Inquieto por el desgaste de Juntos por el Cambio y la amenaza de Milei, Macri busca una salida para destrabar la triple interna de Pro

Mauricio Macri no se arrepiente de haber dado un paso al costado en la competencia presidencial de Juntos por el Cambio, para allanarle el camino a Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Se lo confesó esta semana a uno de sus íntimos. Tampoco cree que haya cometido un error de timing cuando hizo público su anuncio. En otras palabras, está convencido de que si hubiera dilatado el interrogante en torno a su futuro un par de semanas más solo habría incrementado el nivel de tensión en la oposición.

Macri confirmó hace un mes y medio que no protagonizará el proceso electoral. Sin embargo, su corrimiento no permitió desbloquear la interna en Pro por las listas nacionales ni aceleró la unificación de candidaturas en la Capital y la provincia de Buenos Aires. Hizo el gesto que esperaban sus herederos para descomprimir, pero ni Bullrich ni Larreta lograron encontrar consensos respecto de las reglas de juego para la competencia o la estrategia para derrotar al kirchnerismo en las urnas o para contener el fenómeno antisistema de Javier Milei. La escalada de conflictos internos en Juntos por el Cambio hizo que varios dirigentes leales a Macri le pidieran que reviera su decisión de no entrar en la disputa por la Presidencia. Pero él, aseguran sus colaboradores, no lo contempla.

Macri sabe que el factor tiempo es fundamental en política. Cuando restan menos de dos meses para el cierre de listas electorales, el expresidente cambió el chip. Pese a que mantiene su enojo con Larreta por el armado en la Capital, bastión de Pro, asume ahora un papel pragmático. Su prioridad, repiten, es que JxC gane la elección. Y ya no le preocupa que el gobierno del Frente de Todos pueda recuperar su competitividad, sino que Milei se aproveche de la falta de articulación y las disputas internas en Pro para llegar a la Casa Rosada. El libertario, a quien colocó como posible contendiente de JxC en el ballottage, se convirtió en un problema, ya que canaliza el malestar social por la crisis y enarbola un discurso más seductor -con propuestas “marketineras”, como la dolarización-, para los sectores desesperanzados comparado al pronóstico de ajuste de los economistas la principal coalición opositora.

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Con ese trasfondo, Macri intenta ordenar la triple interna de Pro: la pelea nacional entre Larreta y Bullrich, la ciudad y la provincia. Considera que esos esquemas están concatenados. Su prioridad, dicen quienes hablaron con él en los últimos días, es garantizar la oferta que permita retener las mayores posibilidades de ganar en las urnas. Por lo tanto, aguarda un gesto de Larreta en la Ciudad. Entiende que se agota el tiempo y que el jefe porteño está jugando con fuego al sostener la postulación de Fernán Quirós. Macri espera que Larreta haga un “esfuerzo” para preservar la Capital en manos de Pro y respalde la candidatura de Jorge Macri. “Nos dicen que lo van a hacer, pero nadie le pone el cascabel al gato”, deslizan fuentes cercanas al expresidente.

En el comando de campaña del larretismo las opiniones se dividen en dos vertientes. Están los que dan por hecho que Larreta declinará la postulación de Quirós durante las próximas semanas, pero que necesita fortalecer esa carta para llegar mejor posicionado a la instancia de negociación con Macri. Otros alientan la opción del ministro de Salud como un reaseguro de la autonomía política de Larreta. Son los autores intelectuales de la foto de los 300 funcionarios en respaldo a Quirós. Después de haber hecho pública su ruptura con Larreta por la doble votación en la Ciudad, Macri decidió bajar la confrontación y apostó por una “tregua” para explorar un consenso. Por eso, sus leales no salieron a replicar el último desafío de Larreta, que avaló una foto familiar de primeras, segundas y terceras líneas de la Ciudad para apuntalar a Quirós.

A Macri sí le molesta que el jefe porteño mantenga una actitud ambigua respecto a la pelea por su sucesión. No entiende el juego de Larreta, quien un día dice que apoyará a un postulante de Pro, al mismo tiempo que se saca una foto con Martín Lousteau, el aspirante a jefe porteño del radicalismo. Al expresidente lo desespera que Larreta ponga en riesgo la hegemonía de Pro en la ciudad.

En la última cumbre de Pro en Palermo, que organizó Macri desde los Estados Unidos, el alcalde pidió no hablar sobre el armado porteño. Pero, ante la presión, ratificó que se unificará la candidatura. En el larretismo saben que el macrismo tiene un “plan B” en caso de que sostenga a Quirós: usar al expresidente para la campaña en la ciudad, como una forma de fortificar la postulación de Jorge Macri, y buscar el voto libertario. Quirós aún no logra traducir la buena imagen en intención de voto, según los armadores del intendente de Vicente López en uso de licencia. En Pro esperan que no se dilate demasiado la cumbre entre Macri y Larreta para comenzar a ordenar la interna en la ciudad.

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Macri también sigue con atención el tablero opositor en Buenos Aires. Es consciente de que la gobernabilidad de un eventual nuevo presidente de JxC dependerá del control de la provincia. Por eso, aboga por tener fórmulas competitivas para la compulsa electoral con Axel Kicillof. Admite que Diego Santilli es quien mejor mide en las encuestas, pero sabe que Larreta descartó compartirlo con Bullrich, pese a la presión de los intendentes de Pro para unificar la oferta a gobernador. Lo exaspera esa posición intransigente. Por eso, ahora imagina una contienda entre el postulante de la exministra y Santilli. En su entorno niegan que le haya sugerido a Bullrich que opte por Cristian Ritondo, quien se aproxima lentamente al esquema bonaerense de la titular de Pro en uso de licencia después de que María Eugenia Vidal se bajara de la pelea presidencial. ¿Bullrich espera que Vidal la apoye para cerrar el acuerdo con Ritondo? La exgobernadora promete mantener la neutralidad hasta las primarias. Su foto con Larreta del fin de semana pasado -se concretó horas después de la reunión con Bullrich y Ritondo- provocó reproches en el equipo de la exministra.

Pese a los gestos conciliadores durante el lanzamiento de Luis Juez en Córdoba, Macri considera improbable un eventual acuerdo entre Bullrich y Larreta para unificar la candidatura. A sus herederos en Pro les incomoda que se ponga en el rol de “árbitro”. Y radicales que reniegan de su figura -desde Gerardo Morales hasta Martín Lousteau, socios de Larreta- lo acusan de “tirar demasiado de la cuerda” y provocar a sus socios, como con su comentario sobre las elecciones en provincias manejadas por sistemas “feudales” -aclaró que era por la situación en La Rioja y no Jujuy-, para generar una ruptura y sellar un acuerdo con Milei. Quienes lo conocen a Macri lo descartan de plano. “Es el padre de la criatura [por JxC]”, aseguran.. “Es el padre de la criatura [por JxC]”, aseguran.

El fundador de Pro está “cómodo” en su nuevo rol. Aquellos que lo frecuentan dicen que se siente “respetado” y “reivindicado”, sobre todo, ante el periplo de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa en la gestión nacional. Ayer, Macri reapareció en San Isidro, donde apoyó a Ramón Lanús, aspirante a intendente local -pretende desbancar a Gustavo Posse- y aliado de Bullrich. Asistió a ver un rato del clásico del rugby argentino entre el SIC y el CASI antes de irse a jugar al paddle con amigos a su quinta familiar Los Abrojos. Entre selfies y pedidos para que regrese a Boca Juniors, un niño de unos diez años le dijo que había sido mejor presidente que Alberto Fernández. Macri sonrió y susurró: “Tampoco era tan difícil”.

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