de Milagro Sala es el principal atributo que lo llevó a proyectarse y sostenerse en el plano nacional. Así que por qué lo habría de afectar ahora esto. Además, a Larreta le suma ante quienes lo acusan de blando”, argumentan importantes dirigentes radicales que, con el jujeño, son aliados del jefe de gobierno porteño frente a otros correligionarios que adhieren a Patricia Bullrich. Duros y blandos a veces son categorías tan elásticas como izquierda y derecha o progresistas y retrógados. La política se ha vuelto demasiado circunstancial.
De todas maneras, Larreta volverá a aplicar la cronoterapia, como ya es norma en su toma de decisiones, para resolver su compañero de fórmula. La situación de Jujuy agregó un elemento nuevo de análisis, mientras espera una respuesta de Facundo Manes, el único radical que aún dice tener intenciones de sostener la precandidatura presidencial.
Para desesperación de los larretistas, el neurólogo mantiene blindado su cerebro para evitar que se le filtren las hipótesis que maneja sobre su futuro. En tanto, nadie esperaba recibir antes de las elecciones del próximo domingo en Córdoba un regalito de Juan Schiaretti, objeto del deseo de Larreta.
Enfrente, Patricia Bullrich definía este lunes por la noche quién será su compañero de fórmula con su equipo político y de campaña. Disputaban la pole position el bonaerense Maximiliano Abad, que revigorizó a la UCR en 2021, y el mendocino Luis Petri, que aun derrotado hizo una buena elección en las recientes PASO cambiemitas mendocinas. Un poco más relegado, aunque en carrera, aparecía el formoseño Luis Naidenoff.
Leandro Zdero: el opositor que se negó a bajar su candidatura, dio un batacazo y amenaza la hegemonía de Jorge Capitanich
En el equipo de campaña de Bullrich dicen que el elegido deberá reunir condiciones de rapero, lo que no significa ser cultores de ese estilo musical, sino reunir atributos que se resumen en el acrónimo RAP: Renovación, Autenticidad y Propósito.
Abad y Petri completan el casillero de la renovación. El titular de la UCR bonaerense suma el capital territorial. Mientras que para el de autenticidad Petri aporta sus posturas más radicales en temas de seguridad y orden público. Los tres confluirían en el de propósito. Por otra parte, el mendocino y el formoseño suman el conocimiento público del que gozan sus respectivas parejas, Cristina Pérez y Carolina Losada. Todo se pone en la balanza.
El desvelo será la norma en las próximas noches de los dirigentes políticos. Mientras tanto, se mantiene el hermetismo y crecen las presiones y la tensión en todos los campamentos.