ROMA.- El hombre que causó anoche minutos de gran tensión en el Vaticano, al lograr con su auto forzar los controles y llegar hasta el Patio de San Dámaso, donde fue reducido y detenido por gendarmes, fue internado este viernes en un hospital romano debido a su grave alteración psicofísica. Tal como informó LA NACION, el sujeto, que pasó la noche en una celda de la gendarmería del Vaticano, clamaba haber visto al maligno y gritaba que quería ver al Papa.
“Esta tarde, tras finalizar el interrogatorio de parte del magistrado del Vaticano ante la presencia de un abogado de confianza y tras constatar sus condiciones, el conductor del auto que ingresó anoche ilícitamente al Vaticano fue llevado al departamento psiquiátrico del Hospital Santo Espíritu in Sassia para un tratamiento sanitario obligatorio”, informó la Sala de Prensa del Vaticano, en un comunicado.
El sujeto, un italiano de 45 años identificado como S.B., según medios italianos, era alguien conocido por las fuerzas del orden debido a sus antecedentes por droga. Como informó anoche el Vaticano y reconstruyeron medios locales, fue a las 20 locales de ayer que, a bordo de una Fiat Panda blanco, S.B. llegó a la Puerta de Santa Ana –uno de los ingresos del Estado más pequeño del mundo-, frente al que suelen pasar miles de turistas que se dirigen a los Museos Vaticanos.
Allí, después de que guardias suizos le negaran el acceso al no tener ningún tipo de autorización, el hombre hizo marcha atrás pero, a gran velocidad, volvió a acelerar e irrumpió en el Vaticano, forzando dos controles. En ese momento un guardia disparó con su pistola un tiro contra los neumáticos, golpeando el paragolpes, sin lograr detener la carrera del hombre. Se activó enseguida un código de alarma por el cual se cerró el denominado Portón della Zecca, para que el sujeto no pudiera acceder ni a los Jardines del Vaticano, ni a la parte trasera de la Basílica de San Pedro y, sobre todo, a la residencia de Santa Marta, donde vive el papa Francisco.
Con esos accesos cortados, S.B. sólo logró llegar al famoso Patio de San Dámaso, una zona especialmente sensible porque desde allí se accede al Palacio Apostólico, donde fue reducido y detenido por gendarmes. Luego de ser visitado por médicos del Vaticano que certificaron su grave alteración psicofísica, el sujeto fue detenido y pasó la noche en un calabozo.
Aunque, finalmente, sólo fue un susto y no se trató de ningún atentado terrorista, como se temió, el episodio causó shock en el Vaticano, según pudo saber LA NACION. La irrupción, en efecto, dejó a la vista una gravísima falla de seguridad. Tanto es así que, según trascendió, ya se están analizando medidas ulteriores para reforzar la protección de los accesos con dispositivos especiales.
Si bien en los últimos años hubo antecedentes de personas, también alteradas psíquicamente, que, a bordo de sus vehículos, irrumpieron en el la Plaza San Pedro –sucedió el año pasado y en 2018-, nunca antes alguien había logrado llegar hasta el Patio de San Dámaso, puerta de acceso al Palacio Apostólico, donde se encuentran las oficinas de la Secretaría de Estado, donde viven algunos altos funcionarios de la Curia Romana y donde todos los días el Papa recibe en audiencia a prelados, jefes de Estado y de Gobierno, delegaciones y demás.
Tampoco se recuerda que haya habido necesidad de disparar tiros en el Vaticano en tiempos recientes. La última vez que los hubo fue durante el pontificado de Juan Pablo II, cuando ocurrió la denominada masacre de la Guardia Suiza, el 4 de mayo de 1998. Entonces, poco después de las nueve de la noche, en el apartamento del nuevo comandante de la Guardia Suiza nombrado esa misma mañana, aparecieron tres muertos encharcados en sangre: el comandante Alois Estermann, su mujer Gladys Meza y el vicecabo Cédric Tornay. Aunque la versión oficial habló de un “rapto de locura” de este último, nunca se supo bien qué pasó.