Inflación y emergencia: se dispara el gasto en asistencia alimentaria, pero no se puede contener la pobreza

A poco de empezar la etapa dura de la campaña electoral, el oficialismo parece no encontrar la herramienta necesaria para arreglar el principal problema de la Argentina. Las partidas destinadas a políticas alimentarias están desbocadas, al punto que cuando terminó mayo ya se habían consumido más de 60% del total, mientras lo índices de pobreza no paran de crecer. Hasta hoy se destinaron $1600 millones por día y es posible que no se mejore un sólo índice de los que mide la vulnerabilidad social. La billetera se diluye frente a las tres cifras de la inflación anual; algo así como tomar sopa con tenedor.

El kirchnerismo deberá reescribir el viejo manual con el que transitó decenas de campañas electorales: dinero y vivienda. El primero, como se dijo, es inoculado por la suba generalizada de los precios; el segundo está frenado, al punto que la ejecución presupuestaria del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat apenas gastó el 28,91% del total asignado para el año, muy por debajo del 54% que despachó el de Desarrollo Social de acuerdo a los datos del Ministerio de Economía actualizados hasta el 13 de junio.

“No alcanza, sólo con dinero no alcanza. [El expresidente de Bolivia] Evo Morales, que fue el más inteligente de todos los populistas de la región, nunca generó inflación porque sabe que va en contra de cualquier política redistributiva”, dijo el economista de Idesa, Jorge Colina.

Conocidos los datos de mayo, los cálculos que se proyectan sobre el indicador social más importante no son alentadores. “La canasta básica total promedio de la región del Gran Buenos Aires para el semestre que va desde diciembre a mayo se estimó en $59.727. Esto es un aumento interanual de 111,6%. Para el promedio del ingreso total familiar se proyectó un incremento interanual de 76,8%. Con estos datos y la simulación de los microdatos de la EPH del cuarto trimestre de 2022, el primero y el segundo de 2023 se proyectó la tasa de pobreza. El pronóstico estima una tasa de pobreza de 43,4% para el semestre que va desde diciembre a pasado hasta fines de mayo último″, escribió Martín González-Rozada, profesor y director de la Maestría en Econometría de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), además de investigador del Centro de Investigación en Finanzas (CIF).

Pero pero hay que mirar con más detalle para entender la dinámica que se instaló. Mientras se aceleraba el dinero presupuestario para contener el deterioro de los sectores más vulnerables, la pobreza no dejó nunca de ir para arriba. González-Rozada advierte que ese “índice proyectado” es un promedio. Pero, según sus datos, la secuencia es la siguiente: en diciembre de 2022, la pobreza era de 41,2% y llegó a 42,3% para el primer trimestre de 2023. Ahora bien, el bimestre abril y mayo todo empeoró y según sus datos, ya está en 46%, al menos en los centros urbanos que mide la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).

Mientras eso ocurría, el Ministerio de Desarrollo Social, que por ahora conduce Victoria Tolosa Paz, aceleró sus desembolsos, como se ve, sin demasiada efectividad. Hubo varios programas que directamente se desenchufaron para darle asistencia a las políticas alimentarias donde convive todo el dinero destinado a la Prestación Alimentar (antes Tarjeta) y las organizaciones sociales que reciben pesos, en teoría, para hacer funcionar los comedores.

Por caso, mientras “promoción y asistencia a espacios de primera infancia” utilizó el 31,5% del dinero disponible y otro programa creado para la protección de los derechos de “adultos mayores” ejecutó el 39,46% hasta el 13 de junio -último disponible en el Ministerio de Economía-, los que terminan en dinero para alimentos corrían a rango del 60% en el mismo período. Otros, como una partida para “Articulación en el Área Metropolitana” o para “Equidad del Norte Grande” tienen cero ejecución. Las prioridades están claras.

De hecho, en el informe que mensualmente presenta la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), también se pone especial énfasis en estos gastos. “Los gastos en políticas alimentarias (62,8%), en Potenciar Trabajo (51,6%) y en las becas Progresar (44,4%) presentaron elevados niveles de ejecución. Con respecto a la Prestación Alimentar, cabe mencionar que el Congreso determinó un monto adicional al crédito, en oportunidad de sancionar la Ley, que aún no ha sido otorgado”, dice el trabajo oficial. Una aclaración más: según estos datos no está devengado el mes de junio para los beneficiarios de Alimentar ni tampoco empezó a correr la campaña electoral. No es alentador el panorama.

Si alguien debería verse en punta en esta carrera entre inflación y alimentos, claramente es aquella. Para Martín Calveira, Economista investigador del IAE Business School, Universidad Austral, “la dinámica inflacionaria actual no solo se deriva de excesos monetarios pasados por asistencia al sector público para financiar déficit operativo, sino por comportamientos inerciales ante la ausencia de medidas concretas en un contexto de tensiones políticas, principalmente dificultades autogeneradas”. Sin medidas, pues por qué algo debería cambiar.

Colina dice que las políticas de redistribución siempre van a estar sujetas a controversias. “Pero no hay discusión en que, si se va a redistribuir, es que hay que hacerlo sin generar inflación. En su caso, se redistribuye al revés y lo único que se logra es engañar a los sectores más vulnerables”, argumenta.

Los datos proyectados para fines del semestre ponen roja la billetera y empezarán a tensar la relación entre el Ministro de Economía y Tolosa Paz. Sucede que el Ministerio de Desarrollo Social no ha tenido aumentos presupuestarios como sí han tenido otros, como por ejemplo, el del Interior. Para junio, los beneficiarios de lo que fue la Tarjeta Alimentar, tras el aumento del 35% otorgado en mayo, podrán acceder al cobro a un extra mensual que llega hasta $34.000 adicionales a otros planes como la Asignación Universal por Hijo (AUH).

Mientras ya esté ejecutado un monto cercano al 70% del total en un semestre, la pobreza habrá subido casi cinco puntos porcentuales. Se trata de una triste comprobación fáctica: no alcanza sólo con aumentar la cantidad de pesos en las cuentas si los alimentos suben de precio constantemente. Nunca nadie ganó esa carrera a billetazo limpio; siempre se impuso la pobreza.

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