La crisis cambiaria desató la discusión sobre una política que se implementará hoy. El Banco Central definiría esta tarde una suba de tasas que dejaría a la TNA (tasa nominal anual) en 91%, 10 puntos porcentuales más que lo actual. Se trata de un mecanismo al que están atados diversas dificultades.
El dólar blue subió 26% en siete jornadas hábiles y ayer se tomó un respiro, con un cierre de $474, que, sin embargo, lo dejó $74 por encima que hace 11 días. Fue el alza más importante desde la crisis política y económica desatada por la renuncia de Martín Guzmán en julio del año pasado. Mientras que los economistas observan cuánto durará el respiro y debaten cómo podría controlar la situación el Gobierno, el oficialismo busca chivos expiatorios para explicar la situación. Hoy, la cotización paralela cae levemente y, cerca del mediodía, se ubicaba en $472.
El Palacio de Hacienda pasó en los últimos días por distintos culpables: Antonio Aracre, el exjefe de asesores del Presidente, fue apuntado por la supuesta difusión de un plan para devaluar un 30%; Max Capital, una consultora económica, por distribuir informes que contenían la idea de que renunciaría Sergio Massa como ministro de Economía; y a la “derecha argentina”, como dijo el mismo Alberto Fernández.
Pero, también, uno de los que fue señalado fue Miguel Pesce, el titular del Banco Central. El lunes, en medio de una disparada del dólar blue, compartió una reunión con Fernández en la que le habría pedido “explicaciones por las subas de las divisas”. Tras el encuentro, el Presidente lo ratificó en el cargo. A lo largo de su gestión, tuvo enfrentamientos con Martín Guzmán, Silvina Batakis y, ahora, con Massa.
Había sido justamente Aracre uno de los que, según pudo reconstruir LA NACION de varias fuentes, advirtió al Presidente por la “creciente descoordinación” entre el Ministerio de Economía y BCRA. Aracre le propuso entonces al Presidente una mesa con ellos dos más el jefe de Gabinete, Agustín Rossi; el ministro de Economía, Sergio Massa; y el presidente de la entidad monetaria, Miguel Pesce.
Pero, después de darse a conocer el dato de inflación de 7,7% de marzo, ocurrió un nuevo chispazo. El Gobierno busca hace meses evitar la dolarización de los pesos a través de una suba de tasas de interés que deje los rendimientos de los plazos fijos por encima de la inflación.
Esta estrategia buscaba contener la demanda de instrumentos que mantengan el valor de los ingresos y tienten a los ahorristas, empresas e inversores a sentar posiciones en pesos y no presionar contra la divisa estadounidense.
Uno de los puntos discutidos a Pesce -aunque el directorio del BCRA tiene integrantes que reportan directamente a Massa, como Lisandro Cleri- es que la suba de tasas fue tibia y tardía, luego de difundirse el índice de precios al consumidor del mes pasado. Ocurrió cinco días corridos y tres hábiles después del comunicado del Indec y luego de que comience la corrida al dólar. Se la subió a 81% de tasa nominal anual, lo que equivale a un 118% de intereses anuales o, su equivalente, de 6,75% mensuales. Este porcentaje está por debajo de la inflación de marzo y de las proyecciones tanto para abril como mayo.
“En este contexto lo más probable es que el BCRA suba fuerte la tasa de interés para calmar la huida de los activos en pesos. Durante la corrida de julio del año pasado, tras la renuncia de Guzmán, la suba fue de 800 puntos, por lo que llama la atención que por ahora haya sido solo de 300. Dicho esto, el margen de maniobra hoy es más acotado que en ese momento porque la demanda de dinero cayó aún mas. Hoy está en su mínimo de 20 años y cayendo”, estimó Eugenio Marí, economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso.
¿Podría funcionar?
Mientras tanto, los especialistas ponen en tela de juicio que una suba de tasas pueda funcionar en este momento. Salvador Di Stefano, por su parte, opina que sería “otro parche” para generar mayor preferencia por el peso, frente a la incapacidad o desinterés oficial en resolver lo que el especialista considera que son las causas de fondo, como el déficit fiscal, las retenciones y el cepo.
“Hoy, la tasa está a 6,75% mensual y la inflación, 7,7%. Lo que tiene que hacer el Gobierno es subir la tasa de interés a niveles más altos que la inflación y eso genera un desincentivo de [de ir hacia] los dólares y genera un incentivo por tener pesos, aunque sea transitoriamente. Y, en lo demás, tiene que tratar de conseguir dólares para fortalecer las reservas y tratar, en la medida de lo posible y aunque sea tímido, de tener un plan de baja de gasto público. Si no achica el enorme déficit fiscal que tiene, todas las medidas parche que tome van a durar cada vez menos”, dijo a LA NACION. En parte, es lo que hará hoy por la tarde.
Según sus cálculos, el BCRA debería aumentar la tasa nominal anual del 81% a entre el 87% y el 92% como mínimo. Al tomar este último dato, Di Stefano considera que podría amortiguarse la situación cambiaria con un interés efectivo anual de 142,6%, cerca de 10 o 20 puntos porcentuales más que las últimas proyecciones de inflación para 2023. Esto es un rendimiento mensual de 7,66%, casi un punto porcentual más que el interés actual, aunque algunas centésimas por debajo de la inflación de marzo y estaría abajo de la de abril, si se confirman las estimaciones de algunas consultoras económicas, que la ubican en 8%.
Los cálculos que hizo el Banco Central están, justamente, en una línea muy parecida. De hecho, la tasa de referencia subirá al 91%.
“Se cree que subir la tasa de interés podría ser una solución, pero tienes dos problemas. Por un lado, obliga al BCRA a emitir más para pagar las Leliq, entonces eso hoy no te implica necesariamente más inflación porque lo que vayan a emitir para pagar las Leliq lo van a terminar absorbiendo con más Leliq entonces te agrava la solución”, explicó Camilo Tiscornia, de C&T Asesores Económicos.
Además, en su visión, agravaría las expectativas de inflación y devaluación. “Suben la tasa con la idea de que vos no compres dólares, pero ahí decís ´sabes que no, mira como a la larga esto va a terminar explotando, voy y compro”, dijo.
Por otra parte, el economista considera que una tasa de interés tan alta se hace muy difícil de pagar, con lo cual el riesgo de que en algún momento el Estado no quiera pagar esa tasa de interés e intente reestructurar también es alto. “Es lo que pasa más en general, por ejemplo, cuando el Gobierno pide a tasas exorbitantes en deuda, entonces no le vas a prestar porque crees que nunca van a pagar esta tasa de interés”, continuó.
Lo que en algún momento podría ser una herramienta, en este momento es inútil para algunos especialistas debido a la fuerte desconfianza e incertidumbre en el futuro. Esto se suma a que el atraso del tipo de cambio es, para una gran porción del mercado, indicador de una obligada devaluación en algún momento del mediano plazo.
Ricardo Delgado, por su parte, también cree que una suba de tasas no resuelve por sí solo el problema actual y que, además, tendría costos asociados. “Acá lo que hay es un fuerte choque entre pesos que sobran y dólares que faltan, y esto resolverlo solo con tasa no se puede”, opinó. Cree que el equipo económico deberá, de alguna manera, conseguir fondos frescos por -por lo menos- US$10.000 millones, lo que podría provenir solo del Fondo Monetario Internacional.
“El equipo económico tiene una ventaja y es que los pesos están encepados. Es decir, la posibilidad de dolarización de los pesos hoy es inferior a otros momentos sin cepo y eso, evidentemente, contribuye en esta emergencia. Por eso no estamos viendo todavía retiros de los fondos comunes de inversión, de los bancos. Sí, hay alguna caída de los depósitos en dólares, que es lo que primero sucede, pero todavía los pesos se sostienen. Obviamente, desde el punto de vista de la dinámica, el tiempo se acorta y los intentos de solución van a tener que llegar lo antes posible”, dijo.