Después de diez días de fastos cristinistas, Juntos por el Cambio volverá, con sus dilemas, a ocupar la agenda pública. Para seguir con la alternancia que se prodigan los dos espacios, no siempre por buenas razones.
Los que vienen prometen ser días muy intensos para los cambiemitas. Sobre todo, para el submarino amarillo macrista y para Horacio Rodríguez Larreta. Le esperan jornadas al jefe de gobierno porteño más movidas que las ya vividas.
Tres candidatos imperfectos en el Gran Hermano kirchnerista
Todo comenzará hoy cuando se presenten las tres encuestas encargadas para definir el postulante único porteño de Pro, entre Jorge Macri y Fernán Quirós. De confirmarse los sondeos previos, podría ser un (nuevo) momento complejo para Larreta. También, la apertura de un posible nuevo foco de tensión.
Los prolegómenos cuentan. El aún intendente de Vicente López, que tiene el patrocinio explícito de su primo Mauricio y de Patricia Bullrich, entró en esa carrera como favorito, mientras que el ministro de Salud de la ciudad, apoyado por el jefe de gobierno y Elisa Carrió, llegó como punto a esta definición. Si bien las tres encuestadoras contratadas por Pro firmaron un pacto de confidencialidad, no se auguran sorpresas, al menos, sobre quién tendría más intención de voto individual.
Sin embargo, una vez dilucidado eso, podría sobrevenir otra discusión: cuál de los dos aspirantes de Pro es mejor candidato para enfrentar al radical Martín Lousteau. Para que el proceso resulte virtuoso y pueda saldarse sin secuelas se requerirá de dosis de grandeza y visión estratégica que hasta ahora no se han destacado. El objetivo mayor al que aspira Mauricio Macri de que la ciudad siga siendo amarilla requerirá de un análisis más fino de lo que las expresiones de deseos imponen.
Tanto Bullrich como el fundador de Pro esperan que se abran los sobres, confiados en el potencial del primo Macri, con la expectativa de que el resultado de las encuestas le dé un salto cuántico a la precandidatura de la exministra de Seguridad.
Cualquiera sea el resultado, los antecedentes no auguran un tiempo de paz, a pesar de los ruegos de muchos referentes de JxC para evitar que se siga afectando la imagen de la coalición, como se viene registrando.
En las últimas semanas, la ofensiva del eje macribullrichista sobre Larreta adquirió una virulencia que puso en alerta a buena parte de los dirigentes de las fuerzas aliadas a Pro. El proceso se agravó luego de que Larreta se negara a compartir la candidatura a gobernador bonaerense de Diego Santilli, que es el candidato del espacio que más mide en las encuestas,
El clímax de la disputa llegó cuando Joaquín de la Torre (ya exprecandidato a gobernador bonaerense) expuso brutalmente lo que los dos principales referentes de ese espacio sostienen fuera de los micrófonos, pero sin mucha reserva. “Que Larreta se baje y se deje de joder”, fue la metralla que lanzó el exintendente de San Miguel.
Su disparo podría haber sido una inofensiva bala de fogueo si no fuera porque logró la réplica pública de Larreta, que pareció aumentarle el poder de daño. Hacía nada que Bullrich había terminado con las aspiraciones provinciales de De la Torre para entronizar al intendente de Lanús, Néstor Grindetti.
En busca de una rendición
El bullrichismo califica la reacción como una torpeza de su rival, pero a nadie escapa la pretensión de disimular otra realidad: el jefe de gobierno porteño no le estaba contestando a quien desde el llano más absoluto lo llamó a deponer su elevada aspiración, sino a sus referentes.
Para seguir con el pacto tácito de simulación, Rodríguez Larreta les resta relevancia a esas acciones y dice (sin ruborizarse) que no le consta que haya dirigentes con más peso que De la Torre que pidan su rendición. Sabe que el río está sonando fuerte con las piedras que arrastra en su contra, pero le conviene bajarle el volumen.
Bajo el ropaje de las buenas intenciones, en pos de preservar la marca cambiemita, Macri y sus fieles, enrolados claramente detrás de Bullrich, lanzan mensajes pacificadores, pero solo en una dirección. Al mismo tiempo que le construyen a Larreta escenarios alternativos a su pretensión presidencial. Las opciones van desde candidato a vicepresidente hasta la Jefatura de Gabinete de un eventual gobierno que empezará el 10 de diciembre próximo. Les sobra crueldad a esas proposiciones para alguien que dice que desde los cinco años quiere ser presidente de la Nación.
El jefe de gobierno porteño también es presa de la siempre intensa interna del otro gran socio de Juntos por el Cambio. Los radicales que recelan de la sociedad Gerardo Morales-Martín Lousteau, aliados de Larreta, también influyen en la áspera disputa amarilla.
Contra el eje jujeño-porteño no está solo el mendocino Alfredo Cornejo, que siempre cuestionó el liderazgo del presidente de la UCR, estuvo a punto de ser el compañero de Bullrich y ahora podría colocar en ese lugar al actual gobernador de su provincia, Rodolfo Suarez, a quien él se propone suceder, después de haberlo precedido. Trabalenguas de la política.
A pesar de que en público hace equilibrio y suele oficiar de anfitrión del alcalde porteño (como se verá otra vez en los próximos días), el gobernador correntino Gustavo Valdés se suma sin mucha discreción a los que propician para las PASO una sola fórmula cambiemita. Además, le pone nombre de mujer a quien la encabece. Todo un cambio de postura de quien hace unos meses estaba inscripto en la lista de posibles compañeros de fórmula de Rodríguez Larreta.
Los traspasos de bando (como los de algunos intendentes bonaerenses que anunciaron su adhesión a la exministra de Seguridad) o la aparición de dirigentes que se declaran partidarios del poliamor electoral y prometen fidelidad a los dos precandidatos son propicios para la instalación del operativo anticlamor contra Larreta. Bullrich encuentra terreno fértil en algunos alcaldes que no resistirían una competencia interna, como ella amenaza crearles.
“Los candidatos a intendentes del GBA (conocidos como los “sin tierra”) y los de la tercera sección están con nosotros. Eso representa más del 60% del voto provincial”, argumentan los larretistas, para contrarrestar la ofensiva.
Encuestas para todas y todos
También acá influye un amplio sector del radicalismo bonaerense, encabezado por el titular partidario Maximiliano Abad, que esgrime sondeos propios en los que la precandidata supera ampliamente al jefe de gobierno porteño. El larretismo le opone al menos tres sondeos que rebaten esos números. La guerra de las encuestas está en su apogeo.
La resolución del conflicto no asoma sencilla, ya que a la voluntad de los dos precandidatos de no ceder se suma la ausencia de elementos indiscutibles para dirimir dudas. Las encuestas son apenas un poco más fiables que un dedo humedecido para auscultar el rumbo del viento. La mayoría de los encuestadores más serios dicen que un tercio de los votantes les resultan inaccesibles. Tanto que algunas consultoras empezaron a ofrecer algún beneficio a quien acepte contestar sus preguntas.
Tampoco nadie sabe cuántos electores habilitados irán a votar en cualquiera de las tres instancias nacionales previstas para este año. Mucho menos cómo se comportarán los votantes después de las PASO, en la primera y en la más que probable segunda vuelta. Voto duro, voto castigo, voto miedo o voto susto son las opciones que deben ponderarse. Demasiado humo y niebla.
En este contexto, debería resultar inexplicable que el Frente de Todos siga en carrera, cuando a la ausencia de un postulante claramente competitivo por intención de voto le añade el lastre de un gobierno fallido, y el juego del misterio de Cristina Kirchner desde el ocaso. Solo los conflictos crecientes, las amplias diferencias internas de formas y de fondo más la crisis de liderazgo de JxC mantienen activo el pulmotor que le da sobrevida.
Salvo eventos inesperados, los próximos días de centralidad cambiemita pueden darle otra cuota de oxígeno al oficialismo, en medio de otro tour mendicante del ministro de Economía.
Juntos por el Cambio le ganó al peronismo una pulseada municipal
Sergio Massa partió este domingo a China, acompañado por una importante comitiva en la que sobresale Máximo Kirchner, a pesar de carecer de cargos institucionales que ameriten su presencia. Ambos se darán el gusto concreto y más que simbólico de estrenar el avión presidencial antes que Alberto Fernández. Alguna vez Florencio Randazzo sentenció: “Los peronistas somos hijos de la crueldad”.
El decurso de la campaña electoral y el comportamiento de la dirigencia opositora podrían ampliar el axioma a otros espacios de la política nacional. Empezó el mes de las definiciones. Y habrá ganadores y perdedores antes de llegar a las elecciones.