En el ocaso del martes, apenas terminado el Congreso del Partido Justicialista (PJ), en el club Ferrocarril Oeste, Cristina Kirchner reafirmó su centralidad con la difusión de la carta en la que reiteró que no será candidata en las próximas elecciones. Como contrapartida de eso, Alberto Fernández volvió a quedar desdibujado en la interna partidaria, en la que se produjo la designación del gobernador formoseño, Gildo Insfrán, como el dueño de la lapicera que firmará alianzas de cara a las próximas elecciones y él no obtuvo ningún lugar pese a que parte de su entorno había trabajado para eso.
De corte instrumental el Congreso es una instancia que no arroja definiciones sobre nombres y candidaturas, pero que elige a quienes discutirán el armado del frente electoral y condiciones para las PASO. Por eso el corrimiento de Fernández de la escena terminó siendo una nueva señal de su desplazamiento de la discusión electoral, en especial desde que renunció a la posibilidad de ir por la reelección en abril pasado.
El primer llamado para el Congreso era a las 14, el segundo a las 16, pero terminó empezando cerca de las 17:30. Entre esas horas en un apartado hubo conversaciones entre hombres del PJ, como Juan Manzur, y de las filas de Fernández como Santiago Cafiero, Juan Manuel Olmos y Agustín Rossi con el ministro del Interior y hombre fuerte de La Cámpora, Eduardo “Wado” de Pedro, quienes ya habían dialogado en los días previos. Desde las filas de Fernández incluso se buscaba la posibilidad de que las autoridades estuvieran en un formato colegiado algo que es habitual, a diferencia de lo que terminó siendo. La idea no logró permear por la negativa de los demás, en especial de los gobernadores. En las conversaciones estuvieron también entre otros Axel Kicillof, Sergio Ziliotto, Rául Jalil, Alicia Kirchner, Ricardo Quintela e Insfrán.
Mientras eso comenzaba a suceder, desde las filas de Fernández trascendía que el mandatario iría hasta la sede del club Ferrocarril Oeste y se barajaba que sería entre las 17 y las 18. Posibilidad que se alimentó con la avanzada de Ceremonial y Seguridad presidencial que llegó al predio al comienzo de la tarde.
En un drástico giro, cerca suyo afirmaban, cuando ya estaba todo dado para el comienzo del encuentro, que “nunca estuvo previsto que fuera” y que el mandatario estaba “trabajando en temas relacionados con la gestión y la economía”. En las horas posteriores insistirían en que la presencia de personal de seguridad y ceremonial “fue por una cuestión protocolar, porque si existe aunque sea una remota posibilidad de que el presidente vaya, tienen que haber ido previamente, pero no fue este el caso”, aseguraban.
Según pudo reconstruir LA NACION lo que pasó entre uno y otro escenario fue la decisión mayoritaria de que el mandatario no fuera incluido en ningún cargo. “Hubo unanimidad, pedidos de todo para que esto no sucediera, empezando por los gobernadores, que es uno de los lugares que Alberto más enemigos tiene, como de los intendentes, todo el peronismo estaba de acuerdo en eso”, definió un kirchnerista. “Dejó tantos heridos en el peronismo que no alcanzan las camillas”, completó.
“Lo propusieron y Alberto tenía ganas, pero no pasó”, desplegó un hombre del ala dura. “Él es el presidente, nunca se barajó la posibilidad de que fuera autoridad, es un cargo menor para un presidente”, contrarrestaban en las filas de Fernández en busca de apaciguar las heridas. La vehemencia de la desmentida sonaba como una voz casi solitaria frente a todas las otras.
Así la figura de Insfrán quedó como la única que no tuvo objeciones y detrás suyo quedó la titular de Anses, Fernanda Raverta, como vicepresidenta. “Cristina-Cristina”, resumió entre risas un histórico dirigente justicialista tras el encuentro que reunió a 498 congresales.
Designado por unanimidad y considerado como “una vaca sagrada” por el kirchnerismo, Insfrán se refirió a sí mismo durante el discurso en el Congreso sosteniendo: “Esta persona va a hacer la mejor alianza para que el peronismo siga siendo gobierno”.