Firme la soja en Chicago, desde el pasado 30 de mayo (US$476,6 por tonelada) a la fecha (apertura de anteayer en US$518) revirtió la tendencia bajista que había comenzado el 21 de febrero y acumuló una suba de US$41,5 por tonelada. En nuestro país la soja disponible, que se llegó a cotizar a US$500 por tonelada durante enero, acumulaba una baja de US$129 por tonelada respecto de cierre de 371 dólares del miércoles pasado. Vemos que nuestro mercado no copió, ni tuvo en cuenta la suba del mercado de Chicago de 41,5 dólares por tonelada en las dos primeras semanas de junio.
Analizando los precios de la soja de la próxima cosecha, mayo de 2024, con el cierre de 325 dólares por tonelada se confirma una caída de 175 dólares por tonelada respecto del precio máximo, de US$500, alcanzado en enero último.
Firme el maíz en Chicago en las dos primeras semanas de junio, pese a que desde el precio máximo de US$275 por tonelada de octubre de 2022 hasta el mínimo de US$218 por tonelada del pasado 19 de mayo el mercado reflejó una baja de 57 dólares por tonelada. Ahora el mercado quiebra su tendencia bajista y entra en una nueva onda alcista a partir de principios de junio y en dos semanas sube 21 dólares por tonelada.
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En nuestro país, el precio del maíz disponible acumula una baja de US$68 por tonelada entre los precios de enero (US$261 por tonelada) y los del cierre del miércoles pasado (US$193). De la misma forma que en soja, el mercado de maíz no copia la suba registrada en el mercado de Chicago, por el contrario, consolida la baja, que se traslada a los precios del cereal de la nueva cosecha.
En ese sentido la posición abril 2024 del maíz se cotiza a US$192 por tonelada, mientras que el disponible lo hace a US$193. Un mercado sin “carry” (suba) y sin “inverse” (baja) entre los precios de la nueva cosecha y del disponible.
La primera conclusión de este análisis es que el mercado está distorsionado y divorciado de la tendencia internacional, y que está más influenciado por factores de índole local, si bien la coyuntura interna depende de factores externos con impacto directo en la economía del día a día. A saber, ¿habrá ayuda del FMI para que la Argentina pueda ir cancelando sus vencimientos de deuda? ¿El resultado de las PASO tendrá influencia en las expectativas del mercado? De la misma forma, el resultado de la elección presidencial en octubre y el potencial balotaje en noviembre. ¿Habrá ajuste (devaluación) en el tipo de cambio oficial antes o después del 10 de diciembre? ¿Qué pasará con la brecha? Y, finalmente, ¿qué fuerza política y quién asumirá el 10 de diciembre? ¿Cuál será su programa económico para sacar a la Argentina de la peor crisis contemporánea en su historia?
Como vemos, entramos en un periodo de plena y constante incertidumbre que tendrá impacto en las principales variables económicas. Y en el caso del precio de las commodities agrícolas, la baja de los precios para la nueva cosecha obedece a la cautela de los compradores (exportadores y aceiteras) ante un escenario de alta incertidumbre y de una volatilidad potencial que todavía no hemos visto.
Existe el deseo de empresarios y operadores que la economía repunte en 2024, pero se sabe que no hay soluciones mágicas y que ello lleva tiempo. Quien asuma el 10 de diciembre deberá generar expectativas positivas inmediatas, con énfasis especial, sobre los productores agropecuarios.ß
El autor es presidente de Pablo Adreani y Asociados