No hay chances que la emisión de Duro de Domar con la presencia estelar de Cristina Kirchner haga honor a su nombre. La única habilitada para hacer chasquear el látigo contra los “poderes fácticos” es la vicepresidenta de la Nación, amiga de la casa, C5N, la primera señal en donde se animó a aparecer luego de las cadenas nacionales a repetición que protagonizó durante sus dos gobiernos (2007-2015).
Como el Grupo Indalo, propietario de esa señal, absorbió en su momento PPT, la productora de Diego Gvirtz, no solo se quedó con sus archivos sino también con la idea y nombre de sus más célebres programas.
En sus inicios, en 2001, el programa se llamó Indomables y lo condujeron sucesivamente Lucho Avilés y Mauro Viale, pero con el tiempo se fue transformando en un magazine paródico de actualidad que Roberto Pettinato supo llevar a su máximo esplendor, con el plus de sus muy rendidores stand up, aunque también lo condujeron Daniel Tognetti y más fugazmente Fabio Alberti.
El regreso de DDD, tras ocho años de ausencia de las pantallas, coincide con una de las estrategias que últimamente C5N viene probando con buenos resultados: aggiornar un tanto su prédica militante con contenidos algo más blandos.
En sus etapas anteriores, en distintos canales (América, El Trece y Canal 9) supo ser el típico ciclo de panel, con sesgo humorístico, con un sonidista muy afilado para refrendar o cuestionar lo que se dijera en el piso con todo tipo de ruidos y onomatopeyas, buscando reforzar los efectos graciosos, más editores muy duchos y habilidosos en el arte de entremezclar materiales de archivo para armar informes cliperos, por lo general letales hacia todo aquello que se opusiera al kirchnerismo, rematados en off con una locución burlona.
En la actual versión, aunque varios de aquellos recursos se conservan, no hay informes, pero sí algún móvil con Diego Costa. El interés se concentra en el piso y la política es el tema excluyente.
El conductor y los panelistas
Pablo Duggan, un periodista que ha mutado ideológicamente en forma sensible en los últimos años, está lejos del showman que encarnaba Pettinato. De hecho, inmediatamente antes de DDD conducía el monocorde Desafío 2023, desde donde incendiaba a la oposición y justificaba, o dejaba pasar, las negatividades del gobierno actual, desde un más clásico formato de programa de debate, con panelistas e invitados.
Desde el 27 de febrero último, fecha en la que arrancó la presente temporada del redivivo Duro de Domar largó la corbata y bajo el saco luce más informales remeras. De los panelistas históricos recuperaron a Mariano Hamilton y a Carla Czudnowsky, y del viejo 678 trajeron, con voz cantante, a Cynthia García. Se lo ve por allí también al indescriptible Carlos Maslaton, Mariela Anchipi (“la Chipy”, mujer de Dady Brieva y coach y participante de las versiones danzantes del programa de Marcelo Tinelli) y María Fernanda Callejón, con apariciones rotativas de Julia Mengolini y Nancy Pazos e irrupciones de tuiteros con sesgo, como Rinconet y Rayo Virtual.
Con una puesta más atractiva y cámaras dinámicas, el debate que se suscita está más cerca del formato de Polémica en el bar o el viejo Polémica en el fútbol, con licencias para apasionarse con voces que se elevan y se superponen al mismo tiempo (tal como sucedía en Intratables).
Dada la manifiesta adhesión al “proyecto nacional y popular” que expresan el conductor y los panelistas, no es difícil deducir que ese esquema vociferante quedará de lado por esta noche, básicamente por dos razones: 1) la ya mencionada admiración, rayana en el cholulismo que los presentes tendrán hacia la invitada con una escucha atenta y respetuosa y 2) porque, tal cual, la caracteriza, Cristina Kirchner, más allá de tener que contestar preguntas amistosas, tenderá al consabido monólogo que prevalece en sus alocuciones.