La extensa sequía que ha devastado al campo argentino dejó secuelas y consecuencias que la mayoría de los habitantes urbanos no registran en su real dimensión. Han trascendido más las pérdidas en la producción de granos por el inmediato impacto en la macroeconomía del país que los de la ganadería. Poco se ha visto y hablado, salvo el desgarrador espectáculo de mortandad por sed y golpe de calor que registraron algunos medios.
La recuperación de la eficiencia reproductiva demandará largos tiempos, no menores a dos ciclos productivos. Justo cuando los últimos datos nos informaban a nivel nacional una relación ternero/vaca del 67% que rompía la larga inercia de estancamiento del 62%. Esta suba inclusive estuvo mayormente influenciada por la eliminación de vacas improductivas con destino a China, que por real mejora en la eficiencia.
Hoy encontramos a infinidad de ganaderos comerciales descapitalizados, con créditos inaccesibles sumado a un clima aún impredecible. Esta situación hace difícil avanzar en inversiones o en la incorporación de tecnologías de insumos, pero no la de procesos que son de alto impacto y en general de bajo o nulo costo.
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Deberíamos hacer más extensión de estos procesos y técnicas disponibles para inducir a mejorar la calidad de los terneros y la relación ternero/vaca a los productores.
A nivel cabaña disponemos en todas las razas de un altísimo nivel genético que ha tenido un fuerte impacto en el rodeo nacional y que se ha adaptado al medio en diferentes latitudes de nuestro vasto territorio. Asimismo, hace más de 40 años fueron publicadas las investigaciones en cruzamientos de razas bovinas, demostrando los beneficios gratuitos del vigor híbrido que apalancó el crecimiento del pequeño y mediano criador comercial americano y su gran industria frigorífica.
Con esta tecnología de proceso se alcanzan 15 al 20% más en kilogramos al destete por vaca expuesta al servicio, sumado a la fertilidad, habilidad materna y longevidad de los vientres híbridos. A ello hay que sumarle las mayores tasas de crecimiento que capturan los recriadores y terminadores de novillos.
Si, además, conservaran un 50% de genética británica, los aportes de otras razas incrementan los índices de rendimiento en cortes minoristas manteniendo la calidad del producto con eficientes terminaciones para alcanzar el engrasamiento adecuado. Sin embargo, un alto porcentaje de criadores comerciales sigue sin adoptarlo. Sus argumentos no pueden competir contra la productividad y la rentabilidad.
Muchos ganaderos deberían repensar su sistema productivo y de manejo. Los más comprometidos son los pequeños productores que por la baja rentabilidad y calidad de vida (sin caminos, conectividad, escolaridad, etc.) no atienden debidamente su ganado, principalmente la categoría más frágil que es la vaquillona. Esto se traduce en regulares recrías, mayores pérdidas de terneros al parto y dificultades para preñarlas en su segundo servicio.
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Una alternativa superadora sería dejar de recriar su propia ternera de reposición en campos difíciles y sin suplementación estratégica. Al vender la totalidad del destete y las vaquillonas en recría, el equivalente de raciones de pasto antes consumido por estas categorías queda disponible para atender el ciclo productivo anual de un 24% extra de vacas adultas. Con el rodeo 100% de vacas adultas, disminuirán las mermas preñez/destete, logrando un ternero de mayor peso. La reposición anual por descartes lo realiza adquiriendo vacas de buena genética y sanidad.
Alrededor de 70 años pasaron desde a introducción del alambrado eléctrico en la Argentina. Todavía vemos un alto porcentaje de productores que no lo ha incorporado. Si queremos ser más eficientes, debemos cosechar más y mejor calidad de pasto. Disponer de mayor cantidad de apotreramientos, realizar una correcta rotación y descanso, es vital para lograr esto. El alambrado eléctrico es el camino.
El relevamiento en la Cuenca del Salado realizado por el M.V. Pacífico C. F y Col. (UCA-2013) que mostraba la existencia de un alto porcentaje de criadores con baja y nula adopción de tecnologías independientemente del tamaño del establecimiento, rodeos y nivel educativo del productor, comenzó a revertirse. Continuar con el cambio de este patrón de comportamiento es el camino. La incorporación de jóvenes emprendedores a la actividad es fundamental.
El respeto a los principios constitucionales de la propiedad privada y la firmeza de los contratos de arrendamientos alentará a emprendedores y al capital nacional a formar unidades de producción con mayor escala que permitan en base a su rentabilidad aplicar tecnologías que harán una cría eficiente. Los campos de zonas marginales solo se pueden desarrollar con el aporte de inversiones costosas.
La Argentina dispone de excelentes asesores y técnicos capacitados, estos nos ayudarán en la implementación de estas y otras tecnologías para lograr más y mejores terneros.
El autor es veterinario, fue cofundador y expresidente de Cabia