A pesar de los documentos y las declaraciones acuerdistas, el pacto de dirigentes de Juntos por el Cambio con el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, se cayó. “La única posibilidad de que esa alianza se inscriba mañana [por este miércoles] es que buena parte de la coalición haya decidido romper Juntos por el Cambio. Y eso no es previsible”, señaló uno de los principales dirigentes de la alianza opositora. Este miércoles, en efecto, vencerá el plazo para inscribir alianzas ante la justicia electoral. La conclusión de aquel dirigente se suma a la declaración de la convención nacional de la Unión Cívica Radical que, si bien ratificó su vocación de ampliar la coalición, no exhibió apuro en hacer nuevas alianzas. “Es verdad que todo Juntos por el Cambio quiere ampliar la coalición. La pregunta que debemos responder antes es con quiénes y cuándo”, agregó aquel candidato. La decisión de Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Elisa Carrió y Martin Lousteau de correr en busca de Schiaretti iba a tropezar inevitablemente con la oposición del influyente radicalismo cordobés, que integra la amplia coalición opositora que enfrentará al gobernador de Córdoba dentro de diez días con la candidatura de Luis Juez para gobernar esa provincia. Y tropezó. Es probable que los acuerdistas de Juntos por el Cambio proyecten hacer otro tipo de alianza, menos formal, con Schiaretti antes de las primarias de agosto, pero el gobernador cordobés aspiraba a un acuerdo formal y firmado a la luz pública. “Es un hombre institucional; no le gustan los acuerdos en la oscuridad”, aclaran a su lado.
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Según Patricia Bullrich, los acuerdistas de Juntos por el Cambio también exploraron la posibilidad de una alianza parecida con el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, pero ahí chocaron con sectores locales del radicalismo y del socialismo que aspiran a derrotar al actual mandatario peronista. Perotti es uno de los gobernadores peor valorados en casi todas las encuestas de opinión pública, sobre todo por el pésimo manejo de la creciente inseguridad en Santa Fe durante su administración. Lo único que une a Perotti, Schiaretti y Rodríguez Larreta, entre varios más, es que comparten el asesoramiento político de Guillermo Seita, un hombre que se mueve en la sombras, pero que es influyente desde los años 90 cuando trabajaba para el entonces superministro de Economía, Domingo Cavallo. Juez lo tiene a Seita entre ceja y ceja. El “paseador de perros”, lo llama, en alusión a la cantidad de políticos de distinta extracción de los que Seita es consultor político.
Con Perotti o sin Perotti, lo cierto es que el lunes hubo otro documento de un grupo de dirigentes de Juntos por el Cambio (Rodríguez Larreta, Morales, Miguel Ángel Pichetto, Carrió y Lousteau, entre varios más) que insistieron con la necesidad de ampliar Juntos por el Cambio, aunque no mencionaron a Schiaretti. El documento celebró la victoria en San Luís de Claudio Poggi, un peronista que nació a la vida política bajo la tutela de los Rodríguez Saá y ahora los enfrentó, y señaló que ese es el ejemplo que Juntos por el Cambio debe seguir para ampliar la coalición opositora. La diferencia entre Poggi y Schiaretti es que el gobernador electo de San Luis abandonó el territorio político de los Rodríguez Saá en 2017 y desde entonces, hace casi seis años, pertenece a Juntos por el Cambio. “Poggi ya pasó la prueba del ácido. No es lo mismo que Schiaretti, a quienes tenemos que enfrentar en los próximos días”, apuntó otro importante dirigente de la coalición opositora.
El documento de los acuerdistas tuvo el mérito de exponer públicamente las posiciones políticas e ideológicas que se enfrentan en Juntos por el Cambio. Mientras Rodríguez Larreta cree que solo un gobierno de amplia base política, que debe necesariamente incluir al peronismo, puede resolver la crisis argentina, Patricia Bullrich ratificó que no está dispuesta a poner en discusión el cambio. “Voy a negociar, pero nunca negociaré el cambio”, precisó. Para ella, la competencia actual es entre los defensores del statu quo y los que promueven cambios profundos en la política y la economía. Nunca habla del peronismo, aunque se supone que lo incluye cuando anuncia que negociará con ciertas condiciones. El acuerdismo explícito de algunos se torna relativo en los otros. Esa es la diferencia de fondo entre ellos. De todos modos, Bullrich debe decidir todavía cuál es su programa nacional y con quiénes lo hará. Debe decidir quién será su candidato a vicepresidente cuando van quedando pocos candidatos. Uno es el gobernador saliente de Mendoza, Rodolfo Suarez; otro es Mario Negri, uno de los pocos dirigentes radicales que cuenta con conocimiento nacional. Negri es el presidente del bloque de diputados radicales.
No sorprende la firma de Pichetto en ese documento de los acuerdistas; Pichetto viene proponiendo un acuerdo fundamental entre peronistas y no peronistas desde que era presidente del bloque se senadores peronistas durante el gobierno de Mauricio Macri. A su vez, Gerardo Morales siempre estuvo más cerca del peronismo que el resto del radicalismo; de hecho, en 2015 prefería un acuerdo con Sergio Massa, con quien tiene una alianza provincial en Jujuy, antes que con Macri. Su posición fue derrotada en la convención radical de Gualeguaychú, que se inclinó por la construcción del viejo Cambiemos. En esa convención tuvo una participación decisiva Ernesto Sanz, entonces presidente del radicalismo. Sorprende más la presencia de Elisa Carrió entre los acuerdistas porque ella fue siempre muy crítica de Lousteau y de los dirigentes peronistas que gobiernan Córdoba desde hace 24 años. Quizás lo que explica la posición de Carrió es su regreso a las posiciones más críticas a Macri y, por extensión, a Patricia Bullrich. Sea como fuere, solo Aníbal Fernández fue tan crítico de Macri como lo es ahora Carrió. Es improbable que esa relación entre Carrió y Macri, que supo ser amable, pueda recomponerse después de las declaraciones de la líder de la Coalición Cívica de los últimos días.
La polémica por Schiaretti solo profundizó la pérdida de apoyo popular de la marca de Juntos por el Cambio, que ya venía en caída libre. Los encuestadores y analistas de opinión pública sostienen unánimemente que la insistencia en las peleas internas provocó semejante devaluación de la coalición opositora. Es lo que explica también el destacado ausentismo en las elecciones provinciales del domingo pasado y el crecimiento en las encuestas nacionales de Javier Milei. El dirigente libertario hizo muy malas elecciones en los comicios provinciales que se realizaron hasta ahora, pero los encuestadores aseguran que Milei es un fenómeno nacional que no puede medirse por comicios provinciales. El encuestador Alejandro Catterberg sostiene que Milei hará en las elecciones de este año el papel que cumplió en 2003 la figura de Clemente, una creación artística del dibujante Caloi. Según Catterberg, Clemente fue la segunda figura más votada en las elecciones de 2003, apenas unas décimas por debajo de Carlos Menem, que fue el más votado. “Clemente fue la expresión del hartazgo de la sociedad en 2003, como ahora podría serlo Milei”, argumenta Catterberg. De todos modos, la magra cosecha de Milei en las elecciones del interior del país es una información política que debe tenerse en cuenta. Del mismo modo, la política debe tomar nota del derrumbe del kirchnerismo en las provincias más importantes, como Mendoza, donde apenas superó el domingo el 15 por ciento de los votos. El peronismo de Mendoza es liderado por la senadora Anabel Fernández Sagasti, una de las dirigentes que cuenta con la protección explícita de Cristina Kirchner. No le sirvió de nada.
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La desesperación de Eduardo “Wado” de Pedro por mimetizarse con el triunfo de los tucumanos Juan Manzur y Osvaldo Jaldo fue patética. Corrió a Tucumán antes de que se conocieran los primeros resultados de las elecciones del domingo. ¿Cómo supo los resultados antes de que se contaran los votos? Misterios de la política norteña. Nadie puede vincular honestamente a Manzur y Jaldo con el camporismo que expresa De Pedro. El ministro del Interior es uno de los tres dirigentes más importantes de La Cámpora, junto con Máximo Kirchner y Andrés “Cuervo” Larroque. Manzur y Jaldo deberían explicar antes qué pasó en la capital provincial con las elecciones del intendente. El conteo de votos se suspendió por supuesta caída del sistema cuando las dos candidatas, la oficialista y la opositora, estaban empatadas. Es la primera vez que pasó algo parecido en la capital tucumana; la supuesta caída del sistema se dio solo en la capital de la provincia. Además, según observadores imparciales las escuelas que faltan escrutar son justo las que históricamente ganó Juntos por el Cambio. La junta electoral, que es la que tiene a cargo el recuento de votos, está integrada por personas que responden absolutamente al actual gobernador Manzur. Manzur es el mismo gobernador que ordenó un bono excepcional de 20.000 pesos a los empleados públicos en medio de la veda electoral. Lo que hubiera producido un escándalo político en cualquiera de los grandes distritos electorales, transcurre casi como una risible anécdota en las provincias feudales del norte argentino. Por eso, es importante que Juntos por el Cambio decida, antes de correr en busca de nuevas alianzas, con quién y cuándo es conveniente trabajar ciertos pactos.