En vísperas de la Navidad de 1991, la italiana Miriam Visintín, de 26 años, tuvo un tremendo accidente automovilístico mientras conducía su Fiat Panda por la localidad de Mussolente, en la provincia de Vicenza, en el norte de Italia. Como resultado de ello, la mujer entró en coma, y se mantuvo ese estado durante 31 años hasta el pasado jueves, cuando una afección pulmonar le provocó la muerte.
Poco tiempo antes de este trágico accidente, en junio de 1990, Miriam se había casado con Ángelo Farina. En la ceremonia, como es habitual, ambos se prometieron amor eterno, algo que el hombre supo cumplir a rajatabla. Es que, durante estas tres décadas de dolor, él siempre permaneció al lado de su esposa, en una demostración de afecto y compañerismo que conmueve a toda Italia.
“Estoy bien, ahora me siento ligero, porque sé que Miriam finalmente dejó de sufrir. Estos últimos 40 días fueron terribles: primero un derrame pleural, luego una serie de complicaciones y hasta dos paros cardíacos”, dijo Farina al diario italiano La República.
Según consigna este medio, el esposo de Miriam concurrió todos los días a visitarla a la residencia de ancianos donde se encontraba, con la excepción de los dos años en que se impusieron restricciones por la pandemia de coronavirus. De este modo, el hombre se aseguró que su mujer nunca estuviera sola. “Si volviera a ocurrir lo mismo, lo haría todo de nuevo”, señaló el esposo de Miriam, a pocas horas de que se realice el funeral de su amada.
Miriam entró en coma el 24 de diciembre de 1991 cuando se dirigía en su vehículo al trabajo y perdió el control del automóvil al deslizarse en una superficie congelada e impactar contra un poste. “Los médicos dijeron que no llegaría a la noche y en cambio ella había logrado sobrevivir -explicó Farina-. Después de tres meses le quitaron el respirador, porque se las arreglaba sola. Pero terminó en un estado que la medicina define como coma apálico. Después del accidente, su cerebro estaba comprometido en un 95%”.
En esa condición ella estuvo alojada en los primeros tiempos en la residencia de ancianos La Madonnina, luego en el Instituto Casa Sturm y finalmente, dos meses antes de su muerte, cuando se iniciaron las complicaciones pulmonares, fue llevada al hospital San Bassiano, donde falleció.
“Era una niña hermosa y especial”
“Decidí quedarme allí junto a ella, para siempre, hasta el último de sus días, ella siguió siendo mi esposa”, aseguró Farina, que luego contó lo que le pasó al enterarse del accidente: “Tenía mucha rabia adentro. Era una niña hermosa, buena y especial que no debería haber terminado así”.
El hombre contó el detalle de su acompañamiento a Miriam, a quien visitaba a la hora del almuerzo, por lo menos durante 15 minutos. Y luego también, a veces iba a verla antes de la cena, y se quedaba un poco más de tiempo. “Hablaba con ella, le contaba los acontecimientos del día”, contó el hombre a La República.
El hombre aseguró también que, pese a que los médicos decían que no había actividad cerebral, él notaba un pequeño gesto en el rostro de Miriam cuando entraba a la habitación y hasta a veces había visto una lágrima rodar por su mejilla.
Ángelo contó también que dos hermanas de Miriam y la madre le hacían compañía a la paciente. Y que él volvió a rehacer su vida con una mujer que, según él, “supo estar a mi lado con delicadeza, sin oponerse nunca a nada que se refiriera a Miriam”.
Finalmente, el hombre aseguró que recuerda perfectamente el día en que ocurrió el accidente. “¿Cómo podría olvidarlo? Era Nochebuena. Ese día nuestras vidas cambiaron para siempre”.