ROMA.- Entre 2012 y 2019, Francesca Pascale fue pareja de Silvio Berlusconi, que murió ayer a los 86 años en el hospital Raffaele de Milán. Activista por los derechos de los homosexuales, el año pasado se casó con la cantante italiana Paola Turci, y mañana irá al funeral de Estado del expremier italiano en el Duomo de Milán.
“Habrá miles de personas y yo voy a ser una de los tantas que lo saludarán”, adelantó Pascale, napolitana de 37 años que fue la novia oficial de Berlusconi en sus tiempos de decadencia política, cuando fue echado del Senado por una condena por fraude.
“Mi vieja vida murió con él”, confesó Pascale al diario La Repubblica Pascale, que fue una de las tantas mujeres de la vida llena de excesos del Cavaliere. Un latin lover italiano que, más allá de las fiestas “bunga bunga” y los escándalos, finalmente logró darles un espacio inédito en la política local a las mujeres. De la mano del partido Forza Italia, su criatura política, comenzaron a ingresar en el Parlamento y en ministerios, marcando una gran cambio. Tanto es así que hoy, por primera vez en la historia de Italia, una mujer, Giorgia Meloni, es primera ministra del país.
Meloni por supuesto también estará en la despedida solemne, en la que la gran protagonista será la mujer que en los últimos años se convirtió en la más importante del cuatro veces premier y magnate: su primogénita, Marina Berlusconi (1966), la heredera del imperio, presidenta de Fininvest y del grupo editorial Mondadori.
Marina, que en los últimos años fue su brazo derecho y consejera, es hija de su primer matrimonio (entre 1965 y 1985) con Carla Elvira Dall’Oglio, con quien tuvo también a Pier Silvio (1969). Esos fueron años cruciales de la vida de Berlusconi, en los que construyó de la nada una fortuna con inversiones inmobiliarias y el gran negocio de la televisión privada.
Dall’Oglio, que se caracterizó por una reserva absoluta, reapareció hoy con un aviso necrológico en el Corriere della Sera de lo más elocuente y conmovedor: “Queridísimo Silvio, has sido un gran hombre y un extraordinario papá para nuestros hijos. Recordaré por siempre la belleza de los años que pasamos juntos. Un abrazo infinito”.
Dall’Oglio nunca concedió entrevistas y mantuvo un perfil bajísimo cuando Berlusconi la dejó por una mujer 20 años más joven, Veronica Lario (en realidad llamada Miriam Raffaella Bartolini), una bellísima actriz que lo fulguró durante una obra en el Teatro Manzoni de Milán, en 1980.
“Sentí un relámpago, pero no era un temporal”, solía contar Berlusconi, que comenzó a cortejarla al enviarle ramos de cien rosas. Berlusconi se divorció en 1985, un año después de haber tenido con Lario a Barbara (1984), a quien le seguirían luego Eleonora (1987) y Luigi (1989).
Berlusconi se casó el 15 de diciembre de 1990 por civil con Veronica Lario, que, todos coinciden, fue otra mujer clave de su vida. Fue quien en 2007 –cuando Berlusconi ya había ingresado en política y se había convertido en un multimillonario- le puso un límite.
Lario se rebeló a las infidelidades de Berlusconi y a su comportamiento de playboy empedernido, de lo más humillante, con una carta abierta que escribió y publicó La Repubblica –diario de centroizquierda, opositor-. Allí denunció que él frecuentaba menores.
Aunque ya vivían de hecho separados, Lario rompió definitivamente con el Cavaliere en abril de 2009 y comenzó una batalla legal para el divorcio parecida a la de la película La guerra de los Roses, con cifras millonarias en juego.
La gota que hizo rebalsar el vaso para Lario fue enterarse de que Berlusconi había asistido a la fiesta del cumpleaños 18 de Noemi Letizia, una joven de Nápoles que solía llamarlo “papi”.
Lario, que nunca quiso aparecer como primera dama italiana, siempre prefirió mantener un perfil bajísimo, más allá de los escándalos con la menor marroquí Karima El Mahroug, alias “Ruby”, la menor que Silvio intentó proteger al alegar que era la “sobrina” del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak.
Incluso, Lario tuvo que enfrentarse a la salida de un libro-confesión con las memorias de la escort Patrizia D’Addario, titulado “Disfrute, presidente”, un libro que contaba todos los detalles de una noche de sexo pago con el entonces primer ministro en el famoso “lettone”, cama matrimonial con baldaquino, regalo de Vladimir Putin.
“Factor humano”
Aunque perdió traumáticamente a su segunda mujer, Berlusconi nunca perdió votos por las infidelidades y los escándalos sexuales, como quizás habría ocurrido en otros países más moralistas. ¿Por qué? “Muchos italianos prefieren la autoindulgencia a la autodisciplina, y no niegan que él, en el fondo, hace lo que ellos sueñan”, escribió años atrás el periodista y editorialista del Corriere della Sera Beppe Severgnini, en el libro “La panza de los italianos”.
Allí explicó que si Berlusconi seguía dominando el escenario político pese al “bunga-bunga” era también por el “factor humano”, que hacía que muchos italianos pensaran que Berlusconi, por su humanidad, “es uno de nosotros”.
Al Cavaliere le encantaba contar chistes, decir lo que pensaba (de ahí, sus famosas salidas polémicas y gaffes internacionales). Era carismático, oportunista, espontáneo, olvidadizo cuando le convenía, y optimista. Adoraba a sus hijos, a su mamá –otra mujer importante fue mamma Rosa, fallecida en 2008-, sabía mucho de fútbol y detestaba las reglas.
“Es un anticonformista conciente de la importancia del conformismo. A la mañana elogia a la Iglesia, a la tarde los valores de la familia y de noche se lleva a las chicas a su casa”, explicó en su momento Severgnini.
En medio de la conmoción por la muerte de alguien que con su modo de hacer política y sus medios televisivos marcó una época, en un artículo publicado este martes en La Stampa la periodista Flavia Perina subrayó que, más allá de todo, el “playboy” Berlusconi trató mucho mejor a las mujeres que líderes extranjeros como Donald Trump o Jair Bolsonaro.
“Aunque hubo momentos siniestros, los chistes siempre fueron chistes y al contrario de otros nunca justificó maltratos o abuso contra las mujeres”, escribió. “En todo caso, las mujeres fueron su debilidad”, agregó Perina, al destacar que, 30 años después, pese a los escándalos y chistes machistas del Cavaliere, en Italia se dio un fuerte cambio.
Dos mujeres “alfa” dominan en el escenario político: Meloni y la líder de la oposición y del Partido Democrático, Elly Schlein, algo impensable hace dos décadas en un país desde siempre dominado por varones.
Entre las mujeres de Berlusconi, el miércoles en primera fila estará su última pareja, Marta Fascina, diputada de Forza Italia, de 33 años, con quien se puso de novio en 2020 y con quien se casó simbólicamente el año pasado. Fue con una fiesta en el jardín de su mansión de Milán, con torta nupcial y todo.
“Perdí a mi amor”, le dijo al Corriere della Sera Fascina, bautizada “The last lady”. En los últimos meses de hospitalizaciones, ella siempre estuvo al lado de Berlusconi, a quien idolatraba.