TORONTO.- “Vivimos una verdadera crisis”, dice alarmado el director ejecutivo de uno de los mayores bancos de alimentos de Canadá frente a la llegada incesante de pedidos, efecto directo de la inflación, que afecta particularmente los comestibles.
Durante la pandemia, el número de beneficiarios del Banco de Alimentos Daily Bread se duplicó a 120.000 por mes. Pero con “el susto creado por la inflación galopante, registramos hasta 270.000 personas en marzo”, un récord en la historia de la organización, explica el director Neil Hetherington.
De las personas que acuden por primera vez a alguno de los 128 bancos de alimentos en el área de Toronto, cada vez más tienen trabajos de tiempo completo, dice el director en el enorme hangar ubicado en los suburbios de la ciudad, mientras voluntarios trabajan para clasificar las donaciones.
Pero sus ingresos no les permiten vivir en la ciudad más grande de Canadá, donde los precios aumentan constantemente, no solo de los alimentos, sino también de la vivienda, agrega Hetherington, quien aboga por más viviendas sociales.
Según un informe reciente de la firma inmobiliaria Urbanation, el precio promedio de la vivienda en Toronto sigue disparado: alquilar un monoambiente cuesta una media de 2124 dólares canadienses (1568 dólares norteamericanos) por mes, unos 380 dólares más que el año pasado.
“Recibo ayuda del gobierno, pero no es suficiente para vivir”, dice Ryan Patcheson, quien comenzó a acudir regularmente al banco de alimentos hace un año y medio.
“Significa una gran diferencia cuando tienes algunos paquetes de arroz y papas a fin de mes”, agrega este hombre treintañero con cabello largo y negro.
Crisis nacional
Lo mismo ocurre en Montreal, donde la fila de espera no mengua en el sótano de la Parroquia Saint-Gilbert, donde la asociación Alerte-Providence organiza una distribución de alimentos todos los miércoles desde hace más de diez años.
“Últimamente, no hace sino aumentar cada semana”, se asombra Paula Alerte, quien gestiona la asociación desde hace más de tres décadas. “La necesidad está ahí, cada miércoles me preocupa no tener suficiente”, explica esta mujer de lentes negros y pañuelo en el cabello.
En la fila de espera hay todo tipo de personas: jóvenes, jubilados, migrantes, refugiados. “Todo subió de precio. Si vas al supermercado, ya no compras tanto como antes”, dice Luis Lara, jubilado mexicano de 66 años, gorra en la cabeza y bolsa en mano.
“Las verduras realmente están demasiado caras para mí en las tiendas, así que vengo acá”, dice Sofiia Slobodianiuk, joven ucraniana de 20 años que viene por primera vez a este centro.
Aunque la inflación se desaceleró en los últimos meses en Canadá, los precios de los alimentos siguieron aumentando cerca de 10% en marzo por octavo mes consecutivo.
El costo de vida “se ha vuelto insoportable”, lamenta Alerte. “Entiendo que todo haya aumentado, pero no podemos privarnos de comida”.
Agencia AFP