Una luz amarilla de alerta se encendió en la botonera de la dirigencia de Juntos por el Cambio: la marca de la coalición –más allá de los candidatos- evidenció una fuerte caída en los últimos meses y si bien todavía lidera las opiniones, ya perdió la cómoda ventaja de otros tiempos. Si bien el derrumbe puede explicarse, en parte, a la irrupción del liberal Javier Milei, los encuestadores y los propios dirigentes opositores atribuyen el fenómeno a las peleas internas dentro del espacio, que desdibujan los liderazgos y las propuestas de salida de la crisis.
Las alarmas obligaron a que la semana pasada Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, los dos púgiles que pelean por la candidatura presidencial de Pro, enviaran hacia afuera señales de distensión. Sin embargo, puertas adentro la lucha sigue sin cuartel. Ante el peligro cierto de que Juntos por el Cambio pierda mayor competitividad camino a las primarias de agosto, algunos importantes referentes del espacio comenzaron a operar en las sombras para convencer a Bullrich y a Larreta de la necesidad de encapsular la pelea por la presidencia y avanzar, mientras tanto, en un ordenamiento del resto de las candidaturas, sobre todo las de Buenos Aires.
La falta de una estrategia común tiene su correlato en los resultados y en el armado en el interior del país. De las ocho elecciones provinciales que hubo, la oposición ganó solamente en Jujuy, donde manda la UCR. Incluso, la cosecha en el resto de los distritos cayó con respecto a 2019. Una excepción fue en La Pampa, donde el candidato opositor se dirimió en elecciones primarias en febrero, y Juntos por el Cambio superó el 40% y quedó cerca del peronista Sergio Ziliotto, que conservó la hegemonía del PJ.
Cristina vuelve como última esperanza
La tarea no es sencilla. Lo reconocen Emilio Monzó y Ernesto Sanz, muy activos en el último tiempo para intentar evitar el desmadre de la coalición que ambos, junto a Elisa Carrió, supieron construir allá por 2015. Sanz, quien desde entonces se mantuvo apartado del ruedo político en su Mendoza natal, comenzó a hacer más asiduos sus desembarcos en la Capital. Aquí mantiene una agenda muy activa de reuniones. A todos les lleva el mismo mensaje: que la pelea presidencial de Juntos por el Cambio se dirima en las primarias si no hay remedio, pero el resto de las candidaturas -léase las de gobernador legisladores nacionales e intendentes allí donde no haya acuerdo- deberían ordenarse en lo posible mediante listas únicas para evitar que la puja cupular entre Larreta y Bullrich haga metástasis en el interior del país, sobre todo en Buenos Aires, CABA, Córdoba y Santa Fe, estas últimas con elecciones provinciales desdobladas de la nacional.
“Tenemos que reeditar el armado de 2015″, coincide Monzó, promotor de una mesa chica que se aboque cuanto antes a la tarea. Los tiempos corren: resta poco más de un mes para la presentación de las listas. Monzó muestra encuestas que lo inquietan. Son las mismas que llegan a los comandos de campaña de los distintos candidatos. “Ya no somos más el partido de los 40 puntos”, admite, desconsolado, uno de ellos.
Un estudio que realizó el experto en estadísticas Federico Tiberti, quien compiló en un gráfico los datos de una treintena de encuestas de distintas consultoras a lo largo del último año revela esta dramática percepción. Si bien la marca Juntos por el Cambio pudo mantenerse a salvo de las reyertas intestinas de sus dirigentes arriba de los 35 puntos, a partir de diciembre pasado la curva experimentó un fuerte declive; los últimos sondeos coinciden en ubicarla entre los 25 y los 30 puntos.
Tremendo laburo de @fedetiberti Fuerte suba de LLA tomando todas las encuestas disponibles.Baja fuerte Juntos y más estable FDT.Todo muy parejo.Esto es para las PASO. pic.twitter.com/HSHmwlfZ7H
— Cristian (@cristiannmillo) May 6, 2023
Mariel Fornoni, de Management &Fit, coincide que hay un estancamiento en la marca Juntos por el Cambio, aunque aclara que las encuestas de hoy no permiten reflejar del todo el ánimo de los votantes. “Es muy complicado medirlo cuando la gente no sabe todavía qué candidatos finalmente van a competir”, insiste. Igualmente, advierte que las peleas y las diferencias internas dentro de la coalición opositora impactan negativamente en la opinión de la gente. “El estancamiento de Juntos por el Cambio no puede atribuirse solo al crecimiento de Milei en las encuestas, porque Javier también le roba votos al Frente de Todos”, advierte Fornoni.
Pese a las señales de alerta que emanan las encuestas, en la cúpula de Juntos por el Cambio no hay señales de tregua y admiten que será difícil reeditar la estrategia de armado de 2015 con listas consensuadas en los distintos estamentos electorales. Pese a que el Frente de Todos y La Libertad Avanza se encaminan a presentar listas únicas en las primarias, Bullrich y Larreta están decididos a enfrentarse a todo o nada en las primarias, aun a riesgo de quedar, individualmente, en tercer y cuarto lugar.
El que se muestra más intransigente, al menos por ahora, es Rodríguez Larreta, que se niega a compartir con Bullrich la boleta de Diego Santilli, su carta más competitiva, en las listas bonaerenses. Su aliado táctico, el gobernador jujeño Gerardo Morales, envalentonado por el triunfo radical en su territorio, ha hecho trascender a los suyos que la batalla en las primarias es inexorable pues entiende que hay dos modelos en pugna en Juntos por el Cambio: un espacio de “centro” y “racional”, que impulsan Rodríguez Larreta y Morales, y el ala de Bullrich y Mauricio Macri, con planteos más “extremistas” y cercanos al ideario de Milei.
“Es falaz presentar esta dicotomía supuestamente ideológica en Juntos por el Cambio –responden las huestes de Bullrich-. Morales y Larreta pretenden instalar ante la opinión pública que la puja es entre “el ala progresista versus los abanderados de la derecha” cuando, en realidad, lo que buscan es dividir a Juntos por el Cambio y llevar a la coalición hacia un acuerdo con el peronismo, con (Sergio) Massa y (Juan) Schiaretti a la cabeza. El objetivo no es patriótico”.
Los recelos y las desconfianzas mutuas se retroalimentan en el ya enrarecido clima interno en la coalición opositora. En el entorno de Bullrich siguen con atención los gestos y las actitudes que se emanan desde el campamento adversario: la migración del titular de Pro cordobés, Javier Pretto, un hombre de Larreta, a las filas de Schiaretti; la decisión del gobernador de despegar las elecciones municipales de Córdoba para favorecer las chances de Rodrigo De Loredo, candidato radical que responde a Martín Lousteau, aliado a Morales y Larreta y, de paso, mermar las chances electorales del candidato a gobernador cordobés Luis Juez, enemigo acérrimo de Schiaretti.
El “factor Schiaretti” asoma como un nuevo factor disruptivo –otro más- en la ya convulsionada coalición opositora. El propio mandatario cordobés, lanzado también a la presidencia, se encargó de poner blanco sobre negro sus pretensiones la semana pasada, en una conferencia de la UIA. “Hay que hacer un frente de frentes para ir a las elecciones y luego un gobierno de coalición para que permita a nuestra patria encaminarse como corresponde”, lanzó. Morales y Larreta aplauden.