No hay dólares y la economía lo sabe. Hace varias semanas que viene mermando el volumen de importaciones autorizadas por la Secretaría de Comercio de Matías Tombolini. En las cámaras empresarias no se habla prácticamente de otro tema. Los empresarios saben que lo que viene hacia adelante, incluso si el Fondo Monetario Internacional (FMI) accede a adelantarle dinero al país, no será fácil. En el Banco Central (BCRA) las discusiones técnicas por estos días pasan en cómo cerrar más el cepo; por insignificante que puedan parecer las medidas bajo análisis, todo suma en un momento en el que los dólares se cuentan de a monedas.
En el FMI, las negociaciones parecen haber llegado a un punto de avance tal, que los ministros del Grupo de los 7 –Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Japón, Italia y el Reino Unido– acordaron llevar adelante una reunión virtual para tratar exclusivamente el caso argentino. “Seguramente de allí surja una posición conjunta para el board del FMI –confió una fuente diplomática al tanto de las conversaciones–. Aunque en muchos puntos hay bastante consenso”.
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En principio, habría vocación por acceder al pedido de anticipo de dólares del Gobierno argentino, pero no sería sin condicionamientos: un ajuste del gasto y una adecuación de los múltiples tipos de cambio son dos temas que surgen en prácticamente todas las conversaciones. La mayor resistencia en el board del FMI pasaría por el pedido de la Argentina de poder contar con una porción de divisas de libre disponibilidad, o lo que es lo mismo, para poder usar parte del adelanto en el mercado cambiario. Los dólares del FMI podrían terminar siendo simplemente un montón de divisas para engrosar una vidriera de reservas que no se pueden tocar. Son conocidas las dotes comunicacionales del ministro Sergio Massa. Habrá que ver si en este caso son suficientes como para contener a un mercado cada vez más incrédulo.
En la City ya no surten demasiado efecto los anuncios de nuevos préstamos de organismos multilaterales de crédito como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento (CAF) o el Banco Mundial. El mercado sabe que de la foto inicial publicada en los medios al desembolso efectivo de dólares pueden pasar años. Lo mismo el anuncio de Massa del uso de yuanes aportados por China para reemplazar al dólar en el comercio bilateral con el país asiático. En el Banco Central reconocen que las empresas chinas son las primeras en resistirse a facturar en yuanes. “Viene lento el tema –reconoce un operador cambiario–. Porque en China hay controles de cambios y las empresas prefieren los dólares también. Tampoco son tontas”. No importa cuánto deseen Xi Jinping y su ahora aliado Luiz Inácio Lula da Silva reemplazar al dólar en el comercio internacional. Aun el poderío chino sucumbe a los dictámenes del mercado.
Tampoco tiene visos de avanzar muy rápido el uso de reales aportados por el banco de desarrollo brasileño, el BNDES, en el comercio bilateral con el país vecino. Massa tuvo su foto con los ejecutivos responsables de las empresas que tienen algún vínculo comercial con Brasil previo al viaje que realizó esta semana la comitiva argentina encabezada por el presidente Alberto Fernandez, pero en la práctica no hay mucho para mostrar. El mercado es rápido con los números, no le costó demasiado tiempo aprender a deflactar los anuncios del Ministro.
En el equipo económico el nerviosismo ya no se puede ocultar. En pos de contener las presiones cambiarias y de precios, no se cuidan más las formas. En el mercado financiero, la política del garrote hacia las sociedades de Bolsa que dan facilidades a sus clientes para operar los dólares MEP y “contado con liqui” llegó a niveles dantescos. En los últimos días, se vio de todo: desde anuncios de allanamientos que nunca sucedieron (eran apenas requerimientos de oficio de la Unidad de Información Financiera, UIF), con medios oficialistas montando guardias periodísticas por adelantado frente a edificios de compañías ignotas para el común de la gente, hasta llamados telefónicos a operadores para que reduzcan su volumen de operaciones. Después del caso de Max Capital, a quien Massa acusó de terrorismo financiero por un reporte enviado a clientes por Whats App en el que se hacía eco de las versiones de devaluación que habían arreciado en el mercado hace dos semanas, muchos equipos de research decidieron dejar de atender a la prensa. En algunos casos, dejaron incluso de publicar algunos de sus reportes. Nadie quiere arriesgarse a quedar expuesto ante los medios, aunque más no sea por acusaciones sin fundamento. Nada que envidiar de los días de Guillermo Moreno.
Algo similar sucede en Comercio con los controles de precios. El secretario Matías Tombolini multó a un puñado de multinacionales, como Danone y Coca Cola, por haber aumentado los precios en el canal tradicional (almacenes y comercios de cercanía) por encima de la pauta del 3,2% en las últimas dos semanas, después de la corrida cambiaria que llevó a que el dólar blue tocara los 500 pesos. Según el periodista Leandro Renou, de Página 12, Comercio también estaría “investigando” los casos de Cervecería y Maltería Quilmes, Pepsico Argentina, Mastellone y Aguas de Origen (produce en el país las marcas como Imperial y Heineken, entre otras). Algunas empresas todavía se le animan en el gobierno. Hay productos en las góndolas de los supermercados que tienen tapado su numero EAN (algo así como su DNI) original, para sortear así el control del Gobierno, “relanzando” un mismo producto a un precio muy superior.
Tal como sucede con las sociedades de Bolsa, en las multis se defienden con que nunca estuvo en el contrato de Precios Justos que no se podía aumentar precios en el canal tradicional (como se llama en la jerga de consumo masivo a almacenes, autoservicios y chinos). Y, aun así, la realidad se impone por sí sola. Con una inflación corriendo al 7% mensual –de mínima– es difícil sostener pautas de incrementos de precios que no llegan si quiera al 4%. Lo mismo, pese a que Tombolini se había comprometido a habilitarle SIRA a las empresas que participaran del acuerdo de Precios Justos, la escasez de dólares hace que sea el Gobierno el primero en incumplir su parte del trato. “Hasta que no estás con la soga al cuello, y no parás alguna línea, no te habilitan nada”, reconoció el ejecutivo de una empresa de alimentos. “Y acá somos dos personas que todos los días estamos preguntando en la planta y llamando a la Secretaría. No me quiero imaginar cómo hacen las pymes”, dijo, con un claro tono de hartazgo.
Con dificultades para hacerse de dólares, empresas como Bunge o Cargill decidieron esta semana dejar de vender fertilizantes contra pesos. En la industria minera, una de las grandes esperanzas de hace años de todos los gobiernos que asumen, la falta de acceso a los dólares para importación, las nuevas retenciones y los sobrecostos que genera el desdoblamiento cambiario de hecho –con insumos que se cotizan al precio libre y exportaciones que se pagan al oficial– está provocando el cierre anticipado de una serie de proyectos que todavía tenían algunos años de vida. La mina Gualcamayo, en San Juan, operada por la colombiana Mineros anunció que cierra este año. En la misma provincia, Veladero, de Barrick y Shandon Gold, que iba a finalizar su operación en 2031, informó que adelantó su cierre cinco años, lo mismo que Cerro Vanguardia, ubicado en Santa Cruz, y operado por la sudafricana AnglobGold Ashanti, adelantó su cierre para 2025.
“La enorme burbuja de precios que hay en el litio está tapando todo, pero no se sabe cuánto va a durar –dice Mario Capello, exsubsecretario de Minería durante la gestión de Mauricio Macri–. Esos US$80.000 que estaba la tonelada carbonato de litio, hoy bajaron a $30.000, y el costo operacional es de US$7000. Pero olvidate que en el cobre va a venir inversión ni tampoco en el oro. En el cobre hay anuncios de los gobernadores, pero ¿quién va a conseguir US$3000 millones o US$5000 millones cuando hay retenciones, desdoblamiento cambiario e indisponibilidad de divisas. Esto no va a arrancar bajo estas condiciones. Todas estas minas que están cerrando son de oro”, dijo.
Intentar contener las presiones inflacionarias y cambiarias con controles es tan efectivo como cubrirse del sol con una mano. Según la fundación FIEL, el último mes el indicador que mide la cantidad de productos que aumentaron de precio alcanzó su máximo histórico: cerca del 91% de los productos que conforman el IPC Core –que no contempla precios regulados y estacionales– tuvieron alguna variación de precio. Sucedió lo mismo con el 86% de los productos que conforman el índice de inflación general. Las consultoras privadas prevén que el IPC de abril –que finalmente el Gobierno difundirá el 12 de mayo, tal cual estaba previsto en el calendario del Indec– se ubicará entre el 7,2% (tales son los casos de EcoGo y de la Fundación Libertad y Progreso) hasta el 8% (como Analytica).
El Frente de Todos, como el dibujo animado del Coyote, está intentando a toda costa apagar la mecha antes de que le explote la bomba. El problema es que el Coyote nunca gana. Y en esta versión, el Correcaminos, encarnado por la oposición, parece haber perdido los reflejos.