Pactos, charlas y temores: el ascenso de Javier Milei anticipa un escenario único en la Argentina

Patricia Bullrich y Javier Milei empezaron con el pie izquierdo, pero encauzaron su relación hasta el punto de convertirla en un bien preciado para la política. De esa confianza recíproca surgió un acuerdo tácito entre ambos. Si uno llega a la Presidencia, el otro acompañará con sus legisladores en el Congreso. Bullrich y Milei chocan en un punto: ambos creen que ganarán las próximas elecciones.

El sorprendente ascenso en las encuestas del economista libertario ya le da forma a la Argentina de 2024, más allá de cuál sea el resultado electoral en octubre próximo. Toda la oposición está de acuerdo en eso. El efecto Milei le bajará el costo a la política, pero no necesariamente por el ajuste del gasto público, como imagina el titular de La Libertad Avanza.

El mismo movimiento, además, abrirá en el próximo período presidencial una agenda que hasta ahora estuvo sepultada bajo los sedimentos del kirchnerismo y del sindicalismo peronista. Es un conjunto de ideas sobre las cuales la política tiene miedo de hablar, pero quedan expuestas por el resurgimiento liberal en diversos espacios.

Las decisiones en el Congreso se destraban con plata, incluso cuando se hacen dentro de los límites que impone la legalidad. Al momento de discutir una ley, suelen darse discusiones que involucran asistencia económica o la realización de obras en provincias que representan diputados o senadores opositores. Lo sufrió Mauricio Macri, quién llegó al poder con legisladores insuficientes y debió abrir el presupuesto público para conseguir apoyos sin entusiasmo.

La irrupción de Milei cambia el escenario, siempre que su expectativa se pueda refrendar en las urnas. Es decir, más allá de que gane o pierda, pero reciba un apoyo importante. Un ejemplo: un sondeo reciente y reservado le adjudica una futura bancada cercana a los 30 diputados en el mejor de los casos. Es un número muy lejano en comparación con lo que se necesita para pisar fuerte en el Congreso. Si gana la Presidencia, debería construir una mayoría prestada de carácter incierto con Juntos por el Cambio.

Los diputados de Milei, sin embargo, se tornarán valiosos para la conformación de la futura Argentina, incluso tras una derrota. En 2015, Macri debió discutir con el peronismo, que tenía gobernaciones. Pero quienes vayan con el libertario, solo llegarán a la Cámara Baja con sus ideas. ¿Qué puede pedir a cambio de un voto alguien que no tiene territorio?

Quienes hacen sondeos de opinión serios sostienen que, en este panorama, esos pronósticos son imprecisos. Con esa salvedad, adjudican un techo de 100 diputados para el Frente de Todos y hasta 115 para Juntos por el Cambio, ambos en retroceso a favor de la fuerza de Milei. Algo similar pasaría en el Senado.

Si esas proyecciones se concretan, el Congreso de 2024 le permitiría a la fuerza de Macri, Bullrich y Rodríguez Larreta -o incluso a Milei- aprobar leyes sin el peronismo. Es un escenario único para avanzar en los temas más polémicos que afectan a la estructura de la economía argentina.

Bullrich se entusiasma con la idea de que haya una coincidencia programática sobre las decisiones que se tomarán a partir del próximo gobierno. Ya hizo una lista mental, según pudo reconstruir LA NACION: Milei no acompañará una eventual gestión suya en algunos ítems relacionados con el manejo del Banco Central, pero sí en materia de desregulación y cualquier otra ley que active al sector privado.

Incluso en el caso de la entidad monetaria, que el libertario quiere eliminar, podría haber algunos puntos de encuentro. En la semana que acaba de terminar, el equipo económico de Bullrich, coordinado por Luciano Laspina, avanzaba en la redacción final de la reforma de la carta orgánica del Banco Central. Tiene cuatro puntos sobresalientes: su presidente tendrá acuerdo tácito del Senado después de un período determinado, para dotarlo de independencia; se eliminarán los adelantos transitorios al Tesoro (una de las principales fuentes de emisión monetaria, de la que la administración Fernández hace uso en extremo); se limitará la posibilidad de aplicar cepos al dólar, y se establecerá un nuevo objetivo que priorice la estabilidad cambiaria y financiera por encima de cualquier otra cosa.

Horacio Rodríguez Larreta está mucho más negado a todo lo que rodea a Milei. Es un vínculo lleno de desconfianzas recíprocas. Una de las espadas del jefe de Gobierno porteño lo expresó de manera cruda: hasta qué punto, se preguntó, se podrá confiar en la conducta que tengan los legisladores del libertario en el Congreso.

Se sabe que Milei tiene dificultades para ocupar todos los casilleros de las listas. El temor, difícil de decir en público, es que esos espacios se llenen con oportunistas que luego tengan un comportamiento imprevisible a la hora de votar leyes fundamentales.

Es una preocupación compartida a ambos lados de las candidaturas de Juntos por el Cambio. De hecho, la propia Bullrich le aconsejó a Milei que tuviese cuidado en la selección de los integrantes de sus listas para no tener luego sorpresas en el Congreso.

Al momento de implementar reformas estructurales que apunten a cambiar la economía argentina, desde el larretismo confían más en tener un bloque propio sólido construido a partir de un buen resultado en la primera vuelta o, en segundo término, convivir con un peronismo republicano vencido que acepte los cambios. Pese a eso, le reconocen a Milei un aporte positivo a la conversación pública.

Un exministro lo puso en estos términos: es difícil que prenda en el Congreso lo que no se debatió en televisión. Antes de Milei, era complicado instalar discusiones masivas y duraderas sobre el costo de la política o el gasto que representan para el Estado las pérdidas de Aerolíneas Argentinas y otras empresas públicas. Para los principales asesores de Rodríguez Larreta, ambos competidores tienen algunas ideas parientes que quieren aplicar con metodologías distintas.

Quizá la solución intermedia esté en la mirada de María Eugenia Vidal. La exgobernadora bonaerense cree que el libertario es parte de la realidad y habrá que convivir con él. Es una aproximación apropiada para avanzar en temas que, a su manera, tanto Juntos por el Cambio como La Libertad Avanza intentan colar en la conversación pública: déficit cero, reforma laboral, dónde bajar impuestos, racionalidad en la gestión del Banco Central, mayor independencia de la entidad monetaria y reducción o eliminación del cepo a la compra de dólares.

Las facilidades legislativas que imagina la oposición serían, en la misma proporción, dificultades para el actual oficialismo en el hipotético caso de que alguna expresión del Frente de Todos vuelva a conseguir la Presidencia. Según los pronósticos de diversos analistas políticos, el próximo Congreso será menos proclive a convalidar normas que profundicen la intervención del Estado en la vida de las personas.

Más allá de la pirotecnia cruzada debido a que todos compiten por las mismas sillas, los puentes que unen a Juntos por el Cambio con Milei están hechos de relaciones entrecruzadas por distintas personas e ideas.

Patricia Bullrich dijo dos semanas atrás en una reunión cerrada que en una eventual gestión presidencial deberá ir desde 1989 hasta 1991 en seis meses. Es una idea tentadora para el libertario, que tiene entre uno de sus mayores referentes a Domingo Cavallo, personaje sobresaliente de aquella época.

Colaboradores de la expresidenta del PRO están buscando un edificio para juntar a todo su equipo tras las PASO, si los resultados la acompañan. Solo podrían ingresar allí quienes acepten una condición: los futuros ministerios, secretarías y direcciones tendrán el año próximo menos que ahora para gastar. Lo llama consistencia, en oposición a ciertas decisiones que se tomaron al principio del gobierno de Macri, como la reparación histórica de las jubilaciones, y le valieron una discusión cara a cara con el asesor Mario Quintana. Milei jamás se opondría a eso, de la misma manera que Bullrich apoyaría esos conceptos, si le tocara acompañar.

Alrededor del propio Mauricio Macri gira quizá la mayor red de relaciones conceptuales en la oposición. Milei rescata al expresidente por encima de otros dirigentes de Juntos por el Cambio, y el propio Macri fue elogioso con el libertario, al punto de fastidiar a Elisa Carrió, a los radicales y al propio jefe de Gobierno porteño.

Federico Sturzenegger, expresidente del Banco Central, fue uno de los maestros de Macri en temas económicos. Desde 2017 tiene vínculo con Milei al calor de un pronóstico fallido: el libertario había anticipado una hiperinflación que no se concretó, según él mismo, por la gestión de Sturzenegger. Este último, cuestionado desde casi todos los flancos en el gobierno anterior, encontró en esas palabras el principio de una relación amable.

Sturzenegger trabaja en secreto para Bullrich. Cansado de la macroeconomía, se entregó a la tarea titánica de revisar toda la legislación argentina para entregarle a la precandidata presidencial una hoja de ruta en el camino de la eliminación de centenares de restricciones a la actividad privada.

A eso estaba dedicado en la tarde del último 18 de mayo, mientras esperaba un avión que lo llevara desde Buenos Aires a San Pablo. Allí estuvo el martes pasado por invitación de Roberto de Oliveira Campos, presidente del Banco Central de Brasil, que convocó a diversos banqueros de la región a un seminario para defender la autonomía de la entidad monetaria frente a lo que considera un avance de Lula. Es decir, una agenda que coincide con la de Bullrich, Larreta, Macri y diversos exponentes del radicalismo, entre los que está, por ejemplo, Martín Tetaz.

El parentesco conceptual llega hasta los años tiernos. Cavallo, ídolo de Milei -lo describe como un genio- fue quien le redactó a Sturzenegger la carta de recomendación para que estudiara en Estados Unidos. También lo sumó a su equipo cuando Cavallo volvió a ser ministro en 2001, durante el último año de la Alianza. Tienen matices: el libertario va por la dolarización, el exministro, por la convertibilidad y el exjefe del Banco Central, por la flotación cambiaria.

En cualquier caso, Cavallo, que eligió mantenerse relativamente alejado de la campaña argentina, cree que si el resultado de la elección no favorece al Frente de Todos, Juntos por el Cambio y Milei estarán obligados a colaborar.

El libertario se apoya hoy en los economistas del CEMA (acaba de anunciar que Roque Fernández y Carlos Rodríguez, ambos funcionarios de Economía en el segundo mandato de Carlos Menem, serán sus principales asesores en la materia), pero no le van a alcanzar para conformar un equipo. De esa manera, según el pensamiento que transmitió el exministro, debería importar técnicos de los equipos que ya están trabajando. Y, en caso de quedar en el camino, no podría negarse a apoyar legislativamente iniciativas que considere positivas.

El futuro trabajo legislativo tiene como antesala lo que ocurrió en los últimos dos años. Milei forma parte del Congreso desde 2021. Si bien rechaza la figura de María Eugenia Vidal, tiene buena relación con algunas de sus terminales. El caso que sobresale es el de Cristian Ritondo, presidente del PRO en Diputados, cuya referencia más cercana es la exgobernadora.

La relación entre Milei y Ritondo creció en la discusión legislativa. Se avisaban qué iban a votar, se veían en sus despachos y conversaban en los pasillos. El último ya le sugirió en el pasado al libertario su idea de hacer un acuerdo legislativo que abarque temas como una reforma laboral, el futuro del sistema jubilatorio y la carga de impuestos.

Si bien es improbable que Milei se autolimite a las pautas de un pacto, los conceptos están sobre la mesa. Ritondo, además, puede ocupar un lugar clave en el futuro: tras el fallido intento para quedar en la competencia por la gobernación de la provincia de Buenos Aires, varios lo ven el año próximo en la presidencia de la Cámara Baja. El resultado electoral terminará de escribir esta historia.

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