A esta altura, la economía argentina tiene todas las características de una telenovela turca. Nadie duda de cuál será su desenlace, pero cada día presenta una vuelta de tuerca que la hace más atrapante y, por qué no, también más incomprensible. Ya en muchos aspectos, la Argentina ha terminado con todos los manuales de la lógica.
“Hace algunos días hicimos un evento con 15 empresarios grandes –confió un banquero de primera línea–. Al final, hicimos una encuesta. Todos descontaban una devaluación antes de las elecciones PASO; un tercio respondió que esperaba que fuera un salto cambiario ordenado, con un adelanto de divisas del FMI; dos tercios respondieron que esperaban que fuera algo desordenado, forzado por el mercado”.
La sensación de que se aceleran los tiempos está dada por el cálculo cada vez más fino que los economistas hacen de las reservas netas del Banco Central (BCRA). Pero además, por las medidas que en paralelo surgen del Gobierno y que demuestran que, ante la dilación de un nuevo salvataje del Fondo Monetario, la administración de una escasez de divisas es cada vez más evidente. Los permisos de importación que hasta hace algunos días salían a 180 días, a partir de esta semana comenzaron a extenderse hasta 360 días.
Los bancos con excedente de pesos hacen lo imposible por cubrirse y se desesperan por cualquier activo dolarizado. Así es que el mercado argentino está lleno de anomalías: para una empresa argentina que genera dólares hoy es más barato financiarse localmente que en el exterior; incluso pueden conseguir menores tasas que las que consigue el Tesoro de Estados Unidos, considerado tal vez uno de los acreedores más seguros del mundo. Arcor, por caso, acaba de recibir ofertas por hasta US$132 millones –cuando sólo necesitaba US$77 millones– por un bono en dólares a 30 meses, con un cupón del 3,5 por ciento.
Para una empresa de primera línea que genera dólares también es gratis financiarse en pesos en el mercado local. Petroquímica Comodoro Rivadavia emitió un título la semana pasada a una tasa negativa del 8%, mientras que los bonos que vencen en 2025 de empresas como Compañía General de Combustibles se negocian en el secundario al -9,5 por ciento. En mercados en crisis, con reglas poco claras, sólo sacan ventaja los más fuertes o los que tienen información privilegiada.
Con una inflación que se acerca en mayo a los dos dígitos –la discusión entre los consultores privados es si se ubicará 9,5% o si alcanzará el 10,2%–, la esperanza de estabilidad del Gobierno para los próximos meses reside –como todos ya saben– en un adelanto de dólares por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI). El mismo FMI al que la vicepresidenta, Cristina Kirchner, no pierde oportunidad en criticar, y ante el cual el equipo económico no deja de incumplir promesas.
Ya la administración de Alberto Fernández no sólo incumplió las metas de reservas y la fiscal, sino que esta semana terminó por confirmar que cuando se realice la revisión del FMI, en junio próximo, tampoco habrá cumplido la otra meta relevante del acuerdo, que es la que apunta a la emisión monetaria. Según datos del BCRA, en el último mes, la maquinita de pesos se encendió con fuerza: sumó $440.000 millones y llevó a $670.000 millones el acumulado del año. El acuerdo firmado con el FMI preveía un tope de emisión de $372.800 millones a fin de junio, y un acumulado de $651.400 millones para septiembre. Nada queda de aquel Sergio Massa que en diciembre pasado se jactaba de sobrecumplir los pedidos del Fondo.
No por nada para los burócratas del FMI el caso argentino se ha transformado en un dolor de cabeza. Si bien hay un mandato del board –de los accionistas– de ayudar a la Argentina, es una quimera pensar que el organismo ofrecerá un adelanto de divisas sin contraprestación alguna. “El chileno –por Rodrigo Valdes, el nuevo director del departamento del Hemisferio Occidental del FMI– es duro, mucho más duro que su antecesor”, se limitó a reconocer una fuente del equipo de Massa. “Es altamente probable el front loading [por el adelanto de dinero]. La discusión hoy pasa por si esos dólares se van a poder usar libremente para intervenir en el mercado cambiario o no. En ese punto hay diferencias”, admitió.
En el mundo diplomático son bastante más frontales. “Hay una discrepancia fuerte entre los esfuerzos que le piden hacer a la Argentina y los que está dispuesto a hacer el Gobierno”, apuntó una fuente, con la condición de no ser identificada. “El Fondo está en una trampa, si no interviene manda al país al caos, pero si lo hace de una forma demasiado blanda también puede ser leído como que está jugando políticamente a favor de un partido”, reconoció. Más allá de las internas del Frente de Todos, Massa es desde el primer día antes que nada candidato, luego ministro.
Las negociaciones entre los funcionarios del equipo de Massa y el staff del FMI continúan por zoom, pero se espera que la semana próxima viajen a Washington el viceministro, Gabriel Rubinstein, y el jefe de Asesores, Leonardo Madcur. La visita de Massa recién se haría una vez que esté sellado el acuerdo. Para eso, estiman quienes siguen de cerca las conversaciones, faltan algunas semanas más. En el medio, Massa tiene previsto viajar a China. La Argentina espera que el gigante asiático le aporte en el mejor de los casos otros US$3000 millones de libre disponibilidad, para poder utilizarlos en el mercado de cambios. “No sería la mejor señal que Massa pase por Washington en una escala a China”, ironizó una fuente de la diplomacia norteamericana.
Ayer, por primera vez en semanas, el BCRA dejó de intervenir en los tipos de cambio financieros, lo que llevó a que el dólar MEP trepara 6,6% en una sola rueda, a $473,5, mientras que el “contado con liqui” avanzó 2,5% a $495,8. En Economía afirmaron que la movida no respondió a un pedido del FMI, sino que tuvo por objeto penalizar a aquellos inversores que se aprovechaban de la intervención del BCRA para comprar dólar baratos y luego venderlos haciéndose una diferencia. La realidad también es que la intervención del BCRA en este mercado le estaba costando caro a sus reservas: según el economista Amilcar Collante, entre el 5 y el 12 de este mes, las reservas brutas cayeron en US$542 millones; US$328 millones se usaron simplemente para intervenir en los dólares financieros.
A medida que se acerca la fecha de la PASO, los números se complican cada vez más. En los bancos ya se preparan a una mayor presión por el lado de los depositantes de dólares. La acumulación de dólares billete en los tesoros es récord. Nadie ve que puedan repetirse escenas como las del año 2001.
Entre los empresarios, no obstante, hay una pregunta que surge cada vez más seguido en los encuentros que mantienen con los precandidatos presidenciales. ¿Cómo harán para contener los desbordes en la calle ante el deterioro de la situación social y económica? Aquí las respuestas no pasan por sellar acuerdos con la CGT, como parece haber adelantado el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, el único referente de la oposición que no fue apuntado por el comunicado difundido por la central obrera ayer (en el que sí disparan en contra de Patricia Bullrich, Javier Milei y José Luis Espert). Las dudas están sobre todo en la gestión de los movimientos sociales, hoy mucho más poderosos en presupuesto y en número.
También el fenómeno Milei provoca entre los empresarios una especial fascinación, aunque para muchos representa el temor a lo desconocido. Por lo pronto, para las multinacionales acercarse al candidato de la Libertad Avanza está vedado por las áreas de compliance. Milei no suele acceder a dar charlas cuando no hay una contraprestación económica. Su participación esta semana en el Círculo Argentino en el Yacht Club Puerto Madero se habría confirmado sólo luego de que diez de sus miembros accedieran a colaborar con un ticket de US$3000 cada uno. Las charlas rentadas con candidatos, otro negocio más que florece en este contexto de crisis.
A medida que se acerca la PASO, sin embargo, cerca de Milei empiezan a ver la necesidad de acercar nombres que puedan compensar la figura rupturista del candidato. Hay quienes aseguran que además de Victoria Villarruel, en el lugar de vice, Milei está intentando convocar a una serie de economistas que puedan corporeizar sus ideas y convencer al establishment. Además de Carlos Rodriguez y del exministro menemista Roque Fernández, en las últimas semanas algunos intentaron convencer también a Guillermo Calvo, probablemente uno de los economistas argentinos más respetados en el exterior. “Milei busca parecerse cada vez más a Menem –bromeó un empresario–. Mete miedo, tiene patillas pero se rodea de economistas de buen nombre. Por ahora, es el primero en disfrutar de la revolución productiva.