En política económica no se yuxtapone, se prioriza

¿Cómo van a solucionar el problema salarial de los bomberos?, le preguntó un periodista a un ministro de Economía. “Con el presupuesto”, contestó el titular del equipo económico. ¿Y el del déficit de vivienda? También con el presupuesto. ¿Y los de falta de infraestructura, promoción de la cultura y eliminación de la pobreza? Igual respuesta. Última pregunta, ministro: ¿cómo van a resolver el problema del presupuesto? “Eso lo estamos estudiando”. Se trata de un chiste, pero que aparece con enorme frecuencia, cuando candidatos a presidente de la Nación y ministros de Economía, son entrevistados en los medios de comunicación.

Para que me ilustrara sobre la conexión que existe entre las diferentes porciones que componen una política económica, conversé con el norteamericano Edward Christian Prescott (1940-2022), quien enseñó en las universidades de Pensilvania, Carnegie Mellon, Minnesota y Arizona. En 2004 compartió el premio Nobel en economía con Finn Erling Kydland, uno de sus alumnos. Según el comité Nobel, merecieron el galardón “por sus contribuciones a la macroeconomía dinámica: la inconsistencia temporal de la política económica y las fuerzas subyacentes en los ciclos económicos”. Además de lo cual, junto a Robert James Hodrick, inventó un filtro muy utilizado para determinar los ciclos y las tendencias, en las series económicas temporales.

–El modelo Heckscher-Ohlin es otro caso de significativa colaboración entre un profesor y uno de sus alumnos.

–Cierto, sólo que en el caso que usted cita, Heckscher no recibió el premio Nobel porque había fallecido en 1952, por lo cual en 1977 Ohlin lo compartió con James Edward Meade.

–No se ofenda, pero el trabajo sobre inconsistencia temporal, publicado en 1977, me parece más valioso que el otro, que viera la luz en 1982. ¿Cómo surgió la idea?

–En mayo de 1975 en Boston, presentamos una monografía titulada Sobre la inaplicabilidad del control óptimo en política económica. La audiencia estalló, todo el mundo buscaba el error. Yo estaba seguro de que no había ningún error, porque sobre la base de mi experiencia con juegos dinámicos donde un jugador ocupa un lugar dominante, la inconsistencia temporal tenía que ser una cuestión.

–¿Podría ilustrar el punto con un ejemplo?

–Mejor reproduzco el que inventó Guillermo Antonio Roberto Calvo.

–¿Debería Calvo haber compartido el Nobel con ustedes dos?

–Puede ser. Merecidamente, acaba de ser designado “miembro distinguido” de la Asociación Americana de Economía, que cada año selecciona 4 entre los alrededor de 30.000 miembros.

–Vamos al ejemplo.

–El padre de un alumno que quiere fumar está muy interesado en que su hijo estudie. El padre, lógicamente, no desea que su hijo fume, pero, con la preocupación que tiene de que apruebe el examen, le promete que si lo aprueba le permitirá fumar, desafío que el hijo acepta. En el sentido ex-ante la decisión es óptima, porque a los ojos del padre el beneficio para el hijo de aprobar el examen supera el costo de fumar, mientras que a los ojos del hijo el beneficio de fumar supera el costo de aprobar el examen. Pues bien, el hijo estudia como un loco algo que no le interesa y aprueba el examen, luego de lo cual el padre encuentra óptimo no cumplir su promesa, dado que ya consiguió su objetivo (que el hijo aprobara), y ahora piensa en los pulmones del pibe. Lo que era óptimo ex-ante deja de serlo ex-post. Hay inconsistencia temporal.

–¿Moraleja?

–Si la referida relación entre padre e hijo se planteara una sola vez en la vida, la revisión ex-post de la decisión ex-ante pertenecería exclusivamente al plano de la ética y no al del análisis económico. Pero cuando el padre trata de repetir sistemáticamente el esquema, la cuestión de la formación de expectativas resulta crucial. Esta cuestión en la Argentina siempre resulta relevante.

–El 10 de diciembre próximo comenzará su gestión un nuevo gobierno. A raíz de lo cual existe mucho interés periodístico y ciudadano por saber en qué puede consistir la política económica que se aplicará desde entonces.

–Por lo que veo en los medios de comunicación, más que enfatizar la cuestión de la inconsistencia temporal, conviene prestarle atención a cómo se plantean las inconsistencias sectoriales y regionales en medio de una campaña electoral en la cual los candidatos a presidente de la Nación hablan demasiado de economía, y no solamente de los objetivos sino también de cómo encarar la gestión, tema sobre el cual deberían opinar los profesionales.

–Siga.

–En el ánimo de no perder votos, las respuestas de los candidatos a las pretensiones de cada uno de los votantes, tienen que ver con la caricatura que motivó esta conversación. ¿Qué hay que hacer con el salario de los maestros, las enfermeras y los músicos de las orquestas sinfónicas? Aumentarlos, como también las jubilaciones. Y aumentarlos lo suficiente como para que por lo menos le empaten a la tasa de inflación.

–Esto es lo que usted denomina yuxtaposición de las diferentes medidas de política económica.

–Efectivamente. El problema es que la realidad no funciona así, porque las diferentes medidas de política económica están conectadas entre sí, lo cual genera conflictos.

–¿Qué quiere decir con esto?

–Que determinada medida de política económica mejora algún objetivo de política económica, pero deteriora otro. El principio de escasez, según el cual no hay de todo, para todos, gratis, dice que –salvo cuando la economía de un país está saliendo de una recesión profunda– las mejoras de algunos sectores o regiones, se dará a costa de otros.

–¿Y entonces?

–La imposibilidad de satisfacer todas las demandas, de manera simultánea, dada la escasez de recursos, obliga a fijar prioridades. Esto primero, esto después; más de esto, menos de lo otro, etc. Ejemplo: no es posible reducir de manera permanente la tasa de inflación, si previamente no se eliminan las distorsiones que existen en la economía.

–¿Y si no se pueden eliminar o el proceso demora mucho tiempo?

–El ministro se lo tiene que aclarar a su jefe, el presidente de la Nación. La fijación de las prioridades no es una cuestión técnica sino política, aunque claramente las diferentes prioridades generan distintos resultados.

–Pero, ¿sobre qué base el presidente de un país fija las prioridades?

–Sobre la base de sus convicciones, al poder que tiene, a la composición de las Cámaras de Diputados y Senadores, etc., en una palabra, sobre la base de a una mezcla de circunstancias e ideología. Donde como a ustedes argentinos parece que les gusta vivir al borde del abismo, las primeras son más importante que esta última. Pero quiero que se quede con esta idea: diseñar los pedacitos que integran una política económica es muy importante, pero es el primero de muchos pasos que hay que dar.

–Don Edward, muchas gracias.

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