ROMA.- ¿Y ahora qué? Silvio Berlusconi, que murió el lunes a los 86 años en el hospital san Raffaele de Milán, fue el gran patriarca y “padre padrone” absoluto de Forza Italia, el partido de derecha que creó a su imagen y semejanza en 1994 revolucionando la política local. Lo dirigió hasta el final, y ahora quedó huérfano, sin sucesor ni delfín.
Basado en el personalismo y en el llamado “berlusconismo” -imposible sin Berlusconi-, Forza Italia fue perdiendo influencia y gravitación en la última década, a la par de la decadencia física de su líder. Partido moderado de centroderecha, fue fagocitado por sus socios: la xenófoba Liga, de Matteo Salvini, y Hermanos de Italia, la fuerza post-fascista de la actual primera ministra, Giorgia Meloni, que en las elecciones de septiembre pasado dio el batacazo y se convirtió en la principal agrupación política de Italia.
En medio del clima de luto nacional que provocó la muerte -por una leucemia crónica y otros achaques- de su líder máximo, son muchas las dudas sobre el futuro de Forza Italia, su criatura política. ¿Sobrevivirá?
Aunque también hay muchas dudas sobre el futuro de su imperio: un patrimonio que ronda entre los 4000 y 6000 millones de euros -según calculan medios italianos-, que se repartirán los cinco hijos del difunto magnate. Y, quizás -nadie lo sabrá hasta la apertura del testamento que debe haber dejado- se sume su última mujer, la diputada de Forza Italia, Marta Fascina, de 33 años y conocida como “The last lady”.
El Cavaliere se casó simbólicamente con ella en marzo del año pasado, en nupcias que no tienen nada de legal. Pero como Fascina se quedó hasta el final a su lado, con buena relación con sus hijos y cuidándolo en su lecho de muerte, ello le podría significar un pedazo de la torta a repartir, se especula.
Patrimonio
La gran pregunta es si los herederos de semejante fortuna venderán, o no. El patrimonio incluye el holding Fininvest; el coloso mediático Mediaset (que hace un año y medio cambió de nombre a Mfe-Mediafor Europe, con sede en Ámsterdam, controlado en un 50% por la familia); el banco Mediolanum; la editorial Mondadori, y el club de fútbol Monza, más otras actividades y suntuosas propiedades en todo el mundo. Entre ellas, la famosa Villa Certosa, en la isla de Cerdeña, que visitaron en su momento Vladimir Putin y Tony Blair, escorts y demás personajes públicos y privados.
Si el futuro del imperio de Berlusconi es una incógnita, más aún lo es el futuro de Forza Italia. Allí no sólo no hay sucesor, sino que desde hace meses hay una lucha interna feroz para ver quién será “el heredero”. Lo peor es que hay deudas por más de cien millones de euros que sólo un multimillonario como Berlusconi podía permitirse financiar. Pero sin él ¿qué pasará?
Forza Italia, que es junto a la Liga y Hermanos de Italia parte de la alianza de gobierno liderada por Meloni, en las últimas elecciones cosechó un magro 8,1%. De todos modos, con 17 senadores y 44 diputados, es indispensable para la mayoría de gobierno actual en el Parlamento italiano.
“Tenemos el deber de seguir adelante, no existe que el partido desaparezca”, aseguró Antonio Tajani, expresidente del Parlamento Europeo, coordinador de Forza Italia y canciller, al recordar que él fue uno de los co-fundadores del partido que espera poder liderar. “El proyecto de Berlusconi va más allá de su vida terrenal, es un proyecto sobre el que trabajaremos para concretar”, arengó.
Pero el escepticismo es grande. No sólo porque la ahora viuda de Berlusconi y su entorno tienen ambiciones de una “escalada” del partido, que contrasta con los deseos de Tajani y de la senadora Licia Ronzulli, sino sobre todo porque al berlusconismo sin Berlusconi no se lo imagina nadie.
Los intentos que hubo en el pasado de convencer a Marina, la primogénita del Cavaliere, a entrar en política para reemplazar a su padre al frente del partido siempre cayeron en saco roto. Y si faltara una figura aglutinadora como fue la de Berlusconi en los últimos 30 años, nadie puede asegurar la supervivencia de Forza Italia.
En este clima, se teme una diáspora de sus parlamentarios hacia las otras fuerzas de derecha oficialistas. O, incluso, hacia ese centro que encarna el expremier, Matteo Renzi, líder de Italia Viva, considerado por algunos, por su carisma y forma de ser, más allá de las distancias y diferencias, como el verdadero sucesor de Berlusconi. Sobre todo desde cuando en 2009 Renzi era alcalde de Florencia y estrella en ascenso del Partido Democrático (PD, de centroizquierda), el entonces primer ministro y magnate lo invitó a un sugestivo encuentro en su mansión de Arcore, en Milán.
“Yo no soy el ‘royal baby’”, dijo Renzi en una entrevista con el diario La Repubblica, publicada este martes, en la que subrayó que “Berlusconi decidió en conciencia no tener herederos”.
“Nunca consideró la hipótesis de una sucesión de sí mismo y tenía razón: una personalidad como la de él, excepcional, en el sentido literal del término, no puede ser sustituida”, consideró.
Coincidió Giuliano Urbani, politólogo que estuvo entre los fundadores de Forza Italia, partido del que luego se alejó. “Francamente no le veo futuro a un partido de mayordomos, sin un heredero”, dijo.
El analista Stefano Folli opinó parecido. Y se manifestó convencido de que, en el largo plazo, “quien tiene más probabilidades de atraer al grueso del electorado berlusconiano es Meloni”. No por nada, al despedir a su aliado ahora llorado en redes sociales, la primera ministra destacó el lunes sus dotes de “combatiente”. Algo que para Folli fue “un modo de recordarle al electorado de derecha que ella también sabe combatir”.