Arabia Saudita invita a Al-Assad a la cumbre de la Liga Árabe y Siria avanza en su normalización

ESTAMBUL.- El presidente sirio, Bashar al-Assad, recibió el miércoles la invitación oficial para participar en la reunión anual de la Liga Árabe que tendrá lugar en Riad el próximo 19 de mayo, y en la que se oficializará el retorno de Damasco a la organización panárabe. Siria fue expulsada hace 12 años por la sangrienta represión de los manifestantes pro-democráticos en el marco de las llamadas primaveras árabes. Este paso es fundamental para la reintegración del régimen sirio a la comunidad internacional, todavía bloqueada por las sanciones de los países occidentales.

Cuando el régimen de Al-Assad se impuso en la batalla de Aleppo en 2016, considerada decisiva para el devenir de la guerra en Siria, pocos se podían imaginar que, más de siete años después, Damasco todavía controlaría menos del 70% del territorio sirio y sería un Estado paria en la escena internacional. Su retorno al redil árabe ha sido largo y lleno de recovecos, ya que el tema se abordó en numerosas cumbres anteriores de manera infructuosa.

En el nuevo escenario ha sido clave el cambio de posición de Arabia Saudita, el Estado árabe más influyente hoy en día, y que durante años intentó derribar al régimen de Al-Assad financiando y armando las milicias rebeldes sirias. La normalización con Damasco representa una transformación notable de un orden regional en estado de fluidez, sobre todo después del reciente acuerdo entre Irán y Arabia Saudita para restablecer relaciones diplomáticas que fue patrocinado por China.

Los movimientos de las últimas semanas ya apuntaban a un esfuerzo coordinado de varios Estados en favor de la readmisión de Siria con el objetivo de reducir el influjo de Irán sobre el clan Al-Assad. Así, el ministro de Relaciones Exteriores saudita, el príncipe Faisal bin Farhan, visitó la Damasco en abril por primera vez en una década. En un margen de pocos día, Al-Assad era recibido por Omán y Emiratos Árabes Unidos, el primero en apostar por la reconciliación en 2018.

Ante la negativa de Occidente, y sobre todo de Estados Unidos, a relajar el régimen de sanciones a Siria sin la apertura de un proceso de transición, la otra vía que transita Al-Assad hacia la normalización internacional es la negociación con Turquía apadrinada por Rusia, y en la que también participa Irán.

Apoyo militar

La influencia de Teherán y del Kremlin en Damasco es enorme, ya que su apoyo militar fue clave para que el régimen prevaleciera en la guerra civil. La semana pasada, los ministros de Defensa de Turquía y Siria se reunieron por tercera vez en Moscú.

Turquía y sus milicias afines controlan una región del noroeste del país, mientras el nordeste está en manos de una administración autónoma kurda apoyada por Washington, que tiene desplegados centenares de soldados sobre el terreno.

Varios son los factores que han propiciado este cambio de escenario, que empezó a tomar forma tras el terremoto del pasado febrero, cuando varios países hostiles a Al-Assad le enviaron ayuda humanitaria. Entre estos factores, la voluntad del príncipe saudita Mohammed ben Salman de asentar una política exterior independiente de Washington y la necesidad de Rusia de concentrar sus esfuerzos en la guerra de Ucrania.

Además, hay otras motivaciones más de carácter doméstico que han empujado a diversos Estados en esta dirección. Por un lado, los países vecinos de Siria, sobre todo Jordania y Turquía, aspiran a pactar con Damasco un retorno de los más de cuatro millones de refugiados sirios asentados en su territorio, ya que han tensionado algunos servicios sociales y son vistos con hostilidad por buena parte de la población.

El asunto de los refugiados es uno de los principales en la campaña electoral en Turquía, con la oposición haciendo bandera de un retorno expeditivo de los refugiados en caso de victoria.

En el caso de los países del Golfo, además de ver opciones de negocio en la reconstrucción del país, están preocupados por el tráfico de captagon, una potente y adictiva droga que se ha convertido en la principal fuente de divisas de Damasco. Estas pastillas han inundado las petromonarquías árabes generando graves problemas sociales. Según The New York Times, el hermano del presidente sirio, el general Maher al-Assad, sería quien controlaría la principal red de contrabando de esta sustancia.

Hasta hace pocas semanas, varios Estados vetaban la readmisión de Siria, que se debe adoptar por consenso entre los 22 Estados miembros, entre ellos, Marruecos, Kuwait o Yemen. Pero el más hostil ha sido Qatar, principal apoyo de la oposición siria. Doha exige al régimen concesiones de tipo político a la disidencia, algo que Al-Assad rechazó hasta ahora categóricamente, lo que frustró el proceso de negociación al conflicto sirio auspiciado por Naciones Unidas.

A tenor de los rápidos movimientos durante las últimas semanas, la administración de Joe Biden suavizó su oposición a la normalización de Siria para no quedar en fuera de juego en el diseño del nuevo Medio Oriente. En lugar de presionar a sus aliados regionales para que eviten cualquier acercamiento a Al-Assad, ahora les pide que no lo hagan de forma gratuita. Al drama sirio todavía le quedan varios capítulos.

El actor que se mantiene firme en su posición y recibió con desasosiego la noticia es la oposición siria. “Es un tremendo error porque están recompensando el asesinato de miles de personas, además del uso de armas químicas. Se equivocan quienes crean que es un primer paso para obtener concesiones de Al-Assad. No las hizo, ni tampoco las hará, incluido el tema del tráfico de captagon”, advierte Muhsen Mustafá, del think tank Omran, afín a la oposición siria basado en Estambul.

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