Carlos Kikuchi, el armador silencioso que quiere llevar a Javier Milei a la Casa Rosada

Cuando Javier Milei vio el 17% estampado en las pantallas, supo que su carrera profesional había cambiado para siempre. Corría 2021 y el tercer puesto logrado en su debut como candidato a diputado nacional porteño terminó de demostrarle que su potencial trascendía cualquier aula o estudio de televisión. Esa noche de noviembre, en medio de la algarabía de un Luna Park abarrotado, el economista cayó en la cuenta de que ya no podía retroceder: si su hasta entonces germinal deseo de llegar a la Casa Rosada en 2023 crecía, por más retórica “anticasta” que enarbolase, no le quedaría otra opción que empezar a meter los pies en el barro.

“Dejate de joder, Carlos, necesito que te sumes”. La voz de Milei sonaba ansiosa, casi hiperquinética. Del otro lado del teléfono, el destinatario de la súplica no se mostró sorprendido. Hacía tiempo que el periodista y exvocero de Domingo Cavallo, Carlos Kikuchi, esperaba ese llamado. Se había convertido en alguien de consulta para el por entonces flamante político. Al otro día, se reunieron en persona y el mensaje se clarificó: “Mirá, yo veo que estamos ganando la batalla cultural y que el liberalismo se está debatiendo en todos lados. Quiero ver si podemos seguir creciendo y si, eventualmente, podemos construir una candidatura presidencial”.

Milei y Kikuchi se habían conocido unos cuantos años antes de ese cara a cara que, a la postre, se tornaría decisivo. Como no podía ser de otra manera, su vínculo se forjó entre las cuatro paredes en un estudio. Durante un tiempo, el hoy líder de La Libertad Avanza formó parte del programa radial Cuento Chino, un ciclo conducido por quien, en la actualidad, se erige como el responsable del armado nacional de su fuerza política y una de las figuras que, a la par de su hermana Karina, más talla en su círculo de confianza.

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Licenciado en Comunicación Social por la Universidad del Salvador, Kikuchi es un viejo conocido en el mundo de los medios de comunicación. “El japonés”, como se lo conoce en el ambiente, es hijo del exdiplomático Kanji Kikuchi y de la también periodista Malú Kikuchi, cuyo nombre supo calar en la opinión pública a partir de su íntima amistad con la icónica funcionaria menemista María Julia Alsogaray. Fue justamente en la década del 90 que un joven Kikuchi, de la mano de una abultada agenda de contactos, logró hacer pie en un ecosistema en el que su madre sabía moverse como pez en el agua.

Es que antes de su incursión en la política de la mano de Cavallo, y de su participación en el surgimiento de Acción por la República, –el partido que tenía al exministro como referente–, Kikuchi estuvo a cargo de la producción de varios programas de televisión y de radio. Comenzó en la señal informativa CVN, creada en 1993, propiedad del actual dueño de Aeropuertos Argentina 2000, Eduardo Eurnekian. Allí conoció al histórico periodista Roberto Maidana, quien le ofreció expandir sus redes más allá de ese canal, lo que sentaría las bases para el que quizás haya sido su emprendimiento periodístico más exitoso: La Tapa, programa que se transmitía por el viejo ATC y donde Kikuchi solía hacer apariciones.

Pero sus nexos con el establishment rindieron sus frutos y, a finales de la década menemista, Kikuchi se asentó en Viena, donde ocupó el cargo de segundo del director general de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi), Carlos Magariños, quien luego se desempeñaría como embajador argentino en Brasil durante el gobierno de Mauricio Macri. Estuvo radicado en Austria durante dos años, de 1997 a 1999. Volvió y en el 2000 se dedicó tiempo completo a la campaña a jefe de gobierno porteño de Cavallo. Sin embargo, el salto del economista al gobierno de la Alianza los acabó por distanciar. Su retorno al periodismo resultó inevitable.

Desafío libertario

Dos décadas después de su aventura cavallista, el ofrecimiento de Milei empujó a Kikuchi a volver al ruedo de “la rosca”. A partir de enero de 2022, el libertario delegó en él gran parte de las negociaciones políticas de su espacio. Le concedió una responsabilidad fundamental: la de tejer alianzas con sellos locales en busca del aval jurídico que le permitiese a La Libertad Avanza competir a nivel nacional. Una vez logrado, a ese cometido clave se le sumaría otro aún más ambiciosa: construir estructura en las distintas provincias del país y encontrar a las figuras adecuadas, si las hubiera, para competir electoralmente en cada una de ellas. Un propósito de máxima que, a todas luces, se frustró.

Es que Milei desistió abiertamente de dar la pelea en la mayoría de los distritos, con excepciones como la provincia de Buenos Aires, La Rioja o el territorio patagónico. ¿El motivo? La imposibilidad de encontrar una síntesis entre todos los pretendientes que, a lo largo y a lo ancho del país, buscaban hablar en representación suya.

Un caso paradigmático es el de Córdoba, donde luego de varios idas y vueltas, el presidente del Partido Demócrata local, Rodolfo Eiben, no logró la bendición de Kikuchi y competirá sin apoyo oficial. “Yo tengo mis propios votantes, que obviamente serían muchísimos más con el apoyo de Javier Milei. Por alguna razón él definió no apoyar a ninguno de quienes estábamos en carrera y priorizar su propia candidatura a presidente, la cual nosotros acompañamos”, se llegó a lamentar ante LA NACION el dirigente liberal, que de todas maneras presentará su candidatura a gobernador en las elecciones cordobesas del próximo 25 de junio.

Otro hito tuvo lugar en Misiones. En la provincia mesopotámica las divisiones internas entre organizaciones libertarias impidieron cualquier tipo de consenso y la referente local de Milei, Ninfa Alvarenga, debió bajar su candidatura una vez lanzada por pedido expreso del mismísimo Kikuchi.

“Si hay algún recurso, hay que reservarlo para las nacionales. Si vos sacás muy pocos puntos, porque no pueden presentarse en todas las localidades, y no pueden hacer una buena elección, esto perjudicaría la figura de Javier”, le dijo el armador a Alvarenga, según relató la propia dirigente en una entrevista con un medio misionero.

Tensiones

Con el correr de los meses de 2022, la injerencia de Kikuchi no tardó en generar resquemores puertas adentro del universo libertario: el acercamiento con referentes de partidos tradicionales de las provincias, como el hijo del dictador tucumano Ricardo Bussi, disparó una interna a cielo abierto que, una vez iniciada, pareció no tener fin. Nada extraño en un esquema sin funcionamiento orgánico, excesivamente personalista e ideologizado.

De la mano de un bajo perfil cultivado con minuciosidad, Kikuchi fue adquiriendo el halo de un “monje negro”. Reactivo a dar notas periodísticas, el nombre del flamante armador tampoco trascendió del todo. Aunque tampoco hubo que esperar demasiado: en junio, su figura quedó en el ojo de la tormenta tras el fallido y recordado acto de Milei en la localidad bonaerense de Gerli, en el estadio del club El Porvenir.

En una noche que promedió los 7° de temperatura, el economista habló ante un puñado de espectadores, unos 4.000, en un estadio con capacidad para 14.000. Tanto el armador como Karina Milei fueron criticados por la militancia por no haber contemplado que un evento de tal magnitud en el conurbano hubiera requerido de otra logística y convocatoria.

A las pocas horas, el primero en salir a exponer públicamente a Kikuchi fue el abogado Carlos Maslatón. Lo tildó de “traidor infiltrado” y lo acusó de trabajar “al servicio de los intereses del candidato presidencial comunista Horacio ‘Sombrilla’ Larreta”. “Milei debe escuchar al pueblo o colapsará. En los últimos seis meses fue rodeado por el Eje Karina-Kikuchi, dos desequilibrados que lo están llevando al desastre”, escribió el exlegislador porteño por la UCeDé en su cuenta de la red social Twitter. Fue un episodio que alejó de manera definitiva a Maslatón del resto de los referentes del espacio, pese a que siguió considerándose a sí mismo “un puntero” de la fuerza libertaria.

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Un mes más tarde, fue el propio Ramiro Marra quien también apuntó contra el Kikuchi al acusar a su “entorno” de haber difundido la supuesta información de que estaba en Estados Unidos internado por problemas de adicciones. “Lamentablemente estoy en Texas junto a mi padre que tuvo un infarto y está entubado hace 12 días en terapia intensiva. Me banqué muchas, pero esta no”, tuiteó el legislador y actual candidato a jefe de gobierno porteño de Milei, aunque después aclaró que no estaba “interesado” en “hacer pública ninguna clase de interna”.

En el marco de todo ese ruido, comenzaron a circular las versiones de que, por supuesta decisión de Kikuchi y de Karina Milei, había gente que estaba siendo corrida del “movimiento”. Algunos sectores acusaron al armador de haber roto adrede con el partido Libertario, una de las fuerzas que motorizó la candidatura de Milei en la ciudad de Buenos Aires en 2021. Eran los mismos que argumentaban que La Libertad Avanza se debía estructurar sobre la base de un “partido rector”, como lo fuera el Pro para Macri en su proyecto presidencial.

Sin embargo, a un año de aquellas turbulencias, nada distrajo a Kikuchi de su objetivo. Hoy, a sus 60 años, el tiempo transcurrido parece haberle otorgado la templanza necesaria para no devolver los dardos envenenados que le llegan casi a diario. Su estrecha relación con Karina Milei, a quien recién conoció cuando se incorporó al espacio, lo blindan de cualquier amenaza. Y aunque no se asuma como estratega de la campaña, el exvocero de Cavallo sabe que su lugar en el tablero libertario es más que gravitante. Restan pocos meses para conocer el desenlace de esa peripecia.

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