A finales de 2015, Sofía Cano (37) guardó todas sus pertenencias en una valija y se mudó a Miami, en Estados Unidos. Si bien ese destino no estaba en sus planes originales de vida, se dejó llevar cuando le ofrecieron la transferencia desde la empresa en la que trabajaba, en aquel entonces la multinacional del marketing Publicis. Sin embargo, el “bichito de emprender” ya la venía inquietando desde hacía tiempo y no fue hasta pocos meses después que decidió apartarse del trabajo en relación de dependencia para crear dos negocios con base tecnológica que hoy están detrás de las grandes compañías globales.
“Me costó más mudarme de Tucumán a Buenos Aires, que de Buenos Aires hacia Miami”, reflexionó. Oriunda del norte argentino, estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Tucumán. Pero en busca de nuevas oportunidades y desafíos, a los 21 años se mudó a la Capital, donde se especializó en Redacción Publicitaria y trabajó para empresas como Google y Starcom Mediavest Group.
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“Publicis fue mi pasaporte hacia Estados Unidos. Pero adentro tenía ese bichito que sabía que por más que me ofrezcan todo, no iba a durar mucho. Mi mamá siempre decía que hay que ser ambicioso y no codicioso. Por eso, cuando decidí emprender no fue por la plata, sino porque me considero soñadora y sentía que las agencias de publicidad bajaban muchos lineamientos y me limitaban a la hora de desarrollar nuevas ideas. Quería desarrollar un software para implementar en la estructura de marketing de las compañías. Pero renunciar era dejar atrás todos los privilegios: la seguridad económica, la residencia, todo”, contó.
Junto con su compañera de trabajo Carolina Mano, otra argentina que terminó por convertir en su socia, empezaron a idear iMetriq. Un software capaz de integrar, estructurar y clasificar toda la información que tienen las compañías para poder detectar errores en las estrategias de comunicación, aplicar modelos predictivos y anticipar tendencias futuras.
Primero, quisieron desarrollarlo dentro de la agencia de publicidad para la cual trabajaban. Pero al ver que no avanzaban, decidieron seguirlo por su cuenta. ”Di un preaviso de tres meses, quedamos en buena relación y se terminaron convirtiendo en nuestros clientes”, agregó.
No obstante, iMetriq les llevó años de prueba y error y recién pudo ver la luz a principios de 2022. Mientras tanto, en febrero de 2016, Sofía Cano y Carolina Mano encontraron su independencia al fundar Utag, una agencia de comunicación con el foco puesto en el business intelligence.
En el primer año de vida de su propia compañía, trabajaron con referidos y facturaron US$348.680. Siete años después, tienen una facturación anual de US$5.879.277, formaron un equipo de trabajo de 40 personas y poseen como clientes a más de 100 organizaciones globales como la Concacaf, Salesforce, Pepsi, Nike, HSBC, Marriott, Nokia, entre otras.
“Utag nos dio la posibilidad de tener una visa de trabajo en Estados Unidos. No quisimos irnos porque entendimos que la base de operaciones estaba acá, en Miami. Con eso pudimos pagarnos los abogados y construir el MVP (producto viable mínimo, por sus siglas en inglés) de iMetriq, que era nuestro sueño original. Son empresas hermanas, una se complementa de la otra. Utag necesita de iMetric para sofisticar los procesos internos y eficientizar el producto del cliente. Reduce el 56% del trabajo operativo manual y permite entender por qué un cliente no compró, por qué no abrió un e-mail. Convertir los datos en información”, explicó.
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Con los años, la compañía se fue expandiendo “naturalmente y hoy tienen proyectos en el país, México, Estados Unidos y España. Y a pesar de haber creado su compañía lejos de su tierra natal, a la que vuelve todos los años, Cano asegura que “aunque te vas de la Argentina, la Argentina no se va de vos”. A raíz de eso, y aprovechando que la pandemia instauró el trabajo remoto, gran parte del equipo está conformado por talento local.
“Como mujer, emprendedora, latinoamericana y en los Estados Unidos, me tocó abrir caminos. No fue tarea fácil, porque existen los prejuicios y automáticamente algunas puertas se ven bastardeadas. Hubo conversaciones que tuve que ceder, ver que en ciertas reuniones le respondían a mi CFO y no a mí. Pero con mi socia fuimos dos mujeres que tuvimos una idea y pudimos desarrollarla en un mundo que siempre fue liderado por hombre. Aprendimos a amplificar nuestra voz y nuestras ideas, a acompañarnos entre nosotras y a motivar a otras mujeres a abrir sus propios negocios”, cerró.