CÓRDOBA.- La campaña del maní 22/23 marca un “hito” para el criadero El Carmen en particular y para la industria del sector en general, ya que por primera vez se empleó en el país la selección asistida por el uso de marcadores moleculares para incorporar genes de resistencia a dos enfermedades producidas por hongos del suelo: carbón (Tecaphora frezii) y tizón (Sclerotinia minor), que causan las mayores pérdidas por factores sanitarios en el cultivo del maní.
Juan Soave, titular del criadero, tiene 71 años y cuenta a LA NACION que lleva toda su vida trabajando con el maní. Fundó El Carmen en General Cabrera (Córdoba) en 1975, en el mismo año en que fue co-creador de la Escuela Agrotécnica de la localidad; también fue titular del Consejo Asesor del Inta de Cabrera entre 1977 y 1981; en tres oportunidades fue concejal ad-honorem (1983, 1991 y 1995).
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Uno de los hechos que más destaca en su trayectoria es haber sido co-introductor del maní tipo runner en la Argentina en 1977, “que implicó una nueva etapa histórica en el cultivo”. Soave recuerda que su familia siempre estuvo ligada al campo. Su papá era agricultor: “iba en el campo a caballo” y su mamá, maestra. “Este cultivo nos permitió ir mejorando, fuimos ganando calidad de vida”, dice.
El Carmen es una empresa familiar que produce semillas de maní fiscalizadas por el Instituto Nacional de Semillas (Inase). “Crea variedades, las desarrolla, multiplica y procesa” en su planta.
Respecto de la selección asistida por marcadores, Soave explica que es una técnica de mejoramiento que ayuda a identificar en plantas atributos deseables mediante el análisis de su ADN. Los mejoradores pueden tomar un pequeño trozo de tejido―una hoja, por ejemplo―y analizar su ADN para ver si es portadora de los genes que se buscan. Esto permite seleccionar a partir de poblaciones muy numerosas solo las plantas que tienen las características deseadas mediante técnicas de aplicación muy rápida y masiva.
Técnica
En comparación con el mejoramiento convencional, la selección asistida permite que el desarrollo de nuevas variedades superiores sea más rápido y efectivo, ya que se seleccionan solo plantas con los atributos deseables de manera precisa en las primeras generaciones filiales luego de los cruzamientos de los progenitores.
También permite ampliar la diversidad genética de las poblaciones con las que ya se trabaja y se pueden emplear materiales de una amplia diversidad genética por la velocidad y precisión en la selección de los individuos con los nuevos atributos.
El Carmen empleó variedades autóctonas de diversos orígenes e individuos producto de cruzamientos de tres especies silvestres emparentadas con el maní cultivado para identificar los genes que confieren las resistencias al carbón y al tizón, para luego combinarlos mediante cruzamientos dirigidos en plantas que fueron identificadas por la presencia de los marcadores específicos.
La variabilidad genética de las poblaciones desarrolladas aporta una base amplia para obtener variedades muy superiores a las empleadas como punto de partida del proceso de mejoramiento.
Soave detalla que la base fue el desarrollo de los marcadores moleculares en dos tesis de doctorado de Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba con cofinanciación y coordinación de El Carmen y convenios de asistencia técnica y desarrollo tecnológico entre el criadero y la Universidad Nacional de Río Cuarto, el Instituto de Botánica del Nordeste (Conicet–Universidad Nacional del Nordeste) y el National Peanut Research Laboratory, del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.
“Mediante la articulación de tecnologías derivadas de la genética, la genómica, la bioinformática, la botánica y el mejoramiento genético -describe Soave- nos posicionamos como líder continental en el desarrollo de nuevas variedades de maní, como lo hiciera en 2003 con la primera variedad alto oleico que permitió ubicar a la Argentina como el primer exportador de maní premium en el mundo o en 2019 con la primera variedad resistente al carbón”.