¿EE.UU. libra una “guerra proxy” contra Rusia? Los documentos filtrados revelan una verdad incómoda

WASHINGTON.— Tres días antes del 24 de febrero, primer aniversario de su invasión a Ucrania, Vladimir Putin comentó lo que había aprendido durante este año de guerra. Putin dijo que Occidente, con su constante aumento de provisión de armas sofisticadas, estaba usando a Ucrania como “campo de pruebas” para sus planes de acabar con Rusia.

El objetivo de Occidente era “desatar una guerra en Europa y eliminar a sus competidores a través de fuerzas delegadas”, dijo Putin en su discurso presidencial. “El plan es terminar con nosotros de una vez y para siempre.”

Es evidente que Putin ha recorrido un largo camino desde aquella madrugada de la invasión, cuando delineó los alcances de su “operación militar especial” para rescatar de manera permanente a las regiones separatistas de Ucrania —Crimea y parte oriental del Donbass— “de la humillación y el genocidio perpetrado por el régimen de Kiev” durante los ocho años previos de conflicto de baja intensidad en esa región.

“Nuestro plan no es ocupar territorio Ucraniano, ni imponerle nada a nadie por la fuerza”, había dicho entonces, palabras que hoy suenan risueñas a la luz de su brutal guerra actual para retener y extender el territorio ucraniano que ocupan sus fuerzas.

Pero el relato actual de Putin de una guerra provocada por Occidente que amenaza la existencia misma de Rusia ha encontrado eco en muchos lugares, sobre todo en el hemisferio sur, donde algunos países consideran que Estados Unidos interviene de manera serial en todo el mundo y se niegan a tomar partido.

De hecho, la cuestión de si Ucrania es una guerra “proxy” o “delegada” entre superpotencias se ha convertido en un campo de batalla intelectual y político. La palabra “delegado” tiene una definición de diccionario: persona o entidad autorizada para actuar en nombre de otra, aunque en el uso frecuente puede significar enviar a otro a hacer el trabajo sucio.

Las decenas de imágenes filtradas recientemente online, con evaluaciones clasificadas del ejército y la inteligencia norteamericanas, ilustran el profundo grado de involucramiento de Estados Unidos en prácticamente todos los aspectos de la guerra. Solo faltan las tropas norteamericanas sobre el terreno.

Los mapas muestran la ubicación de las fuerzas, los planes de combate y los posibles resultados en el campo de batalla hasta en las ciudades más pequeñas, junto con la ubicación y la solidez de las defensas rusas. También hay listas de sistemas de armas usadas por ambos lados, estimaciones de bajas, resúmenes de conversaciones interceptadas y evaluaciones de absolutamente todo, desde las capacidades de fuerzas especiales hasta el ritmo de uso de las municiones.

Los documentos filtrados confirman al detalle que Estados Unidos está utilizando su amplio surtido de herramientas de espionaje y vigilancia, incluidos satélites de última generación e inteligencia de señales, para adelantarle a Kiev los planes de guerra de Moscú y ayudar a los ucranianos a provocarles bajas a los rusos.

Pero los funcionarios de Biden rechazan rotundamente el mote de “guerra proxy”, señalando que se trata de un conflicto defensivo que Ucrania no comenzó, y que Kiev está luchando por la supervivencia del país. Además, agregan que si bien Estados Unidos tiene un interés legítimo en el resultado y el derecho legal de proporcionar la ayuda solicitada por otro país soberano, quien ejecuta las operaciones en el terreno es el gobierno de Ucrania.

“Esta guerra es elección de Putin”, dijo en una entrevista el secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin. “No estamos en guerra con Rusia ni estaremos en guerra con Rusia. Para empezar, esta guerra la decidió Rusia”.

Puede ser cierto, pero la Casa Blanca le ha dado a Ucrania más de 40.000 millones de dólares en ayuda económica y militar, así como asistencia en tiempo real para la selección de objetivos y sofisticados sistemas de armas, para los que ha entrenado a las fuerzas de Kiev.

Algunos norteamericanos críticos de la política de Biden se hacen eco de la acusación de Putin, aunque no necesariamente de su afirmación de que el objetivo de Occidente es eliminar a Rusia. En un reciente video de campaña, el expresidente Donald Trump dice que la guerra es “una batalla proxy” y agrega que la administración de Biden “solo finge estar luchando por la libertad”, porque el realidad los “globalistas” de Biden estaban usando el conflicto para distraer a los estadounidenses “del caos que están creando aquí mismo, en nuestro país.”

En un tuit del mes pasado, la representante republicana por Georgia, Marjorie Taylor Greene, dijo que la guerra era “ridícula” y que Rusia no planteaba una amenaza ni para Estados Unidos ni para sus aliados de la OTAN. “Estamos pagando una guerra proxy con Rusia, cuando nunca nos hemos enterado de que Putin tengan algún plan para invadir Europa”, agregó Taylor Greene. “No creo una palabra de lo que nos dicen.”

Aunque más tarde calificó a Putin de “criminal de guerra”, el gobernador republicano de Florida y potencial candidato a la presidencia, Ron DeSantis, mostró una veta similar de aislacionismo durante su aparición de febrero en el programa ” Fox & Friends”. “No veo que interés podemos tener en meternos en una guerra proxy con China, o en involucrarnos en disputas fronterizas como la de Crimea”, dijo DeSantis.

La propia Casa Blanca le ha dado letra a Putin para su discurso de “guerra proxy”. Al principio de la guerra, Austin había dicho que “queremos que Rusia se debilite” para que nunca pueda volver a invadir otro país.

En la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid en junio pasado, Biden dijo que los estadounidenses debían prepararse para un aumento del precio de la energía y el combustible “durante el tiempo que sea necesario” para derrotar a Rusia, una frase que ha repetido en casi todas sus declaraciones sobre la ayuda occidental para Ucrania. Si bien insiste en que no habrá tropas estadounidenses o de la OTAN en el terreno, si dijo que la guerra debe terminar en un “fracaso estratégico” de Rusia.

“Ucrania nunca será una victoria para Rusia. Nunca”, dijo Biden en febrero, durante su visita a Kiev para conmemorar el primer aniversario de la guerra.

La mayoría de los aliados occidentales concuerdan. “¿Putin sería el delegado de quién? Esta es una guerra de ocupación”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, en una entrevista durante su reciente visita a Washington.

“Hay que detenerlo de una vez por todas, y recién después podremos crear una arquitectura real para todo el continente, que incluya a Ucrania, Moldavia y Georgia, y así protegerlos a todos”, dijo Landsbergis.

Landsbergis no es el único que profesa un objetivo ambicioso y expansivo para la guerra en Ucrania. Prácticamente todos los aliados occidentales, que colectivamente prometieron más de 80.000 millones de dólares para el esfuerzo bélico, reclaman no solo la victoria de Kiev, sino también la derrota de Putin.

Debate de expertos

Mientras la guerra estremece el campo de batalla, los expertos en derecho internacional y en conflictos bélicos debaten acaloradamente si la de Ucrania es una guerra proxy. Y en pocas palabras, la respuesta es que depende de cómo se defina ese término.

“Lamentablemente para quienes necesitan que los conceptos estratégicos sean tan precisos como el mejor armamento moderno, el concepto de ‘guerra proxy’ no tiene de un significado acordado y se usa de diferentes maneras”, escribió Lawrence Freedman, profesor emérito de estudios bélicos del King’s College de Londres, un ensayo publicado en enero en New Statesman, un medio británico.

“La idea básica es que hay otro que lucha en lugar de uno”, dice Freedman, y agrega que el concepto no es aplicable a la guerra en Ucrania.

Pero Hal Brands, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, argumenta que eso es precisamente lo que Estados Unidos y sus aliados están haciendo en Ucrania. “Rusia es el blanco de una de las guerras proxy más despiadadamente efectivas de la historia moderna”, escribió en una columna de opinión para Bloomberg poco después del inicio de la guerra.

“La clave de la estrategia es encontrar un socio local comprometido, un representante dispuesto a matar y morir, y luego atiborrarlo de las armas, el dinero y la inteligencia necesarios para infligirle golpes devastadores a un rival vulnerable”, escribió Brands. “Y eso es exactamente lo que Washington y sus aliados le están haciendo actualmente a Rusia.”

Por Karen DeYoung

Traducción de Jaime Arrambide

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