Roberto Fernández señala con una sonrisa la puerta por donde se escapó hace cuatro años, cuando activistas opositores irrumpieron a la fuerza y tomaron la sede de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), el poderoso gremio de los colectiveros. “Me escondí en la terraza, me querían matar”, dice todavía asombrado y con el temor latente de que podría volver a ocurrir en cualquier momento.
Los sindicatos suelen caer cada tanto en un clima enrarecido en el que sus asuntos se dirimen de manera violenta; incluso a los tiros. Algo de eso sucedió en 2019 en la UTA, cuya pelea interna todavía no se desactivó a pesar de que el año pasado hubo elecciones [reeligió Fernández] y de que una causa judicial avanza a paso lento para intentar esclarecer la vandálica ocupación de la sede, un edificio antiguo con escaleras de mármol y pisos de pinotea.
El duro documento de la CGT por la inflación y la pobreza que pone en alerta al Gobierno y a la oposición
Fernández tiene 75 años y es el jefe de la UTA desde 2008. La organización que representa volvió a quedar en la mira por la agresión al ministro de Seguridad, Sergio Berni, quien irrumpió en una protesta callejera en reclamo de mayor seguridad después del asesinato de Pedro Daniel Barrientos, un chofer de la Línea 620 que murió el 3 de abril pasado mientras hacía su recorrido habitual por La Matanza. “Esto no es nuevo, hace añares hay falta de seguridad”, afirma el sindicalista, que evita en todo momento señalar responsables con nombre propio en el municipio que históricamente gobernó el peronismo.
De verba enredada, a veces difícil de comprender, Fernández se hace el misterioso cuando se lo consulta por las razones de que el delito no cese. “Nosotros pasamos por un barrio, asaltan y se meten otra vez en el barrio. Todo el mundo sabe por donde pasa la droga y quiénes son. Siempre la policía va a llegar tarde al delito. No tienen los lugares marcados. Ahora pusieron a la Gendarmería para andar en la Línea 620. Están cinco cuadras y se bajan, pero el ladrón puede subir en la otra. Nos preocupa que no van al lugar del fuego. Siempre la policía va a llegar tarde al delito. ¿Y por qué? No te lo puedo decir, pero lo conocen todos”, dice, enigmático, en una entrevista con LA NACION.
Fernández marca distancia de Berni y de la gestión de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, y cuestiona a medias la gestión de Sergio Massa por el reparto de los subsidios a las empresas de transporte. Reconoce que el Estado mantiene una deuda con las compañías y se diferencia del paro en los servicios que determinaron algunas cámaras ante la falta de pago. “Si no hay aporte, el boleto debería costar hoy $160, pero mañana no lo sé”, advierte el jefe de la UTA sobre la escalada inflacionaria. Hace unos años, había recomendado “darle a la maquinita [de billetes]” como solución frente a la suba de los precios. Hoy no tiene más receta que presionar por reabrir su paritaria, acordada con el Ministerio de Economía en 31% por seis meses.
–Después del asesinato del chofer Daniel Barrientos los episodios de violencia y el delito no cesan en los colectivos. ¿Esto es nuevo o sucedió siempre?
-No, lamentablemente la muerte de este compañero, como otras, nos muestra la falta de seguridad en el transporte como en otros lugares. La policía conoce en la provincia de Buenos Aires los lugares que son muy pesados. Nosotros conocemos la calle y sabemos dónde puede ser lo duro. Esto no es nuevo, hace añares hay falta de seguridad. El mapa de la delincuencia la conocen la policía y la Justicia. Este tema la policía lo sabe. Le marcamos los lugares más peligrosos, sobre todo en La Matanza. No tienen qué robar: los pasajeros van con lo justo y los choferes no llevan nada, se puede robar algún teléfono. En Moreno, a un chofer le robaron hasta la ropa.
–Usted encabezó un comunicado muy duro contra el Gobierno por la detención de los dos choferes que agredieron a Berni. ¿Le molestó cómo se trató el episodio?
-Sí. Entiendo que así no debería haber sido. Me junté antes con el gobernador [por Kicillof] y el ministro de Transporte [Jorge D’Onofrio] y quedamos en trabajar juntos. El día de la protesta nos reunimos con Berni, que pidió ir. Yo sugerí que no vayan porque había problemas, yo tampoco iba a ir porque me iban a querer tirar, chumbar, no sabía quiénes son, gente que uno sabe que no son del transporte y estaban los de la lista opositora. Berni habla con muchos de ellos y con muchos delegados míos. Él quiere siempre estar primero en todo.
Nosotros conocemos la calle y sabemos dónde puede ser lo duro. Esto no es nuevo, hace añares hay falta de seguridad.
Roberto Fernández
–Usted afirma que en la protesta hubo infiltrados y opositores suyos…
-Sí, de la lista opositora y de otros lugares que no conocemos.
–El Gobierno dice que los choferes que se manifestaban el día que atacaron a Berni habían estado antes en un acto con Patricia Bullrich…
-Eso fue dos días después. Ahí se mezcla todo. Lógicamente por cómo es Patricia se mete donde hay fuego. Juntó varios choferes para hablar de la inseguridad. Cuando estaba con Kicillof me mostró un papel con Bullrich con los compañeros de la 216. Era el día que le habían pegado a Berni. Berni estaba muy nervioso.
–¿Usted conoce a los choferes de la Línea 216 que estuvieron de campaña con Bullrich?
-Si los veo, a lo mejor sí. No conozco a todos.
–¿Un sector de la UTA apoya a Pro?
-No, no, son trabajadores. Siempre un político se junta o tiene un conocido que lo acerca. Por el tema de la seguridad en los colectivos se hizo esto.
-Su hijo trabaja en el Instituto de la Vivienda del gobierno porteño desde 2012, contratado por Pro…
-Con mi hijo estamos distanciados. Siempre lo estuvimos. No tiene nada que ver con esto. Ni del mismo palo somos.
–¿Por qué la UTA no llamó a un paro general por el asesinato de Barrientos?
-Para no complicar a otros sectores. Nosotros trasladamos a trabajadores. Si paramos cortamos el trabajo, hacemos un desastre. Paramos en la zona oeste y no descomponemos todos. Yo soy el responsable. Pusimos el foco en el lugar del hecho. Pero, ¿qué pasa? Berni me pone dos vigilantes arriba del coche. Se bajan y se van. Y si llega estar uno armado se arma todo esto, pueden empezar a los tiros.
Nosotros pasamos por un barrio, asaltan y se meten otra vez en el barrio. Todo el mundo saber por dónde pasa la droga y quiénes son. Siempre la policía va a llegar tarde al delito
Roberto Fernández
–El ministro de Transporte de la provincia dice que se entregaron los fondos para poner las cámaras en los colectivos, pero que no se hizo. ¿Qué pasó con el dinero?
-[Son $2500 millones, añade un asesor del sindicalista]. Eso habrá que preguntarle al Gobierno y a los empresarios. Tampoco está el chip ni el botón antipánico, que debería haber funcionado siempre. Hay un montón de cosas que deberían estar, pero que uno no se quiere meter porque si no, se rompe todo al medio.
–¿Cómo qué?
-Eso tenés que adivinarlo vos, no estoy para eso.
–¿El servicio funciona solo porque hay subsidios del Estado?
-Sí, porque si no, deberían aumentar las tarifas. El boleto debería estar en $160 para cubrir hoy los costos. Mañana no sé.
–¿Cuánto dinero en subsidios se aporta en el AMBA de manera mensual para mantener el servicio en funcionamiento?
-Unos 25.000 millones mensuales.
–¿El Gobierno está destinando esos recursos?
-Sí, pero lo que escucho de los empresarios es que el Gobierno le debe desde el 50% de enero, febrero y marzo. Le está pagando a cuentagotas. Los empresarios se quejan si les das la plata de enero en abril porque pierden por el interés.
–Usted cerró una paritaria de 30% por semestre a pedido de Massa. Da la sensación de que se quedó corto…
-Ya pedimos un reajuste. Hicimos el 31% por seis meses porque hablamos con el ministro de Economía que nos dijo que pensaba que a fines de junio podría conseguir bajar la inflación. Nos pidió que lo ayudemos. Nos sentamos y la firmamos. Pero como vemos que no llega, pedimos el reajuste con la ministra de Trabajo. Quiero arreglarlo ahora.
–¿Cree que Massa podrá controlar la inflación?
-Ojalá que pueda.
–¿Recibió apoyo de la CGT por el asesinato del chofer asesinado?
-Sí, algunos compañeros me llamaron por teléfono. No vi escrito un comunicado.
Ahora pusieron la Gendarmería para andar en la Línea 620. Están cinco cuadras y se bajan, pero el ladrón puede subir en la otra.
Roberto Fernández
–Hace cuatro años hubo acá un episodio muy violento con la toma de la sede del gremio. A ese sector se lo vincula con Hugo Moyano. ¿Le sorprende la intromisión de Moyano?
-Entiendo que no tiene que ser así. Cada uno se hará responsable de sus actos.
–En la última elección usted ganó a nivel nacional, pero hubo cuatro seccionales en las que perdió y sus opositores no pueden asumir…
– Tuvimos 36 audiencias en el Ministerio de Trabajo porque nos querían cambiar el estatuto. Hemos llegado a un acuerdo. En el artículo 109 de nuestro estatuto se acordó que se compita por lista completa, el que gana se lleva todo [las 24 seccionales]. Todo eso se firmó y se cumplió. Ahora nos intiman mediante una cautelar a que entreguemos las seccionales.
–Con estos niveles de inflación, ¿cómo cree que puede seguir el año electoral?
-Espero que el ministro de Economía pueda ilusionarnos a todos con que esto pueda cambiar. No quiero ser mago, pero se hace difícil.
–¿El episodio con Berni está cerrado?
-Creo que sí, escuché que no va a denunciar a nadie. Pero lo importante es que el gobierno de la provincia de Buenos Aires y la policía tengan presencia constantemente. La gente quiere ver a la policía. Nosotros pasamos por un barrio, asaltan y se meten otra vez en el barrio. Todo el mundo saber por dónde pasa la droga y quiénes son. Siempre la policía va a llegar tarde al delito. Lo digo porque estoy acá hace muchos años. No tienen los lugares marcados. Ahora pusieron la Gendarmería para andar en la Línea 620. Están cinco cuadras y se bajan, pero el ladrón puede subir en la otra.
–¿Habló con el Presidente del hecho?
-No, no me llamó. Debería interesarse mucho para darle a la población más seguridad, que no la hay. Nos preocupa que no van al lugar del fuego. ¿Y por qué? No te lo puedo decir, pero lo conocen todos.
–¿Por qué?
-No soy adivino en esto. Te lo hago por señas [ríe].